Por estos días escuchamos, prácticamente a diario, decir “construir sobre lo construido.” Lo cierto, es que parece más una frase de cajón que una realidad, sobre todo en lo que concierne a la reforma a la salud. Como lo he dicho en otras columnas, para el Gobierno —en especial, el Presidente— es difícil conciliar el modelo competitivo de nuestro sistema de salud, frente a la garantía de un derecho fundamental y un servicio público esencial. Sin embargo, más allá de lo anterior, lo que pareciera estar depreciando cada vez más esa frase, es el hecho de que la reforma formulada por la Ministra de Salud trae recetas que no solo no permiten construir sobre lo construido, sino que, además, no parecieran estar acorde con la evolución de los tiempos y los sistemas de salud.
Todo lo anterior se agudiza ante la falta de diálogo sectorial, ampliamente evidenciado por distintos agentes, y no solo aquellos del “establecimiento,” sino los propios pacientes y organizaciones de profesionales de la salud. Esta situación, crea un coctel peligroso de enfrentamiento y no conciliación, de contraposición y no de construcción social. Más aún, parece ir en contra de la narrativa de la propia Casa de Nariño, por ejemplo, las palabras del ministro del Interior, Alfonso Prada, durante el flamante lanzamiento del partido político del Presidente —del Congreso, por ahora— Roy Barreras, recordando que los ministros y sus reformas debían estar despojadas de soberbia y abrirse al diálogo amplio y plural. Bueno ¡ojalá lo oigan!
Ahora, existe una alternativa, no solo benéfica para el país, sino que permitiría avanzar en la generación de las reformas que el Gobierno reclama como el mandato popular expresado en las urnas el año pasado, evitando así —esperemos que sí—más polarización. Se trata de algo en lo que todo el sector salud tiene un acuerdo, “un acuerdo sobre lo fundamental,” esto es, la implementación de un modelo verdadero de Atención Primaria en Salud, el mejoramiento del acceso efectivo a servicios sanitarios en las regiones apartadas, por parte grupos de la población vulnerables y en los bolsillos de inequidad presentes —y escondidos— en las grandes ciudades y el fortalecimiento del rol del Estado para el control y coordinación de los agentes del sistema de salud, incrementando sus capacidades técnicas para ello.
Este núcleo común tiene el poder de aglutinar a los distintos agentes del sector, a sus fuerzas sociales y, también, al Gobierno, alrededor a un objetivo difícilmente debatible. Para ello, se requiere de un trabajo que planifique sistemáticamente la expansión de la infraestructura para la atención de baja complejidad en aquellos lugares donde más se necesita, ordene adecuadamente las competencias de los agentes para su operación a mediano y largo plazo, genere los incentivos adecuados a los resultados en salud y, en algunos casos, establezca un subsidio a la oferta condicionado a estos; además, es imperativo replantearse a forma cómo las intervenciones colectivas e individuales de salud pública están siendo desplegadas, para lograr su articulación —o unificación— en los territorios, de la mano de la Entidad Territorial y, de esta manera lograr, no solo mayores eficiencias, sino mejores resultados. De manera adicional, es necesario que el país fortalezca las competencias y capacidades del Ministerio de Salud y las Secretarías de Salud para controlar y coordinar a los distintos agentes del sistema, bajo una lógica desde la planeación misma del sistema y sus redes de atención tanto públicas como privadas.
Lo que está arriba, no solo tiene el poder de poner de acuerdo a actores que a veces parecen irreconciliables, también permite contar con un sistema de salud más cohesionado, enfocado en el principio de gestionar los riesgos de salud de las personas y las comunidades para evitar su materialización —promoción y prevención— y, sin duda alguna, más eficiente y equitativo. Tenemos enfrente nuestro ese “eslabón perdido” que puede movilizar las mejores propuestas de los distintos actores sobre una reforma técnicamente bien construida, pero sobre cualquier otra consideración, con amplia aceptación y legitimidad, favoreciendo su consolidación en el futuro. Estamos en manos, entonces, de que el Congreso logre convocar al sector salud y a la Minsalud entorno a este propósito común para diseñar una reforma viable, innovadora pero sensata y que, realmente, construya sobre lo construido.
Germán Escobar Morales.