Por Juan Camilo Clavijo Martín
En una entrevista reciente, consultado sobre su ideología, se consideró un “anarcocapitalista, porque el Estado es el enemigo. Pero uno vive en un mundo real y tiene que tener los pies sobre la tierra. En ese contexto, yo soy un minarquista, es decir, alguien que considera que el Estado solo debe estar a cargo de la seguridad y la justicia. La gente se da cuenta de que cada vez somos más pobres y que los únicos que progresan son los políticos, los parásitos que integran la casta” (El País, marzo 28, 2023)
Estas son unas declaraciones de Javier Milei, candidato a la presidencia de Argentina, por el partido La Libertad Avanza, la alianza de extrema derecha, quien según una encuesta de la consultora Synopsis (mayo 7, 2023), sería el precandidato más votado en las próximas elecciones presidenciales de octubre 22, 2023, con un 24,9% de intención de voto, porcentaje que representa una ventaja de más de siete puntos con respecto a Cristina Fernández de Kirchner, en caso de que decida lanzar su candidatura.
Milei plantea más de sesenta puntos que plantean reformas agresivas en materia económica, laboral, tecnológica, educativa, de salud y de seguridad, entre otras. Son propuestas que van desde privatizaciones, la eliminación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) y el libre porte de armas hasta la desaparición del Banco Central y la dolarización.
Sueña con regresar al pasado y ver la Argentina de los años 1900, cuando era un poder naciente y un emporio industrial de talla mundial. Para ello, propone una reforma “integral”, dividida en tres etapas, que llevará, según sus cálculos, 35 años. En la primera, se propone un “fuerte recorte del gasto público”, “baja de los impuestos” y “flexibilización laboral”; que acompañarían una reforma financiera con una “banca libre y desregulada junto a la libre competencia de divisas”. La segunda, promete barrer con el sistema público de jubilaciones y pensiones, promoviendo su privatización, un programa de retiros voluntarios, la eliminación de los planes sociales y la tan publicitada “liquidación del Banco Central”. Ya en un tercer nivel, se avanzaría con la privatización de los sistemas de salud y educativo, con reformas profundas en ambos sectores. El Plan Motosierra en su máxima expresión (así llama a el plan).
Con un sustento teórico fuerte y un discurso afilado, en una entrevista con El País de España, se consideró un anarcocapitalista, porque el Estado es el enemigo. Pero uno vive en un mundo real y tiene que tener los pies sobre la tierra. En ese contexto, yo soy un minarquista, es decir, alguien que considera que el Estado solo debe estar a cargo de la seguridad y la justicia. La gente se da cuenta de que cada vez somos más pobres y que los únicos que progresan son los políticos, los parásitos que integran la casta.
Según Pablo Touzón, politólogo y director de la consultora Escenarios afirma que si tiene tantos votos no es porque es liberal, es que interpreta el espíritu anticasta, lo que Podemos hizo en España desde la izquierda, acá se hace por la derecha. Por otro lado, aquellos jóvenes que en la década pasada eran kirchneristas, hoy apoyan el grito de protesta de Milei, aunque no adhieran a sus ideas económicas.
Pero si las ideas de Milei se plasman en las ambiciones de política económica, la mano de su compañera de fórmula, Victoria Villarruel se ve en cada una de las iniciativas relacionadas a la Seguridad. Entre otros problemas a resolver, se mencionan la falta de personal profesionalizado, la permeabilidad de las fronteras y la ideologización a favor del detenido en las unidades penitenciarias.
De esta manera, el abanico de soluciones abarca: militarización de los institutos durante el período de transición, impulsar proyectos para reducir la edad de imputabilidad de los menores y eliminar de la legislación penal cláusulas garantistas. También se plantea desregular el mercado legal para la tenencia de armas de fuego y proteger su uso legítimo por parte de los ciudadanos. Una vez más, y sin vueltas, los libertarios proponen implementar una doctrina de Seguridad Nacional que promueva la reafirmación soberana nacional en todas las áreas geográficas donde se viera amenazada o peligre la supervivencia del Estado garantizando y manteniendo la seguridad territorial y estilos tradicionales de vida.
En su búsqueda de reducir al Estado a los de temas de seguridad y justicia, el congreso será borrado del mapa. En una reciente reunión en Buenos Aires, en la mesa central del salón flotante del Yacht Club en Puerto Madero, ante una pregunta que lo disgustó, Milei respondió: Que se enfrente el Congreso con el pueblo, que es el que votó, vía un plebiscito de mis medidas. Vamos a enfrentar a la sociedad con los que no quieran votar lo que se decida (presidente Petro, ¿eres tú?).
Parece que las ideas de Milei siguen el rumbo que Chile, Colombia, o México marcaron hace 20 o más años, cuando las ideas del Consenso de Washington buscaban lo mismo que el candidato argentino tiene como plataforma económica: una privatización de todas las actividades económicas estatales, y una liberalización absoluta del mercado, para reducir el protagonismo estatal al mínimo. Interesante ver que ahora todos esos países tienen gobiernos de izquierda.
Sin embargo, el candidato anarcocapitalista debería evaluar las experiencias de esos países, y organizar mejor sus propuestas. Porque ese modelo llevó Colombia a tener una de las sociedades más desiguales del mundo, al estallido social en Chile que evidenció los grandes vacíos del modelo, o ha llevado a AMLO al poder en México debido a la búsqueda de un cambio que los ciudadanos reclamaban, que no fue la mejor elección.
Sabina en una de sus canciones dice: No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, Milei puede estar sufriendo de esto, al perseguir un modelo que siente que es el mejor para el momento actual de su país, pero desconoce su lado oscuro, y está empecinado en seguir con sus ideas, hasta llegar a la presidencia.
Es claro que, como todos los políticos en campaña, se busca más el apalancamiento de votos en la rabia, miedo y/o el descontento de la gente, que en la profundidad y seriedad de sus propuestas. Entonces, antes de apoyar o desaprobar a Milei, debemos tener claro que él o cualquier otro candidato busca despertar la rabia, el miedo y/o el descontento para llegar a la presidencia. Debemos saber que son políticos y buscan votos.
Aun si sabiendo la crudeza de las campañas electorales, apoyamos a Milei, se debe mirar las experiencias de otros países, y mirar cuales han sido las fallas para que Colombia, Chile, Perú, o México no sean lideres a nivel mundial (o por lo menos regional). No se trata de acabar con todo y refundar la patria, se trata de tomar lo que sirve y lo que no, desecharlo.
Milei y Argentina deben mirar con calma cual es el modelo que se propone, si ese modelo funciona en ese país, y si la sociedad lo recibiría plácidamente. Porque hablar de liberalización económica, en un Estado con fuertes vacíos, que pueden ser aprovechados por el narcotráfico y la delincuencia, llevaría a la corrupción total (pregúntenle a Colombia o Mexico), y este es uno, entre otros riesgos.
Con la propuesta de Milei, No todo lo que brilla es oro, y los gauchos tendrán que votar menos con el corazón y votar más con la razón. Deben evitar experiencias petristas, bolsonaristas, o AMLISTAS, donde se votó con el corazón y la rabia (buscando una revancha con la clase política, que no ha llegado), en lugar de votar con análisis y tranquilidad. Argentina no puede pasar de una tragedia Kirchnerista a una Mileidista.