EPM e HidroItuango: avanzan las respuestas pero aún quedan interrogantes fuertes

Rafael Fonseca Zárate

Como se había previsto, con el tiempo se iban a ir sabiendo los detalles de las causas de los problemas que sucedieron en los eventos desafortunados de la hidroeléctrica más importante del país. Y más, si se tiene en cuenta que el alcalde actual prácticamente basó toda su campaña en los problemas que él veía sobre la empresa y el proyecto. En la última semana se conoció el informe final de los ajustadores de las reaseguradoras, que se supone que tuvieron acceso a todos los elementos de juicio que quisieron, y tuvieron la oportunidad de entrevistar a los actores directamente y acceso a todos los archivos que quisieron, y que por todo esto es un documento de un peso extraordinario. Este tipo de procedimientos es absolutamente normal en cualquier caso de siniestro, en que los ajustadores determinan si debe o no pagarse el seguro. En el caso de Hidroituango es una pieza fundamental para saber finalmente qué pasó desde el punto de vista técnico.

Afortunadamente se aclaró que la póliza era con alcance “todo riesgo” que incluía errores en diseños y construcción, lo cual deja ver que EPM no tenía dudas de que le pagaran el seguro, contrario a lo que se dijo inicialmente para criticar la supuesta barrabasada que estaban haciendo el alcalde y el gerente de la empresa. Sin embargo, aun conociendo las causas directas con las que se configuró el mecanismo de falla del evento desastroso en 2018, hay que entender que fue una serie larga de decisiones que se tomaron en torno al proyecto las que finalmente, conjugadas entre sí, terminaron llevándolo a esta crisis tan grave a la que se ha visto sometido.

Lo más importante qué debemos llegar a conocer es cómo se tomaron las decisiones, que no son solamente técnicas sino que provienen de una combinación entre la técnica y los objetivos financieros del proyecto. Quizá éste es el punto de no hacer más distingos en este tipo de decisiones. Cuando se toman decisiones se apunta a objetivos y esos objetivos son tanto técnicos como financieros. Es una integralidad indivisible (así parezca un pleonasmo). Entre los objetivos técnicos deben estar la funcionalidad y la seguridad de la estructura, y entre los objetivos financieros deben estar la rentabilidad y todos los conceptos de un buen negocio. Claro, no puede haber duda de que la seguridad tiene el primer puesto en la jerarquía. Todos los objetivos están finalmente condicionados por el riesgo y los entrelaza de una forma que los hace indivisibles. Como se supone que es natural, a mayor riesgo mayor rentabilidad, aparentemente. Este proyecto nos ha dejado ver claramente que lo anterior es falso. La frase correcta debería ser que a mayor riesgo mayor puede ser el desastre al que se enfrenta una organización que no es capaz de medir bien el riesgo que está asumiendo.
En el primer artículo que escribí sobre el tema en el año 2018, a pocos meses después de qué sucedió la tragedia, a solo un año de que sucediera el desastre del puente Chirajara, y relativamente a pocos años después del desplome del edificio Space en Medellín, expuse que más allá de la ética, que es tan relativa a cada persona y tan escasa en estas épocas, era precisamente la ausencia de la correcta valoración de los riesgos en la toma de decisiones la causa raíz del problema. Todos los proyectos qué han resultado fallidos en los últimos años, incluido el desplome del edificio del constructor pirata Quiroz en Cartagena, tienen un denominador común qué es la falta de apreciación adecuada del riesgo que se está asumiendo. No es suficiente decir que la codicia puede ser la causa de la toma de decisiones erradas, porque caemos en la sin salida de no encontrar cómo solucionar esto hacia el futuro, y que no quede duda, es vital solucionarlo.

Aunque todavía no hay un juicio sobre si en el caso de la hidroeléctrica se puede interpretar como codicia, las decisiones que se tomaron claramente estaban condicionadas por cumplir metas financieras, incluyendo y en forma muy importante, como lo demostró el informe de los ajustadores de las reaseguradoras, el objetivo financiero de los constructores para ganarse los 70,000 millones de premio por acelerar el proyecto. La pregunta que queda detrás de todo este mecanismo es sí todas aquellas personas que estaban buscando maximizar su utilidad a costa de la seguridad y de la calidad de las obras realmente estaban conscientes de que el riesgo asumido era suficiente como para que no solamente no se cumplieran sus objetivos financieros sino todo lo contrario, acabar con el negocio, con la reputación y con su futuro profesional.

Ni siquiera en el caso Quiroz se podría entender que hubiera tomado una decisión tan riesgosa si hubiera calculado correctamente el riesgo. Cuando se enfrentan decisiones de muy alto calado como las que se presentan en este tipo de proyectos, y no se valora bien el riesgo que se está asumiendo, es como si se desvaneciera ese riesgo y las personas caen en una condición de optimistas ingenuos, en la cual se retroalimentan con la ilusión de lograr un objetivo monetario sumamente importante ignorando que lo que les puede pasar es cientos de veces más negativo que lo positivo qué están buscando. Esta condición de ignorancia del riesgo ni siquiera permite plantear el dilema ético entre proteger la vida de miles de personas compitiendo contra la rentabilidad financiera que en teoría se obtendría.

La información nueva que llegó esta semana sumado a las declaraciones que se dieron en la W Radio a partir del informe mencionado, distan de ser un final, y más bien se convierten en un nuevo inicio porque las preguntas por responder se multiplican. Ahora ya no solamente estamos ante la expectativa de saber cómo se tomaron las decisiones de la alternativa de aceleramiento en el 2013 sino también de cómo se tomaron las decisiones durante la construcción de la galería auxiliar de desviación GAD a las cuales se refiere específicamente el informe: ¿quienes tomaron las decisiones? ¿los diseños solamente fueron producidos por los diseñadores y no fueron discutidos con los asesores internacionales? ¿con los interventores? ¿fueron solamente los constructores los que tomaron las decisiones en los aspectos constructivos? ¿no hubo visto bueno de la interventoría? ¿no hubo visto bueno general de EPM? Obtener este tipo de respuestas es absolutamente importante para poder corregir de aquí en adelante lo que está mal en lo que se han llamado incorrectamente los errores de ingeniería, qué más bien deberían ser llamados como los errores de proyecto como un todo indivisible.

El mismo tipo de preguntas nos quedan sobre las decisiones que se tomaron en el 2013. Es necesario aclarar que el hecho de abandonar los diseños originales no es suficiente para concluir apresuradamente que es la causa de todos los males porque la alternativa podría haber sido igualmente válida que unos diseños originales si hubieran tenido las mismas condiciones de aquellos, especialmente en su nivel de riesgo. De bulto, no las tenía porque se pasaba de 2 túneles de desviación a un solo túnel. Y sabemos también, que al considerar que el diseño del nuevo túnel de desviación sería igual al de los 2 originales (pero 1 solo como ya se dijo), era una condición demasiado gruesa no solamente porque su capacidad era insuficiente para la velocidad del flujo lo cual cambia drásticamente las condiciones de operación. Son cuestionamientos de tipo técnico pero que surgen directamente de la lectura de los hechos.

Cómo se ve, aún queda que tanto diseñadores, interventores como constructores puedan defenderse y explicar cómo fue que se tomaron esas decisiones durante la construcción de la GAD, pero en forma más que importante, cómo se tomaron las decisiones en el 2013 para aprobar el plan de aceleración del cual sabemos que los asesores internacionales se apartaron. No estamos al final de la historia, ni menos con la conclusión aún. Si queremos realmente aprender de este caso para que no vuelva a suceder jamás en el país, no solamente en proyectos de infraestructura y públicos, sino también para la construcción privada, tenemos que resolver todos estos interrogantes para el bien de la ingeniería, de los inversionistas, de los usuarios y del país en general.

@refonsecaz | Consultor en competitividad.

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