La tormenta perfecta

La situación de la economía global no deja de estar influenciada por la incertidumbre. Primero pensábamos que las vacunas iban a reducirla, permitiendo una apertura general de la economía, que a su vez generara un crecimiento del producto y del empleo. Sin embargo, la aplicación de las vacunas ha sido un proceso muy desigual, en el cual los países más pobres están bastante rezagados, con consecuencias negativas para toda la población mundial. A pesar de haber avanzado considerablemente en diferentes mecanismos para enfrentar el virus, cada semana surgen nuevas variantes e incluso algunos países, como Rusia y Ucrania, ya están enfrentando la cuarta oleada de contagios, que los han obligado a volver a imponer restricciones a la movilidad. Este hecho retrasa la normalización de la economía y fomenta la incertidumbre.

Sin embargo, además del covid-19 el mundo está enfrentando otro problema que apenas comienza a hacerse evidente y es la disrupción en la cadena de suministros global. La demanda de bienes y servicios se incrementó de manera sorpresiva en casi todos los sectores y sin capacidad de reacción de la oferta, que estuvo afrontando serios problemas durante más de un año. Este incremento en la demanda generó que en este momento haya escasez de transportadores, de espacio en puertos, de contenedores, y de bodegas para almacenar los bienes que genera el comercio internacional. Los principales puertos del mundo tienen tiempos de descargue que ya superan los 25 días, generando sobrecostos al transporte y escasez de materias primas y productos intermedios para las líneas de producción. Esto se traduce en menos productos finales disponibles para la temporada de fin de año. En general, el mercado soluciona estos excesos de demanda con mayores precios y ahí viene el tercer problema.

La inflación que está aquejando a casi todos los países, que en parte se debe a los desajustes en la cadena de suministros, pero en su gran mayoría se debe a las políticas monetarias expansivas implementadas para hacer frente a las consecuencias negativas de la pandemia sobre la economía. Después de la “fiesta” monetaria que se dio el año pasado y que hizo subir los precios de muchos activos de manera artificial, comienza una resaca cuyo principal síntoma es la inflación y que obligará a comenzar a tomar medidas para dejar de expandir las hojas de balance de los bancos centrales quienes usan dos medidas principales para reducir la dinámica de la política monetaria. Incrementar las tasas de interés o disminuir la compra de bonos del gobierno y de empresas privadas.

Las apuestas están en que antes de fin de 2021, en Estados Unidos y Europa anuncien el desmonte gradual de las compras continuas de bonos que vienen haciendo para desde hace más de un año. En cuanto a las tasas de interés, estas tienen efectos mas profundos sobre diferentes variables económicas por lo que el alza se espera para finales de 2022. Sin embargo, la alta inflación actual puede hacer que esta decisión se precipite, teniendo consecuencias fuertes sobre los bonos de los países emergentes, por ejemplo.

Para terminar, está la crisis energética que ha llevado a incrementos sustanciales en el precio del petróleo y de todos los combustibles fósiles. La caída de inventarios, el mantenimiento de las restricciones de oferta por cuenta de la OPEP y la expectativa de uno de los inviernos más fríos de la historia en Europa y China, que dependen en gran medida de los combustibles fósiles para calefacción, además de las demoras en el transporte marítimo internacional son los principales causantes.

Para Colombia, es una buena noticia unos altos precios del petróleo, también se espera que la tasa de interés del banco de la república, siga subiendo gradualmente hasta alcanzar un 4% a finales del próximo año; los bonos colombianos no paran de caer de precio desde que perdimos el grado de inversión aunque las recientes noticias positivas desde el punto de vista macroeconómico pueden cambiar esa realidad; la inflación también se va a mantener alta durante los próximos meses y algo muy rescatable es el cambio en las perspectivas de crecimiento para este año que se estiman en más del 9%, logrando llevar el producto a niveles prepandemia. Ojalá esto tenga consecuencias muy rápidas sobre el empleo y que la incertidumbre mundial no nos dañe la buena perspectiva.

@memosinist – Profesor Universidad Javeriana

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