A pocos kilómetros del lugar donde se presentó el desastre natural de Mocoa en 2017, que arrasó con decenas de barrios y culminó con la vida de centenares de personas, algunos habitantes de la región ven una esperanza en el cobre. Si bien los pobladores no olvidan las familias de varias generaciones desaparecidas, la Ruta Verde: de la Electromovilidad a la Transición Energética intenta que al menos algunos vean una oportunidad que le permita al municipio ser la sede del futuro energético del país o de la región.
¿Cómo desarrollar una industria circular en torno al cobre? Mocoa podría ser el faro, pero la característica de productor -a pesar de ser importante- no es la única. En el mercado un kilo de cobre cuesta 50 mil pesos, con ese kilogramo se pueden hacer motores para scooters y el valor agregado del scooter podría llegar a más de 5 millones de pesos, solamente con el uso de un kilogramo de cobre.
“Los minerales y las fuentes energéticas las tenemos y en demasía ¿Las usamos o no? Otra vez América Latina tiene los minerales que necesita el mundo. Desde esa perspectiva somos estratégicos si nos juntásemos, si nos juntáramos sentiríamos lo que significa el poder en una geopolítica que está variando en el planeta”, señaló Petro durante su intervención en la Sesión Plenaria del Consejo Permanente de la OEA en referencia al cobre y al litio.
Lo dicho por el mandatario va en sintonía con lo planteado en el Proyecto Mocoa. Una vez quede consolidado el primer Complejo Industrial de Cobre el país podrá producir paneles solares, transformadores, carros eléctricos, motores y generadores eólicos.
Pero más que una proyección a futuro, la cara de Mocoa está comenzando a transformarse. Por ahora, de la mano de Libero Cobre, quienes se encuentran en una fase de estudios técnicos y científicos de las 619 hectáreas que abarca el proyecto. El inicio del cambio se está gestando en Montclar, una vereda ubicada al norte de Mocoa. Sin embargo, han tenido que remar contra la corriente debido a una serie de reclamos del resguardo indígena Inga Condagua.
Caracterización de Montclar
Para llegar a la vereda es necesario atravesar el casco urbano de Mocoa y su bienvenida la da un puente colgante, que es la única comunicación de entrada y salida que tiene. En su vegetación se destacan los cañales y matas de plátano sembradas en pequeñas colinas que reciben el baño de múltiples quebradas, mientras el Río Mocoa la rodea con la sonora colisión de la corriente contra las rocas.
Desde que en 1945 llegó la familia Gaviria Calvache proveniente de Santa Rosa (Cauca) a la vereda que hoy se conoce como Montclar, el sector ha tenido un enfoque agrícola con el maíz, yuca y caña como eje. La colonización del territorio virgen en aquel entonces continuó con las expediciones de los Ruiz, Macías y Cerón, quienes ingresaron por San Antonio, la vereda vecina.
Con los años la población creció en Montclar y los más jóvenes emprendían travesías de más de dos horas para llegar a la escuela. Así fue la dinámica hasta que en 1984 Medardo Cerón donó lotes para el colegio construido en madera y para la Junta de Acción Comunal. Desde entonces comenzaron procesos de titulación y delimitación. De hecho, el nombre de la vereda se lo deben al ingeniero Fray Isidoro de Montclar, quien la delimitó y bautizó a las quebradas.
Solamente hasta 1971 la vereda comenzó a transformar su actividad y se abrió a la minería. Se dio con la llegada de Ingeominas a la parte alta del Río Ticuanayoy, al oriente de la vereda. Ellos hicieron los primeros estudios sobre la posibilidad de un hallazgo minero en la zona, ante cierta zozobra de los pobladores.
En 2007 llegó Vitugold. “En ese entonces, la presidenta de la JAC era Ercilia Ruiz y convocó a las comunidades, al alcalde y a Corpoamazonía, para que la empresa socializara el trabajo. En los alrededores del proyecto se realizaron pequeñas actividades y la empresa duró 7 meses”, señaló Betty Jiménez, integrante de la JAC de Montclar.
Para 2011 llegó Mocoa Ventures. “Con el aporte de ellos se lograron algunas cosas, pero no fue suficiente para nuestra vereda”, explica Jiménez. Con la salida de esta compañía pasó casi una década hasta la llegada de Libero Cobre, con la que se firmaron convenios y solicitud de permisos a los dueños de los predios en los que venían a comenzar la fase de exploración, en la que todavía se encuentran.
Actualmente, Monclar posee 146 viviendas y 158 habitantes, de los cuales el 90 % está vinculado al proyecto de Libero Cobre. La JAC recoge fondos para mantener el único acceso a la vereda, un puente colgante que atraviesa el sonoro y serpenteado sendero del Río Mocoa.
Los tropiezos del proyecto
Las cosas para la compañía no han sido fáciles, teniendo en cuenta que la actividad la ejercen en un territorio que es considerado por muchos de sus habitantes como Amazónico y que por tanto le obliga a cuidar de la reserva ambiental de la zona. Primero, tuvieron que ganarse la confianza de la comunidad y ahora enfrentan reclamos del resguardo Inga Condagua, quienes reclaman parte de la zona en la que se desarrolla la exploración.
En abril del año pasado hubo una tutela radicada por el resguardo para que se realizara una consulta previa y fue admitida. Lo anterior porque consideraban que el proyecto minero se desarrollaba dentro del resguardo. Sin embargo, Libero Cobre y el Ministerio del Interior impugnaron el fallo que se modificó en una segunda instancia. Del 21 al 24 de julio los representantes del resguardo, de Libero Cobre y del Ministerio del Interior constataron si había o no presencia del proyecto en territorio del resguardo.
Después de la visita la Dirección de la Autoridad Nacional de Consulta Previa resolvió: “Procede la consulta previa con la comunidad étnica accionante: Resguardo indígena de Condagua, localizado en el municipio de Mocoa, departamento de Putumayo en el marco del cumplimiento de las órdenes judiciales de 2° instancia emitidas por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Mocoa- Sala Única de Decisión”.
Los pobladores de la vereda señalan que la confrontación con el resguardo Inga Condagua ha disminuido y por parte de la compañía aseguran que se siguen tejiendo puentes para continuar con el proyecto sin tener incidencia o afectación del territorio étnico. Además, afirman que cuentan con los permisos de los dueños escriturados de los predios para realizar su actividad minera.
Este proceso fue tutelado por la comunidad de la vereda de Montclar y aún se encuentra en su fase de definición. En 2019 el Ministerio del Interior determinó que no procedía consulta previa, pero en 2022 esa decisión fue entutelada por el resguardo Inga. “Acataremos lo que defina el Ministerio del Interior”, señalan desde Libero Cobre.
Desde la arena política, Andrés Cancimance -representante a la Cámara por Putumayo por el Pacto Histórico- ha rechazado el convenio suscrito entre Libero Cobre y la Universidad Nacional en concordancia a los reclamos de la comunidad indígena Inga Condagua.
El “Proyecto Mocoa” que pone en riesgo los recursos hídricos de la región, violentó el acuerdo 020 de 2018 del Concejo Municipal y no cumplió con la consulta previa a los pueblos étnicos. Le pedimos a la Rectora @DollyMontoyaUN que revise este convenio. #ElAguaValeMásQueElCobre pic.twitter.com/o892FC3HAE
— Andrés Cancimance L (@CancimanceL) November 21, 2022
Por el momento, Libero Cobre continúa con su actividad centrada en trabajar con cobre reciclado para comenzar con una producción industrial a pequeña escala con scooters en sociedad con la compañía Hakuna. Para el año entrante esperan diversificar la producción con productos de primer uso como el cable, tuberías y repuestos para motores o transformadores; y en 2025 proyectan una expansión que contribuya a la transición energética para transformar los minerales de cobre a cobre metálico.
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