Mientras el presidente Petro avanzaba en su asombrosa visita a Estados Unidos, en Colombia, la ministra de agricultura se fue contra la ministra de minas y energía, e hizo un llamado a poner la transformación productiva en el frente de las políticas de desarrollo del gobierno. Es decir, la política nacional de reindustrialización PNR. Vamos por partes.
El presidente pone a jugar a Colombia en la geopolítica continental y global
- La manera como el gobierno y otras instancias de poder de Estados Unidos recibieron a un exguerrillero, ahora presidente de Colombia, refleja el apoyo a una definitiva agenda de paz. No olvidar que Petro, desde cuando nombró al embajador Murillo, ha hecho una intensa campaña para crear las mejores relaciones entre los dos países. Hace un mes una delegación de 200 funcionarios del gobierno nacional desembarcaron en Washington.
- La estrategia combinada de acciones para atacar al narcotráfico: fortalecer la interdicción a la cocaína por tierra, mar y aire; recursos para la revolución agraria con el fin de sustituir cultivos ilícitos; y apoyo a la transición energética.
- Los US$ 500 millones de Estados Unidos para un fondo internacional dirigido a salvar la Amazonia. Esta aspiración se hará realidad cuando Biden y Lula se reúnan, y luego cerrar con una cumbre entre América del Norte y la UNASUR para poner en marcha una estrategia común.
- Tal vez, el mayor logro de la visita es la propuesta de canjear deuda externa de los países en desarrollo por recursos para invertir en contra del calentamiento global y los factores que lo impulsan. Biden se comprometió a llevar el asunto al FMI.
- Finalmente, se abrió espacio a una negociación política con Venezuela.
Petro ha posicionado prioridades nacionales, regionales y globales. Esto no lo habían dimensionado los presidentes neoliberales. Por eso, esta visita es un golpe a la ultraderecha que se beneficia de la guerra, de la cadena del narcotráfico, de los cultivos ilícitos, de la extensión de la frontera agrícola para más territorios de coca, y de la corrupción del mercado económico y del mercado político.
Cecilia López y la política nacional de reindustrialización
En menos de quince días la ministra ha dicho en dos oportunidades que se iría feliz si le piden el cargo. Me parece un error cuando está cerrando una larga y muy honrosa carrera política y de tecnócrata. Parece que le duele más la salida de Alejandro Gaviria que la solidaridad con el presidente. En el ministerio de educación el cambio de ministros fue magnífico: la ministra Aurora Vergara es mucho mejor que el ministro que se fue.
Si la ministra presiona su salida, el relevo sería el viceministro Darío Fajardo, que no tiene las dudas de los liberales con el progresismo, porque es de una solvencia intelectual, ética y política de corte progresista a toda prueba. No se puede olvidar que el último liberal reformista fue Lleras Restrepo hace más de medio siglo, antes López Pumarejo, Gaitán fue un descomunal progresista radical de su tiempo, y el liberalismo está huérfano de lideres desde los asesinatos de Galán y de Lara Bonilla.
El neoliberalismo fue un salto al vacío que se refleja en los problemas que hoy padece Colombia comenzando por las reformas sociales a las que se opone. El Partido Liberal se convirtió en defensor incondicional e irracional del mercado y del retiro del Estado en los desarrollos estratégicos de la nación.
Las opiniones técnicas de la ministra, expresadas en voz alta en Medellín, tienen en parte razón, en otras no, y paso a explicarlo.
Tiene razón en cuanto a que lo más importante es la transformación productiva que en términos del programa de gobierno se plasma en la política nacional de reindustrialización (PNR). A reglón seguido dijo que sigue en importancia la transformación de la agricultura. Tiene razón, es prioritaria la soberanía alimentaria, aprovechar ventajas comparativas para exportar más productos agropecuarios, desarrollar y producir nacionalmente eslabones industriales de las cadenas y servicios que de ahí se deriven, y para afianzar una paz total mediante la reforma agraria que reducirá el cultivo de coca cuando su actividad no sea competitiva.
Sin embargo, se equivoca cuando alude que primero está la transformación agropecuaria que la transición energética, porque la transformación energética va de la mano de la transformación agrícola y de la vida en el campo. La transformación de la agricultura también va ligada al desarrollo de industrias de la salud y de un sistema de salud preventiva. Además, con la apuesta estratégica del sector de defensa en la PNR, por la producción de drones de uso en el campo, y el desarrollo de una industria naval más potente a partir de Cotecmar, para fines civiles y de interdicción. También con el sistema de movilidad vía infraestructura, y llevar conectividad digital a todo el sistema rural.
La PNR al frente de las políticas económicas
Por qué la ministra dijo lo que dijo. Si lo más importante es la transformación productiva, entonces se infiere que la PNR aún no está consolidada en el alto gobierno, porque el presidente habla de cambiar la matriz productiva para salir de la dependencia de los minero-energéticos, sin aludir a esta política, en consecuencia, los ministros del flanco económico tampoco hacen de esta política el centro de sus acciones cuando de producción y de innovación se trata.
La PNR se lanzó discretamente a finales de febrero. Nadie se enteró de ese lanzamiento. No estuvo el presidente. No se volvió a hablar de la profesora Mazzucato. Tampoco la ANDI, la SAC y otros gremios de la producción la promueven. Al asesor Ferrari poco se le escucha. Igual a Planeación Nacional. En las regiones el tema es asunto de otro planeta.
Las reformas de pensiones y laboral se pueden soportar y catapultar desde los horizontes de la PNR, porque a donde vaya la producción van la formalización y los derechos de los que trabajan, y el incremento del universo de pensionados.
Si este no es el momento de la reindustrialización, difícilmente habrá otro en los siguientes años, y Colombia será un referente de modelo infortunado, con casos aislados de importantes empresas innovadoras, y no un nuevo sistema productivo inteligente, emprendedor e innovador como consecuencia de un proceso deliberado de reindustrialización a largo plazo.
Si la PNR no está al frente de las políticas sectoriales estratégicas que están relacionadas con las apuestas estratégicas de la reindustrialización, no sucederá un proyecto nacional de nuevo desarrollo. Se irá Petro y un neoliberalismo aún más retrasado podría volver para desgracia eterna de Colombia.
El futuro de la PNR
Un Conpes sería la oportunidad para posicionar la PNR, con el compromiso del presidente de presidir cada cuatro meses el Consejo Nacional de Productividad e Innovación. Podría anunciar esta política en un acto nacional magistral donde estén el Estado, empresarios, emprendedores, investigadores y ONGs, y ahí lanzar la agencia nacional de industrias de la innovación. El tema es fascinante si se entiende su importancia, si se sabe comunicar educando a los medios que poco hablan de desarrollo, si se sabe estructurar en toda la complejidad de su dimensión y alcance, con lo que cuesta y sus metas, usando inteligencia artificial y big data analítica.
En la PNR están las autopistas de las oportunidades, de la esperanza y para el viaje de Colombia al futuro. Así lo han entendido los países avanzados desde la revolución industrial y las nuevas potencias industriales que han emergido en los últimos sesenta años, incluida Brasil. ¿A caso Embraer, Embrapa y Petrobras surgieron de la nada? Surgieron porque la política industrial y de ciencia y tecnología las hicieron posibles. No fue el mercado. Bolsonaro las quería privatizar, fracasó, aunque logró destruir la fábrica nacional de microelectrónica que Lula había creado en su primer gobierno. El neoliberalismo sobrevive en el mundo porque sobrevive en América Latina. Este sería otro tema a tratar con Estados Unidos y otras naciones, dada la nueva política industrial del presidente Biden, y las nuevas olas de políticas industriales nacionales que cruzan el escenario productivo y tecnológico mundial.
Alcancé a pensar que en la magnífica conferencia del presidente Petro en la Universidad de Stanford, remataría mostrando lo que está haciendo su gobierno con la PNR, e invitando a la universidad a trabajar en temas estratégicos de investigación e innovación en torno a la reindustrialización. Será en un siguiente viaje, cuando el embajador ante la Casa Blanca encuentre espacio en otras de las grandes universidades para establecer lazos de cooperación inteligente que contribuya a la revolución de la PNR, la cual se fundamenta en la agricultura, la energía, la salud, la defensa y la vida, y el desarrollo territorial.
Hay que traer a la profesora Mazzucato: la PNR es de grandes Misiones intersectoriales porque las miradas sectoriales son el pasado y las visiones intersectoriales el futuro. Las revoluciones industriales se juntaron. Así, una reindustrialización sectorial no deriva en una reindustrialización nacional. No existe ni en la teoría ni en la práctica de las políticas del siglo XXI.