Está visto que en Colombia las campañas presidenciales se han convertido en una verdadera desgracia, porque está demostrado que sin importar la candidatura por la cual se vote, tras bambalinas habrá algún tema oscuro por debajo de la mesa que en algún momento saldrá a la luz pública.
La duda que dejó el excongresista Armando Benedetti, al insinuar que la campaña ‘Petro Presidente’ habría recibido 15 mil millones de pesos que al parecer, no quedaron registrados en la contabilidad, puso una vez más la lupa sobre la manera en cómo se están financiando las campañas presidenciales.
No es la primera vez que sucede, ya vimos como las campañas de Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga quedaron estigmatizadas por los dineros de Odebrecht en 2014. La campaña de Iván Duque fue señalada de haber recibido en 2018, financiación del Ñeñe Hernández, un narcotraficante de la Costa Caribe. En 2002, Enilce López Romero, capturada por lavado de activos, aportó dineros a la campaña de Álvaro Uribe, hecho reconocido por el mismo expresidente, y por supuesto no se puede olvidar el ingreso de dineros del narcotráfico a la campaña de Ernesto Samper en 1994.
Todo lo anterior deja claro que no importa quien sea el candidato, en todo caso siempre existirá el riesgo de que algo turbio se pueda mover por debajo de la mesa para conseguir el fin de llevar a determinada persona al poder nacional.
Pero además es claro que también, quien aspire a la presidencia debe saber rodearse y rechazar a todo aquel que más adelante pueda generarle algún dolor de cabeza.
Me cuesta creer que Gustavo Petro no sepa o no conozca los alcances de un personaje como Armando Benedetti, acostumbrado a hacer lo que se le da la gana y sin pedir permiso a nadie.
No puede ser que el primer mandatario, que de bobo no tiene un pelo, no haya calculado a lo que se sometía recibiendo en su círculo a este excongresista que ahora amenaza con convertirse en una especie de Yidis Medina, a quien el Gobierno Uribe no le cumplió todo lo prometido para que cambiara su voto y permitiera la aprobación del articulito que abrió paso a la reelección presidencial, y ella, -llena de rabia acudió a la venganza- confesando sus culpas, llevándose por delante a todo el que pudo.
Más allá de investigar si hubo o no hubo dineros extraños o manejos por debajo de la mesa en la campaña presidencial de Gustavo Petro, es necesario que el Estado en su conjunto se una y trabaje en la idea de evitar actuaciones fraudulentas en las organizaciones de quienes aspiren a la Presidencia de la República, porque no puede que cada cuatro años el país se vea inmerso en escándalos por la misma causa.
@sevillanoscar