La mamografía, una prueba médica difícil para mujeres con discapacidad

Una de las pruebas médicas en las que las mujeres con discapacidad pueden presentar más dificultades de acceso es la realización de una mamografía, según advierte una guía elaborada por el Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (CEAPAT) del Imserso, en el que ha colaborado el Centro Español de Documentación e Investigación sobre Discapacidad (CEDID) del Real Patronato sobre Discapacidad, dependiente del Ministerio de Derechos Sociales.

“Esto sucede porque la mujer ha de posicionar cada seno en un espacio concreto, que puede ser de difícil acceso cuando utiliza silla de ruedas o presenta talla baja. Si el mamógrafo no es regulable en altura, la mujer no podrá realizarse la prueba”, advierte la publicación, titulada ‘Enfoque de género de la accesibilidad y los productos de apoyo para mujeres y niñas con discapacidad’.

Así, propone disponer de aparatos que permitan un espacio libre en su zona inferior a fin de posibilitar la aproximación de la silla de ruedas que, a su vez, sean regulables en altura, para ajustarse a la altura necesaria y que la paciente pueda acercarse, posicionarse y mantener dicha posición sin que le resulte difícil o incómodo.

Además, los autores de la guía señalan que ha de ofrecerse la opción de sentarse para hacer la mamografía y evitar así, por ejemplo, el riesgo de caídas por mareo o debilidad.

Esta es una de las muchas orientaciones que ofrece esta guía que tiene como objetivo mejorar la accesibilidad de los entornos y servicios utilizados por las 2,6 millones de mujeres y niñas que viven con alguna discapacidad en España (el 58,6% de la población con discapacidad, según reflejan los últimos datos del INE).

Concebido desde lo masculino

“Existe una relación entre género y accesibilidad a la que debe prestarse atención si no se quiere perpetuar esta doble discriminación. La ciencia, la salud, el urbanismo, la edificación, la justicia, la educación, el deporte se han concebido desde y por lo masculino, pensando en realidades corpóreas de un hombre blanco, heterosexual y de clase media”, avisa el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en la presentación del documento.

Uno de los aspectos que preocupa al Ministerio es “el derecho a la salud femenina” que, según advierte, “sigue sin estar garantizado por la falta de centros de salud u hospitales en los que una mujer usuaria de silla de ruedas pueda realizarse las pruebas ginecológicas”.

Tampoco existe, según añade, información en formatos accesibles que expliquen a mujeres con otros tipos de discapacidades, auditivas, visuales, intelectuales o con problemas de comunicación, cómo se realizan esas pruebas de diagnóstico y sus resultados.

Igualmente, Derechos Sociales pone de relieve que las mujeres siguen sosteniendo los cuidados en España y propone tener en cuenta los patrones de movilidad en las ciudades según los roles de género.

“Los desplazamientos de las mujeres son más cortos, pero más complejos porque, además del trabajo, contemplan diferentes destinos enfocados al cuidado de terceros y del hogar. En cambio, los desplazamientos de los hombres son viajes de larga distancia, de ida y vuelta, de casa al trabajo”, subraya el Ministerio.

Barreras en el entorno

Entre las barreras físicas que se encuentran las mujeres y niñas con discapacidad en España, la guía destaca las relacionadas con el entorno construido, con la falta o escasez de transporte accesible y con las de acceso a la información y la comunicación.

Según señala el documento citando datos del INE, las mujeres con discapacidad encuentran más dificultades en el desplazamiento por edificios, en comparación con los hombres con discapacidad (33,3% frente al 26,3%); así como en espacios urbanos próximos (25,8% de las mujeres frente al 20,2% de hombres).

Así, la guía propone la estrategia de diseño universal, es decir, el diseño de entornos que puedan ser utilizados por todas las personas, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado, aunque sin excluir productos o tecnologías de apoyo para grupos particulares de personas con discapacidad.

Además, en cuanto a las dificultades para el acceso a la información y comunicación, los autores de la guía instan a elaborar y difundir información accesible dirigida a las mujeres con discapacidad víctimas de violencia y abuso, eliminando las barreras de comunicación.

En este sentido, la publicación recoge algunos ejemplos como el de Pepi, una mujer con una discapacidad sobrevenida que necesita una silla de ruedas para su desplazamiento y apoyos para su atención personal. Desde su discapacidad, cuenta que su marido no se comporta igual con ella, y ve un reportaje sobre un gesto manual que pueden hacer las mujeres para avisar de una situación de maltrato pero que ella no puede realizar debido a la artrosis asociada a su discapacidad.

Según señala la guía, esta mujer, finalmente, decide pedir ayuda gracias a una tertulia en la que explican diferentes servicios de apoyo a mujeres en su misma situación y formas de contacto accesibles.

Por otro lado, el documento dedica un apartado a productos de apoyo para diferentes ámbitos como la sexualidad femenina, la menstruación, el embarazo, el parto o la crianza.