Por: Juan Camilo Castellanos M.
La capital de la República es una ciudad que según datos oficiales está sobre los ocho millones de habitantes, millones de almas que, sin importar los estratos, día a día viven bajo el mismo sol, las mismas lluvias, quedan en los mismos trancones, bien sea en un carro de mil o de diez millones de pesos y respiran el mismo pésimo aire.
Mismo aire, aunque no en las mismas cantidades de contaminación, más aquellos que viven en las localidades de Puente Aranda, Kennedy o Ciudad Bolívar, localidades que superan el altamente contaminado aire de la ciudad donde hay el conocido Material Particulado, (PM2,5) en una concentración de 13,7 µg/m3, que en dichos sectores es más del doble en la ciudad y del país, si se tiene en cuenta los parámetros de calidad del aire recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta mole, que a juzgar por las cifras oficiales de la secretaria de educación tiene alrededor de 750 mil niños, niñas y adolescentes en el programa de alimentación escolar (PAE), en los 409 colegios distritales de la ciudad aproximadamente, más la población escolar en los más de 1.782 colegios o instituciones educativas privadas, podríamos estar hablando de más de 1.5 millones de niños, niñas y adolescentes escolares, que se incrementa si pensamos que la comunidad de estudiantes universitarios esta cercana a los 700 mil
La gran mayoría de ellos, todos los días luego de su jornada educativa, vuelven somnolientos a sus hogares a realizar tareas, ver la tv o conectarse a sus dispositivos móviles y de consolas de juego virtual, muchos de ellos sin la compañía de papá o mamá, porque estos, acuciosamente se encuentran laborando para intentar brindarles un futuro mejor a los críos.
Esta inmensa masa poblacional no tiene una política pública de recreación y deporte clara, que indique cual debe ser el rumbo para atender las necesidades de este grupo ciudadano en estos temas que les permita tener la posibilidad de emplear su tiempo libre en algo productivo en lo deportivo y recreativo que sea por lo menos conducente para un desarrollo integral, de mente y de cuerpo.
Jóvenes o adultos, pueda que encuentren escenarios culturales, fílmicos o artísticos en la ciudad, pero cada vez encuentran menos espacios para el deporte y la recreación, la gran mayoría de ellos cooptados por los “jíbaros” de drogas ilegales que los acechan en busca de tenderles la red para que caigan en su telaraña y así, mañana sean sus clientes.
Ahora bien, la reciente sentencia de la H. Corte Constitucional ratificando la restricción al consumo de drogas ilícitas en parques y espacio público es un aliciente, una herramienta que podrá ser usada para que las autoridades nos ayuden a recuperar estos espacios, sin embargo, la policía no da abasto y el IDRD se quedó corto, es una entidad que simplemente se encarga de administrar unos espacios recreo deportivos con un mínimo presupuesto que al parecer no le alcanza ni para repararlos o para mantenerlos.
Por ello vemos a cientos de escuelas deportivas privadas de la ciudad, mandando a reparar rejas, gramas, luces y puertas de dichos escenarios, sacando de lo poco que logran recaudar del pago que los padres de familia hacen para tener a sus hijos en estas actividades complementarias.
Estas escuelas se quedan solas, sin ningún apoyo más que el que logren hacer con patrocinios de carácter privado, muchas veces asumiendo tener como competencia las mismas entidades públicas que a través de un contratico de las alcaldías locales, de vez en cuando le dan dotación en implementos deportivos a los chicos y chicas, quebrando así a muchas de estas escuelas.
Son cientos de iniciativas sociales, privadas en más del 90%, que con sudor y mucho carisma se las ingenian para tener a miles de jóvenes disciplinados, juiciosos, ocupando su tiempo libre en la práctica de algún deporte, de alguna actividad recreativa, enfocados en hacer lo que les gusta, sin embargo, jamás hay atención de los nutricionistas, psicólogos, deportólogos, y demás personal técnico y profesional al servicio del IDRD, haciendo una revisión a los jóvenes que son entrenados.
Tampoco hay un estímulo directo para la juventud la cual los motive a que sí se mantienen en dichas actividades recreo deportivas puedan obtener algún beneficio académico, una beca deportiva o un aliciente para su formación integral, un aprendizaje para el auto sostenimiento de la escuela o de ellos mismos.
Todo esto se da por falta de una política clara del deporte en la ciudad, un ente rector que cree la política pública del deporte y la recreación en la ciudad, con un propósito definido para los diferentes grupos poblacionales, sean estos infantes, jóvenes o personas mayores, una ruta que además se articule con la política pública nacional, un verdadero doliente del deporte y la recreación en la ciudad, no un apéndice del sector cultura.
Por lo anterior, creemos que esta ciudad está lista para tener una secretaria del deporte y recreación, que genere la articulación con la secretaria de cultura, la de educación y la de salud, para la generación de una cultura ciudadana de vida saludable, pero también, un complemento evaluable del deporte y la recreación como elementos complementarios de formación académica habilitante para beneficios para ser becados en carreras universitarias o técnicas, así estas nuevas generaciones, podrían enfocarse más en la práctica deportiva y tendríamos menos sedentarismo infantil.
Una secretaria del deporte capaz de generar un derrotero de política pública del deporte para la ciudad, basada en sus propias realidades y necesidades, construida con sus actores naturales, los gestores deportivos de la ciudad, sus dolientes y los verdaderos héroes y heroínas para quitarles, arrebatarles futuros clientes a esos demonios que acechan en cada parque y en cada esquina al futuro del país y la ciudad.