La nueva geografía del narcotráfico y el magnicidio de Fernando Villavicencio

El asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia del Ecuador, prendió las alertas sobre la penetración del narcotráfico en ese país. En varias de las investigaciones realizadas por Villavicencio cuando fue periodista, y posteriormente asambleísta, se evidencian denuncias contra las mafias de la corrupción en el gobierno y señalamientos contra la presencia de grupos narcotraficantes en Ecuador.

Hace algunos días el candidato declaró que él y su equipo de campaña recibieron amenazas de José Adolfo Masías Villamar, alias ‘fito’, líder de ‘los choneros’, grupo criminal vinculado al cartel de Sinaloa. Alias ‘fito’ está en prisión desde 2012 con una condena de 34 años, luego de probársele los delitos de delincuencia organizada, narcotráfico y asesinato. El cartel de Sinaloa estableció alianzas con los ‘choneros’ desde inicios de este siglo y es una organización criminal manejada, desde la cárcel, por el propio Masías Villamar. Inmediatamente después del magnicidio, un grupo de encapuchados, fuertemente armados y vestidos de negro se adjudicó el atentado. Los ´lobos´, como se autodenominan, es una escisión de ‘los choneros’ vinculados con el cartel Jalisco Nueva Generación, en disputa con el cartel de Sinaloa. La cuestión se complica porque al día siguiente del asesinato de Fernando Villavicencio un nuevo grupo, también llamados ‘los lobos’ (pero esta vez con la cara destapada y vestidos de blanco), manifestaron no tener nada que ver con el atentado mortal.

Lo cierto es que, desde hace algunos años, la violencia en Ecuador se ha incrementado por el control de las rutas del narcotráfico entre el cartel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación. Por ejemplo, en noviembre del año pasado, el presidente de la república, Guillermo Lasso, decretó el Estado de Excepción con toque de queda en las ciudades de Guayaquil y Esmeraldas tras varios ataques armados en los que quemaron carros, un bus escolar, lanzaron bombas a gasolineras, a las oficinas del alcalde del cantón Durán, dispararon contra Unidades de Policías Comunitarias, capturaron como rehenes a ocho guías penitenciarios y resultaron muertos cinco policías.

El incremento en la violencia se evidencia, también, en las cifras de homicidios, parecidas a las sufridas por Colombia a finales de la década del ochenta. En 2021 la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes fue de 13,89, mientras que en 2022, subió a 26,68, casi el doble (según estimados tasa de homicidios llegará a 40 este año).

La mayoría de los asesinatos se han concentrado en la Zona 8, donde están ciudades como Guayaquil, Esmeraldas y Samborondón. Este es uno de los puertos más importantes que tiene Ecuador para la comercialización de sus productos con el exterior. Los carteles mexicanos están dejando de lado las rutas de envío del narcótico por el caribe colombiano, Venezuela y Buenaventura, para desplazarse hacia los puertos del pacífico ecuatoriano. Obedece a este desplazamiento la crisis cocalera que viven campesinos del Catatumbo, Nariño y Cauca.

La zona de mayor producción de hoja de coca en Colombia se ubica, ahora, en una franja de 10 kilómetros a lo largo de la frontera colombo ecuatoriana, del lado colombiano, como lo señaló el presidente Gustavo Petro hoy en su cuenta de X.

El Amazonas se convirtió en una región donde sus ríos están siendo utilizados para el transporte de la hoja de coca y sus cuencas en la transformación en alcaloide. Mientras que los puertos de Perú y Ecuador están siendo utilizados para el envío de cocaína al mercado asiático, lo propio esta pasando con los de Brasil y Argentina para el transporte de la droga a Europa. Estados Unidos dejó de ser un mercado atractivo, pues la demanda de los consumidores de droga se ha trasladado al fentanilo, convirtiéndose en otra de sus crisis de salud pública.

El crimen en América Latina tiene cada vez más tintes internacionales. A lo acaecido en Ecuador, se suma el asesinato del Fiscal paraguayo Marcelo Pecci en el caribe colombiano, la presencia de mafias en Argentina y Brasil, de los soles en Venezuela, una nueva economía ilícita en Bolivia, todo ello articulado a los carteles mexicanos. El asesinato del candidato Fernando Villavicencio tiene que ser leído en la reconfiguración de la geografía del narcotráfico y no como un asesinato político perpetrado, presuntamente, por seis colombianos que están en manos de la justicia ecuatoriana.

Maylor Caicedo