En el escenario educativo global, las mujeres están liderando una revolución silenciosa, desafiando las convenciones arraigadas y construyendo un camino hacia la igualdad de género. Aunque se han logrado avances significativos, subsisten desafíos que son enfrentados por las mujeres en la búsqueda del sentido que debe existir en la educación como movilizador social para los grupos históricamente subordinados. Más allá de cuidadoras por naturaleza, las mujeres son formadoras, en este artículo, exploramos las complejidades de la experiencia de las mujeres y descubrimos cómo, a través de decisiones pequeñas, todo un campo se puede transformar.
La fuerza detrás del liderazgo femenino
Las mujeres poseen un increíble poder para liderar y transformar cualquier escenario. Sin embargo, a pesar de que constituyen la mitad de la población, su presencia en los puestos de liderazgo es desproporcionadamente baja. Según datos recopilados por “ONU Mujeres muestran que, a 1 de enero de 2023, hay 31 países donde 34 mujeres se desempeñan como Jefas de Estado y/o de Gobierno. Al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años“. Esta brecha en el liderazgo con poder de incidencia, es un recordatorio contundente de que aún queda mucho por hacer para alcanzar la verdadera igualdad.
Desafíos sistémicos para la inclusión
Las mujeres continúan enfrentando obstáculos en el acceso a oportunidades laborales y a posiciones de liderazgo, especialmente en industrias tradicionalmente dominadas por hombres. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “sólo el 47% de las mujeres en edad de trabajar participan en la fuerza laboral global, en comparación con el 74% de los hombres“, datos que se modificaron tras la pandemia y que obligaron a que las mujeres se quedarán en casa sin reanudar la búsqueda de empleo. Esta disparidad se debe cuestionar para evaluar las estructuras y prácticas empresariales que perpetúan la desigualdad de género.
Equilibrio entre trabajo y vida personal
El equilibrio entre el trabajo y la vida personal ha sido históricamente un desafío para las mujeres. De acuerdo con una entrevista realizada al ex-director del DANE, Juan Daniel Oviedo, “las mujeres que hacen tanto trabajo pago como no pago, considerada como la ‘doble jornada’, tienen en promedio jornadas de trabajo de 13 horas y media al día. Los hombres, de 11 horas y 40 minutos. Además, la brecha de género en la carga total de trabajo, entre los dos periodos contemplados en el estudio, se amplió en 50 minutos diarios, que representan unas seis horas a la semana, precisó el funcionario“, es decir, las tareas domésticas y el cuidado de los hijos e hijas aumentó para las mujeres. Esta carga desigual dificulta la capacidad de las mujeres para avanzar en sus carreras y lograr un sentido de plenitud en todas las áreas de sus vidas, incluyendo el abandono de su educación.
¿Cómo superar los desafíos?
- a) Acceso a la educación: Si bien es cierto las mujeres obtienen más títulos universitarios que los hombres, ellas no obtienen el mismo grado de experiencia al no poder ser ocupadas en posiciones de liderazgo, es necesario que los cargos estén ocupados por quienes demuestran habilidades y conocimientos sin privilegiar el género masculino. A nivel escolar, en los países afectados por la violencia y el conflicto, las niñas tienen el riesgo 2.5 veces más alto de no asistir a la escuela que los niños, sin mencionar las barreras religiosas, culturales y biológicas que existen en determinados países y continentes frente a la educación que se puede dar/permitir a las niñas y mujeres.
- b) Cultivar una mentalidad inclusiva: Las empresas deben cultivar una cultura inclusiva y de equidad que valore las perspectivas y contribuciones de las mujeres. Esto implica eliminar los sesgos inconscientes y fomentar una cultura de colaboración y respeto mutuo.
- c) Fomentar el apoyo y el empoderamiento: Es fundamental que las mujeres se apoyen y se empoderen mutuamente. A través de programas de mentoría y redes de apoyo, las mujeres pueden compartir conocimientos, establecer conexiones y fomentar el crecimiento personal y profesional.
- d) Políticas de igualdad de género: Las empresas deben implementar políticas sólidas que promuevan la igualdad de género, desde la equidad salarial hasta la promoción de la formación continúa para apostar sobre su liderazgo. Estas medidas ayudarán a crear un entorno en el que las mujeres puedan prosperar y alcanzar su máximo potencial.
Las mujeres están desafiando las limitaciones impuestas por la sociedad y están construyendo un mundo más inclusivo y equitativo. Al reconocer y abordar los desafíos que enfrentan, y al aprovechar el poder de la diversidad, podemos impulsar un cambio duradero. Siguiendo el ejemplo inspirador de mujeres líderes en todo el mundo, estamos llamados a forjar un futuro en el que el talento, el éxito y las oportunidades sean verdaderamente igualitarios para todas y todos. Todo inicia con la educación.
Pedagoga y neuropsicóloga