La política de bobos contemporáneos al estilo Trudeau

@Marcial__Munoz

Marcial Muñoz

Dice un viejo proverbio que “en política se puede ser todo menos bobo”. Eso debía quedar para la antigua política porque en la nueva, la actual, la que nos toca sufrir, estamos desbordados de bobos contemporáneos. Todo se hace para figurar bonito en Instagram, todo vale por cultivar una imagen postiza que transmitir y darle la ración de falsa felicidad y perfección al pueblo en las redes sociales. Todo vale, hasta que los bobos lleguen a mandar en países importantes.

El último ‘pseudo escándalo’ postizo, recubierto de insufrible jarabe de corrección política, viene de un país supuestamente serio como Canadá. Parece que dicho país no tiene problemas porque no hay nada más importante en nuestro vecino del norte-norte que, que su Primer ministro, Justin Trudeau, siendo un imberbe adolescente, se sacara una foto vestido de Aladdin pintado con betún negro en una fiesta temática de las Mil y una Noches. ¿Se puede ser más ridículo? Pues sí oiga, sí se puede ser más ridículo. La pseudo polémica viene porque la líder del partido verde de dicho país, la señora May, le exigió públicamente pedir perdón por el gesto racista.

El culmen del cretinismo contemporáneo (pensábamos que lo habíamos visto todo, pero no) viene cuando, ni corto ni perezoso, el bobo-Primer Ministro Trudeau salió ante los medios de comunicación, con lágrimas en los ojos (sí, ha leído bien, con lágrimas en los ojos), a disculparse por tan inmensa ‘ofensa moral’.

Señor Trudeau, permítame que le diga, usted está faltando el respeto a la gente, al pueblo, a la democracia, a los ciudadanos que le votan para solucionar los problemas del día a día: desempleo, economía, educación, sanidad… no para que haga el ridículo hablando de polémicas interesadas e intrascendentes. Si hay enfermos mentales que piensan que disfrazarse como usted lo hizo aquella famosa noche hace es un ‘acto racista intolerable’ es que algo va mal en la sociedad que ustedes controlan, y más bien trabajen por cambar eso. Convirtiéndose usted en un histérico más de esta nueva corriente de corrección política le hace mucho daño a la democracia de su país, y a la de otros.

Presidente-Canada

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá

Estas cosas suceden cuando la política está gobernada por los gestos más que por las convicciones, cuando gobiernan seres débiles, manipulables y temerosos en la toma de decisiones serias, estructurales, que cambian vidas; y se limitan a hacerse fotos con medias de colorinches para posar FELIZZZZZZZZ con una sonrisa al estilo Colgate en la red social de turno.

Políticos idiotizados, mediocres, que en el fondo lo que hacen es generar desafección entre el pueblo y quienes los gobiernan; y aún peor entre las élites culturales e intelectuales, que ven con sorpresa como la consolidación de la democracia no era el que llegara al poder el mejor dirigente posible, sino el triunfo de los políticos oportunistas y débiles.

Así que querido amigo colombiano, si usted pensaba que sus dirigentes eran flojos, ya tiene el triste consuelo de que realmente fuera de nuestras fronteras los hay mucho peores: los bobos contemporáneos que abundan no solo en Canadá, sino también en España, Reino Unido, Francia, Grecia, ni qué decir, Estados Unidos, verdadera incubadora de estas nuevas especies de políticos.

Lamento no ser muy optimista, nos dirigimos a un abismo, un nuevo status político en el que no sabemos muy bien en unos años qué modelo nos va a regir. Por este camino claramente pronto veremos la derrota de la democracia tal y como se concibió en la antigua Grecia hace 27 siglos y se revisó posteriormente en Francia e Inglaterra en el siglo XIX, cuando no había Instagram.

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