La vacuna milagrosa y otros milagros de la vida en Navidad

Marcial Muñoz

La vida te cambia de un segundo para otro. Si no intenten recordar sus deseos de Fin de año hace 12 meses… y en qué han quedado. Hace nueve meses, cuando comenzaba este doloroso parto llamado Covid-19, ya escribía en estas mismas líneas que de esta sólo nos acabaría librando la ciencia. Me reafirmo, estamos más cerca, aunque debemos tener cautela en estas primeras semanas-meses. Esta es una larga guerra. Hay que ver si las vacunas son tan efectivas como en los ensayos, si no tienen efectos secundarios en una parte de la población y, sobre todo, si son tan efectivas ante las mutaciones del Covid-19, que ya llegaron como no podía ser de otra manera, en esta película de terror a la que asistimos desde enero pasado. ¿Qué deseos pedirán este año? Elijan bien no pidiendo frivolidades.

Tengo la certeza de que acabaremos derrotando al Covid-19. La ciencia, como ya ha pasado con otras enfermedades anteriormente, se impondrá. En Europa y Estados Unidos la vacuna contra el coronavirus ya es un hecho. Ya está en la calle al igual que el virus y es una cuestión de tiempo empezar a comprobar sus efectos y confiar en que en los próximos meses se vaya logrando una ‘inmunidad de rebaño’ más o menos extendida para ganar esta batalla. No obstante, no se engañe, el virus no va a desaparecer por arte de magia. Nos tocará (con)vivir quien sabe si para siempre con esto. Y se acabará normalizando como otras enfermedades.

Afortunadamente, en los últimos 60-70 años la revolución médico-científica ha sido extraordinaria y ello ha propiciado, por ejemplo, que de media en el último siglo una persona tenga una esperanza de vida del doble que las personas de finales del siglo XIX.

Incierto futuro

Nadie sabe. Ni la OMS, ni los médicos, ni por supuesto los políticos o usted o yo mismo. Hay que aprender a vivir así y adaptarse, cosa que lleva haciendo el ser humano desde las cavernas, y en eso somos extraordinarios. Y evolucionar, seguir evolucionando como llevamos miles de años.

Lo que sí coincidirán la mayoría es acabar con la incertidumbre actual. Deseamos todos es que en este 2021, que iniciará en unos días, muchos son los sueños e ilusiones atrasadas por cumplir. A mucha gente le invade el sentimiento de que este año que ya termina ha sido un año perdido, meses encerrados en las casas, con una socialización bajo mínimos; o cuando no se quedó sin empleo, o peor aún, perdió a un ser querido.

Personalmente estoy convencido de que lo peor de esta pandemia fue el miedo inoculado en la gente. Especialmente en los meses de marzo a mayo, El miedo a morir, a sentir que todos éramos vulnerables ante algo desconocido, y sobre todo, el miedo a vivir. A casi nadie le importó renunciar a sus libertades más básicas por huir de virus que nos alcanzará a todos en una u otra medida. Se daban por bien empleadas todas las medidas restrictivas de los gobiernos con tal de intentar frenar la pandemia. Demasiado tentador para la mayoría de los gobernantes sedientos de poder. 2020, al menos para mi, será recordado como el año de muchos retrocesos en nuestras vidas. Retrocesos y miedos que serán difíciles de eliminar. Y desde ayer, también como el año de mi pequeño milagro.

Ojalá comencemos a ganar la otra gran batalla de la pandemia. La de nuestras vidas. La de la valentía de afrontar nuestras propias decisiones porque valiente no es el que no siente miedo, sino el que sigue su camino con determinación, con fortaleza, a pesar de tenerlo. Es la hora de mirar al futuro sin grandes temores, de confrontar la situación personal/profesional sin esperar a que un político nos ‘solucione la vida’. Ya sea usted empleado, empresario, estudiante o un simple vividor, retome el control de su vida. Haga las cosas por usted mismo y no porque le digan lo que tiene que hacer cual cordero a punto de entrar al matadero. Sólo de esta manera saldremos adelante. Con berraquera personal.

Motivos para la esperanza

Nada en la historia ha salvado más vidas que las vacunas. Ese es un motivo para la esperanza. El resto de motivos para el próximo año son solo de ustedes. Busquen cada uno el suyo y exprímanlo para vivir la vida que quieren ustedes.

Y termino. Esta columna bien podría ser póstuma. Hace unas horas sufrí un aparatoso accidente de carretera del que afortunadamente salimos ilesos de una manera increíble tanto mi familia, con la que viajaba, como yo mismo. Igual ya no debería estar en este mundo. Y ese sentimiento me da una extraordinaria fortaleza. Los milagros existen y más en Navidad. Y no solo eso, más que nunca, la vida me ha demostrado que siempre hay motivos para la esperanza, la ilusión y sobre todo el agradecimiento por todo lo que tenemos y que se pierde en una fracción de segundo. Con el Covid-19 también hay motivos de esperanza. Así que toda la fuerza y ánimo para 2021. Despidan de la mejor manera este extraño 2020 y no olviden ser felices.

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