El municipio de Valencia en el departamento de Córdoba, el mismo que años atrás fue tomado por los paramilitares comandados por Carlos Castaño, quien llegó a la finca ‘Las Tangas’, despojando a miles de campesinos y pobladores de la zona, hoy se proyecta como el epicentro del cultivo de papaya, según narraron para Confidencial Colombia un grupo de 100 familias víctimas del conflicto que impulsaron este proyecto.
Este conjunto de personas se agruparon con un solo fin: trabajar para sacar adelante un proyecto de desarrollo rural fundamentado en el cultivo de papaya, producto agrícola que forma parte de la economía de este departamento hace más de 40 años.
Las diferencias que un día separaron a estas familias quedaron atrás y aunque no fue fácil ponerse de acuerdo, los resultados que arrojan las 40 hectáreas del Proyecto ‘Fortalecimiento a la Cadena Productiva de Papaya’, demuestran que cuando se quiere, se puede.
Por el momento según lo narra, Huber Darío Yáñez, coordinador comercial del proyecto, las ventas se han concentrado en el mercado nacional pero su meta es llegar a unos cincuenta países.
Son proveedores en diferentes ciudades del país en el mercado de alimentos y estudian las posibilidades de ingresar en el uso industrial de la papaya según dice Hernán Yesid Hernández, vicepresidente del proyecto.
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De acuerdo con Edilberto Flórez, presidente de esta asociación, para conseguir este objetivo, la iniciativa cuenta con la ayuda del Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA., quien les capacita constantemente, al igual que hace la Universidad de Córdoba. Desde el nivel nacional tienen el apoyo de la Agencia de Renovación del Territorio (ART), encargada de canalizar los recursos necesarios para llevar estos planes a la realidad y, por supuesto de las autoridades nacionales y departamentales.
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Aunque los cultivos hoy son realidad y la técnica aplicada ayudó para que el objetivo se cumpla, no todo es felicidad. Para llegar hasta los sembrados es necesario realizar largas caminatas por caminos de trocha que suelen ponerse complicados en épocas de lluvias, situación que pone en evidencia la necesidad que tiene el país para que se avance rápidamente en la construcción de vías terciarias que permitan conectar estos centros de cultivo y producción con las vías principales que conducen a los lugares donde se encuentran las fábricas y los centros de acopio.
Aún así, estas 100 familias no desfallecen y aunque deben someterse a extenuantes jornadas de trabajo bajo el sol cordobés, al terminar su jornada para regresar a sus hogares sienten la alegría y satisfacción de ver que los frutos de su trabajo se pueden palpar.