Los “falsos positivos”: más allá de una cifra

Las declaraciones de la JEP anuncian que el número de víctimas de las ejecuciones extrajudiciales, más conocidas como “Falsos Positivos”, han llegado a una cifra de 6.402 entre 2002 a 2008. Cifra que nos invita a reflexionar sobre varios temas: En primer lugar, es necesario reconocer que hay familias, rostros e historias, detrás de cada cifra. Es imposible olvidar como estos jóvenes conducidos por la necesidad y la promesa de un trabajo “bien pagado”, días después, fueran presentados como guerrilleros muertos en combate. Es imposible olvidar la lucha incesante de todas las familias por la verdad, la justicia y reparación.

Asimismo, es lamentable que, en los últimos días, el general Mario Montoya haya mencionado que los culpables “eran soldados muy pobres, ignorantes, no entendían la diferencia entre resultados y bajas, por eso cometieron los falsos positivos”. Llama la atención el carácter discriminatorio en la frase del General Montoya. Dice “-eran soldados muy pobres, ignorantes- “afirmación aberrante en contra del soldado que ha sido reclutado para defender la patria. Los gobiernos de los últimos 30 años se han caracterizado por estigmatizar a los pobres y tratarlos tal como lo hace el General. La profunda desigualdad social conduce a crear la idea de que los pobres son ciudadanos de quinta, por parte de quienes han ostentado el poder. Ese pensamiento invasor y colonial redujo a nuestros aborígenes a ser visto como animales. Pareciera que se quiere inculcar en el pensamiento social la idea monstruosa de que los pobres e ignorantes no se deben ver como ciudadanos.

Lo anterior, pone en evidencia graves problemas de la institución militar: En primer lugar, estructurales: ¿Cómo ha funcionado su estructura? Esta cuestión es relevante para entender la cadena de mando a quienes estos soldados rasos, “pobres e ignorantes”, obedecieron y bajo qué condiciones se establecieron las órdenes. Por lo tanto, conocer la respuesta a la pregunta planteada nos permitiría establecer la verdad tan anhelada por las familias de las víctimas y por todos los colombianos que creemos en la paz.

El segundo tema fundamental es ¿Cómo funciona la jurisdicción penal militar? La cual ha generado la desconfianza de la ciudadanía y, sobretodo, de las víctimas. Quienes han quedado con la sensación de impunidad que, a lo largo de los años, sólo se acrecienta. La jurisdicción ha demostrado que, en algunos casos, no existe reparación, ni justicia en las imputaciones a los culpables de graves violaciones a Derechos humanos, dando como resultado: un intenso dolor en un largo proceso judicial que no clarifica lo sucedido.

Para finalizar, como ciudadanos debemos comprender que los militares tienen una doble responsabilidad: hacer cumplir la ley, y proteger la vida y la democracia. Para que en el país existan oficiales, agentes y soldados admirables que cuiden la vida. Que nos permita construir un país en paz, sin olvidar que, como lo menciona Gabriel García Márquez: “lo importante no es hacer la paz sino estar haciéndola”.

@cancinodiegoa

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