Los niños invisibles de Colombia

Existe una ceguera que es voluntaria, una evasión pasiva de la realidad; cuando la verdad nos escandaliza tan fuerte que preferimos cerrar los ojos. Es lo que pasa al convivir con una injusticia que no somos capaces de reconocer, porque implica confesar una culpa de la que participamos todos, al menos con nuestro silencio. Hoy en Colombia hay una inmensa población de niños invisibles, no porque no sea posible verlos, sino porque los deshumanizamos para permanecer tranquilos. Los niños más invisibilizados en Colombia están escondidos en los vientres de sus mamás, los podríamos ver con toda facilidad, pero no queremos, pues no lo soportaría nuestra conciencia.

A pesar de nuestra ceguera, la medicina los considera pacientes. Le escuché a un Neurocirujano Pediatra, en un foro en el Congreso, afirmar que él realiza cirugías totales desde la semana 16 de gestación a estos niños, aplicándo anestesia por vía “sistémica a través de la placenta, intramuscular y local”. ¡Les aplican anestesia, sienten dolor! Y esto no es difícil de constatar, cuando se redactó el Código Civil, que afirma que eres persona cuando naces, las ecografías eran absolutamente insuficientes, pero hoy contamos con ultrasonidos incluso en 4D. Hoy los vientres tienen ventanas para mostrarnos lo que esconden, es la maravilla de la ciencia.

Y, ¿por qué entonces tanta ignorancia voluntaria? Porque lo que hemos permitido es gravísimo: desde el 2006, nada más dos instituciones en Colombia se han encargado de eliminar a más de 156 mil de estos niños en el vientre. Al principio nos dijeron que solo se iba a permitir asesinar a estos niños en casos extremos, en ciertas causales. Hoy, según lo afirmó el director médico de una de estas instituciones, el “llanto fácil” de la madre es razón suficiente para hacerlos desaparecer. Es decir, en la práctica ya no hay causales, peor aún, en Colombia se tolera que estos niños sean asesinados hasta el último mes del embarazo. Esto solo ocurre en 7 países del mundo, entre esos: China, Corea del Norte y Vietnam. Un bebé de 9 meses de gestación puede ser asesinado dentro del vientre en Colombia sin ningún problema legal.

La Resolución 3280 del Ministerio de Salud incluye todo un procedimiento para hacer posible esto. Se le conoce como “Asistolia Fetal” y es una barbaridad. Se trata de una inyección de Cloruro de Potasio directamente hacia el bebé, si, a un niño que ya es paciente, que siente dolor desde tan temprano como la semana 14, que puede estar en perfecto estado, que solo es culpable de no ser deseado, estamos permitiendo que los asesinen con una inyección letal. Esto fue lo que sucedió con Juanse, un niño de un poco más de 28 semanas al que seguramente le aplicaron esta inyección que, en medio de mucho dolor, terminó con su vida. ¿Qué tan doloroso puede ser para el bebé esta inyección? Pues, Human Rights Watch, en un informe sobre el uso de Cloruro de Potasio para aplicación de pena capital afirmó que “es insoportablemente doloroso si se administra sin la anestesia adecuada. Cuando se inyecta en una vena, inflama los iones de potasio en las fibras nerviosas sensoriales, literalmente quemando las venas a medida que viaja al corazón”. Así mueren los bebés en el vientre en Colombia con más de 20 semanas.

Yo soy mujer, defiendo plenamente los derechos de las mujeres, me duelen los derechos que hoy el Estado tiene deuda en reconocernos, y soy plenamente consciente de lo que significa un embarazo, más aún, un embarazo vulnerable. Nunca sería capaz de juzgar a una mujer que piensa deshacerse de su hijo en el vientre, aunque me cueste muchísimo que alguien pueda considerar acabar con su propio hijo. Nunca estaría de acuerdo con criminalizar a una mujer que abortó. Pero proteger sus derechos no está en contravía con proteger a los niños que se esconden en sus vientres. Ese es el mensaje que yo quisiera dejarle al país; que podemos y debemos proteger los derechos del niño por nacer, de la mujer embarazada y el bienestar de sus familias. No nos puede quedar grande esta labor, tampoco podemos minimizar la responsabilidad que tenemos con estas familias, mucho menos, cerrarnos a dar este debate y a unir nuestras intenciones de proteger a todos, sin excluir a nadie. Fue por esta razones, entre muchas otras, que con mi equipo elaboré un Proyecto de Acto Legislativo por el #DerechoANacer; el cual, apartándose del enfoque punitivo, pretendía ratificar la protección a la vida desde la concepción en nuestra Constitución misma y generarle al Estado Colombiano el deber de elaborar un Proyecto de Ley Estatutaria, que proteja efectivamente, tanto la vida por nacer, como la salud de la mujer y el bienestar de su familia.

Por último quiero reconocer y destacar, el trabajo que durante años, vienen realizando distintas instituciones en defensa de estos niños invisibles, gracias a esto hemos recopilado datos e información que nos demuestran qué hay otro camino y que podemos hacer las cosas mucho mejor para la mujer, los bebés en sus vientres y sus familias. Estoy convencida que ese es el camino que debemos tomar, y se lo presento con toda humildad al país para que lo construyamos juntos.

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