Olga Lucía Velásquez, una funcionaria de alto nivel que vendió cosméticos puerta a puerta en Bogotá

Pocos se imaginan que un personaje que ha ejercido labores en la función pública desde un alto cargo, tuvo que luchar duro y trabajar fuertemente para lograr sus metas.

Un ejemplo de esos personajes de la vida pública nacional que han forjado su camino, luchando todos los días para surgir, es la exsecretaria de Gobierno de Bogotá y excongresista Olga Lucía Velásquez Nieto, quien dejó su natal Villavicencio en los años 90 para radicarse en Bogotá y lograr un título profesional que le permitiera abrirse paso en la vida.

Mamá de dos hijos, Sofía de 22 años y David Sebastián Rodríguez de 18 años. Casada con el exmagistrado Ovidio Claros.

Nació en medio de una familia humilde en el barrio Ricaurte en Villavicencio, su padre (Sebastián Velásquez) fue un molinero y su mamá (Ana Judith Nieto) se dedicó a las actividades del hogar. Valora el trabajo de un ama de casa porque considera que debe hacerse con entrega total.

“Usted hace el desayuno, comen todos y luego hay que recoger el reguero, hay que lavar, hay que planchar y un montón de actividades que requieren voluntad y dedicación”, dice Olga Lucía.

De pequeña tenía que lavar la ropa de la casa a mano en las orillas del río Caño La Virgen en Villavicencio, “no llegaba el agua y nos tocaba llenar el tanque con baldes de agua. Además, debía colaborar en la cocina, estudiar y ayudarle a mi mamá en la tienda”.

Desde niña tuvo claro que si quería salir adelante debía estudiar y cuando tenía 17 años en el año de 1992, se radicó en Bogotá. Para ese entonces vivió en una residencia estudiantil en el barrio Palermo y trabajó durante un año vendiendo cosméticos, puerta a puerta.

“Fue una época muy dura porque no conocía la ciudad y tener que trabajar como vendedora ambulante, en la modalidad de puerta a puerta y tener que enfrentarse a la desconfianza de la gente, no es fácil”, recuerda.

Su segundo trabajo fue como vendedora en un almacén en el sector de Galerías, más adelante prestó sus servicios como auxiliar contable. Pensó que su pasión era la Economía y se matriculó en la Universidad Gran Colombia pero se dio cuenta de que no era lo suyo y entonces se presenta a la Universidad Antonio Nariño para estudiar Ingeniería Industrial donde obtuvo media beca por su buen rendimiento académico y disciplina.

Jamás se interesó por la participación de los jóvenes en escenarios como el consejo estudiantil, porque consideraba que “eran una pérdida de tiempo”, por eso se dedicó al estudio y a su trabajo. Por su mente nunca pensó en estar en escenarios políticos y mucho menos en convertirse en un personaje público.

Cuando se graduó como profesional, la Universidad Antonio Nariño le ayudó a ubicarse como gerente de operaciones en la empresa privada. Más adelante ingresa al Ministerio de Agricultura en donde se inicia en la función pública en el año de 1998 en la presidencia de Andrés Pastrana.

Su dedicación al trabajo y la obsesión por dar lo mejor de sí, le ha permitido destacarse en la función pública, muy a pesar de que los tiempos en la gestión suelen ser bastante lentos. Lo anterior, porque tiene muy claro que el objetivo de un funcionario público es garantizar los derechos a las personas, y que es para esto que existen las instituciones, “por los ciudadanos es que existe mí cargo y mis funciones”, puntualiza.

Cuando llega Dalia Sofía su primera hija, aprende a ser más protectora y conservadora en muchas cosas, prudente además, pero siempre con la claridad de seguir adelante y ayudar a su familia a surgir. Con su segundo hijo considera la posibilidad de darle un mayor tiempo pero ni así dejó de trabajar, sin embargo este le enseñó a tomar la vida con mayor tranquilidad.

En ambos embarazos tuvo preclamsia, tomó entonces la decisión de no tener más hijos.

El trabajo en el sector salud durante la administración de Luis Eduardo Garzón en Bogotá, no le permitió darle todo el tiempo que hubiera querido entregarle a sus hijos, aun así no descuidó ni su hogar ni sus labores a pesar de lo duro que eran ambas actividades.

Olga Lucía es una enamorada de Bogotá, especialmente de la zona centro, en donde puede visitar museos, bibliotecas, tiendas de artesanías, cafés y caminar con tranquilidad.

Conoce muy bien los problemas de la capital del país y ha trabajado en las diferentes soluciones que se le han planteado y considera que es necesario impulsar proyectos que ayuden a promover y a incentivar una cultura mucho más solidaria.

Quiere seguir aportando su experiencia y conocimiento en la administración pública en el Distrito, desde la Cámara de Representantes, en donde ya estuvo en el período 2014 – 2018, desde donde logró que los planes de desarrollo del Gobierno Nacional tengan un capítulo dedicado a Bogotá, con lo que quiere ratificar su compromiso con la ciudad y recordarle a los ciudadanos que pueden contar con su voz en el Congreso de la República.

 

 

 

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