Que no nos cueste aceptar la verdad…

Siempre me he preciado principalmente de dos cosas en mi vida, de ser objetiva, sin corazón dirían algunos, pero el corazón lo tengo para lo que tiene que servir y los cuido para cumplir su propósito en mi anatomía: bombear sangre a mis casi dos metros de humanidad y a mis ahora más de cien kilos por culpa del sedentarismo y otras cosillas que no vale la pena ahondar. La segunda de enunciarme como negra, marica y puta.

El ser negra, marica y puta me ha puesto en lugares en los que he podido no solo ver sino vivir las realidades de las calles, cárceles y hospitales, de hacerme una imagen real de la vida porque como siempre he afirmado el ser puta me humanizó, aunque ahora estoy en una licencia indeterminada y no remunerada.

Hace ocho días no publiqué, me tocó atender algunos casos como el de una chica transgénero que llegó pasadas las seis de la tarde a mi apartamento con heridas abiertas a la altura del hombro y el pecho causadas con arma blanca y un machetazo en su mano izquierda por protegerse la cara y no ser desfigurada. Las autoras de tales hechos fueron un grupo de ciudadanas migrantes venezolanas que ejercen actividades delincuenciales y esto se los cuento por el gran revuelo que ha causado el pronunciamiento de la Alcaldesa Mayor de Bogotá y la cito textualmente: “Los hechos demuestran que una minoría de venezolanos, profundamente violentos, que matan para robar o por una requisa, son un factor de inseguridad en nuestra ciudad”, sin esperar fue calificada hasta por el Presidente de la República de incitadora a la xenofobia. Veinticuatro concejalas y concejales de la ciudad firmaron una misiva solicitándole rectificar sus dichos y en redes sociales hubo ataques en contra, pero muchos más a favor de su pronunciamiento.

Tuve un chateo interesante con un amigo de luchas acerca de esto y me esgrimió cifras que ponen por debajo cuantitativamente la criminalidad llevada a cabo por migrantes venezolanos, pero a mi parecer estas cifras carecen de valor probatorio por cuanto per se las y los migrantes oriundos de Venezuela son minoría en Colombia y por otro lado no todos los delitos son denunciados. Ante un raponazo en la calle es difícil determinar la nacionalidad de quien comete el delito, pero es real que algunos de los delitos de gran impacto cometidos, como el homicidio del Patrullero Edwin Caro y el de Oswaldo Muñoz, fueron cometidos por ciudadanos venezolanos actuando en duplas o en grupos.

Las mujeres transgeneristas no escapamos a ese actuar delictivo, a la transmisoginia y a los procesos discriminatorios por parte de grupos de venezolanos, recuerdo que un subsecretario de gobierno en 2018 me llamó para conminarme a no llevar a una mujer transgénero (Q.E.P.D) a un Comité de Reacción Inmediata porque para Él era un simple problema de convivencia entre mujeres transgeneristas y días después quien comandaba el grupo de mujeres transgeneristas venezolanas que ejercían violencia en contra de sus pares colombianas y otros ciudadanos del sector del Siete de Agosto resultó baleada como retaliación a la violencia ejercida sobre una connacional suya porque tampoco Ellas se escapaban a sus ejercicios de poder.

Las respuestas institucionales a esta problemática que padecen las mujeres transgeneristas ha sido insuficiente y con todo que existe una Alerta Temprana lograda con nuestro concurso emitida por parte de la Defensoría del Pueblo desde Noviembre de 2019. Las respuestas han sido siempre a hechos coyunturales pero no para atacar la sistematicidad con la que son agredidas en la zona de alto impacto con usos referidos a la prostitución por parte de estructuras criminales ahora conformadas en su mayoría por migrantes cisgénero, heterosexuales, mujeres lesbianas y algunas personas que podríamos leer como hombres transgénero de origen venezolano contra mujeres transgeneristas y hombres gais que ejercen prostitución o actividades conexas a la prostitución.

Me preocupa que en plena época preelectoral solo se capitalice el pronunciamiento de Claudia Nayibe López Hernández con fines electorales y no se preste atención para que las putas transgeneristas y los putos gais o quienes ejercen actividades conexas a la prostitución no sigan siendo víctimas de violencias en medio de las exiguas medidas para superar los embates de la pandemia… Me preocupa que desde sus comodidades y privilegios se dediquen a descontextualizar, especialmente en época preelectoral, los dichos de la alcaldesa de Bogotá para fines personales… Me preocupa que no se le ponga atención a las violencias causadas por una minoría de ciudadanas y ciudadanos oriundos de Venezuela contra una minoría que ha sido reconocida como sujeto de especial protección constitucional como lo son las mujeres cisgénero, transgénero y hombres gais, en especial quienes ejercen prostitución.

Me preocupa que nos cueste aceptar la verdad para solo parecer moral y políticamente correctos…

@DIANATRANS

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