El ataque de la oposición y de la coalición de “amigos” enemigos
Desde hace semanas se decía en voz alta que sucedería una crisis ministerial a los ocho o nueve meses de iniciado el actual gobierno. Después de semana santa opositores manifestaron que en 45 días sucedería un golpe ministerial, y que a partir de ahí Petro gobernaría con su gente de confianza. Incluso, voces de personajes demenciales expresaron que se desataría una guerra civil, o una toma violenta de la Casa de Nariño. Aterradoras alucinaciones fascistas.
Después del 7 de agosto, pronto la oposición empezó a pedir la cabeza de ministras y ministros: minas y energía, canciller, defensa, y salud. Querían comer gabinete para hacerle imposible la vida al presidente con debates del más bajo nivel intelectual, ético y político, característica de la destructiva oposición que tiene en los grandes medios sus aliados a través de periodistas maestros de la superficialidad destructiva, que daría para demandas judiciales multimillonarias, porque no es libertad de prensa, es destrucción de la libertad de informar sin mentiras y sin maldad porque desbaratan instituciones y atentan contra la estabilidad del estado atacando al presidente y a su gobierno, pues no quieren ceder un milímetro del poder mal habido durante treinta años de un neoliberalismo insaciable e insalvable. El Centro Democrático y Cambio Radical han sido patéticos, junto a algunos de la mal llamada coalición de gobierno. Todo este sistema político tradicional está desbaratado: sin líderes, lo que tienen son gritones deformadores con poder que actúan como partidarios del caos y del pasado. No tienen nada que ver con los grandes reformadores liberales del siglo pasado. Los partidos de hoy son de la más alta mediocridad posible, incluidos los tibios de Dignidad & Compromiso, que conforman una rara expresión política, una especie de terrícolas abandonados en el espacio.
Entonces, la batalla política se planteó en torno a la reforma a la salud. El gobierno empezó ganando en el congreso, luego empate técnico, y el presidente se dio cuenta que de seguir con el ambiente y la discusión tal como se planteó, sería derrotado en las plenarias. Entregó a la ministra de salud, los partidos de la coalición perdieron ministerios, y Santos salió de su retiro para defender las EPS con la entelequia de construir sobre lo construido. De esa manera terminó empatado el golpe ministerial y como dice el expresidente que le entregó la paz a Duque para que la hiciera trizas, si la pelea sigue, todos pierden.
Sin embargo, mientras en Colombia el ataque al gobierno arrecia, en el ámbito internacional el apoyo aumenta, tanto de gobiernos como de organismos internacionales de distinto tipo. Es decir, una situación donde el gobierno tiene apoyo internacional y la oposición se atrinchera en su locura retardataria.
El presidente vuelve al balcón el 1 de mayo de 2023
Su discurso reflejará el fin de la confrontación y mostrará afinado el talante de cambio, sosiego e intensificación del trabajo de su gobierno porque los problemas son monumentales, en consecuencia, las acciones de cambio deben ser iguales.
Primero, la paz o la paz porque no hay más. Tiene tareas de conducción y de organización que debe ajustar para avanzar en su prioridad política, ahora que la mayoría de grupos armados están encaminados a negociar con el gobierno porque la estrategia de interdicción a los cargamentos de cocaína está en plena ejecución con apoyo de los Estados Unidos. Colombia tendrá en poco tiempo uno de los ejércitos de interdicción más potentes del mundo: decenas de lanchas de combate, decenas de helicópteros, satélites y miles de hombres.
Segundo, desarrollo rural sostenible. Lo militar no resuelve el problema en el campo, porque hay factores sociales y económicos que afectan la producción y la vida en los territorios en torno a la reforma rural que es más que la reforma agraria. Expresa la necesidad de una ruralidad en paz y sosteniblemente desarrollada a largo plazo. El ministerio de agricultura con los ministerios de transporte, industria y comercio, ciencia y tecnología, energía, educación, medio ambiente y vivienda, deben acelerar una monumental acción articulada de corto y mediano plazo, es decir, una misión rural entre estado, cultivadores e industrias por la vida y el desarrollo sostenible.
Tercero, la política nacional de reindustrialización para la transición global
Francamente no entiendo porque sigue encapsulada la política de reindustrialización. He dicho en mis últimas columnas en el Confidencial y en Razón Pública, de la importancia de esta política para el cambio que quiere impulsar el presidente. Parece temeroso y el gabinete igual ante este desafío, donde el sector privado adoctrinado en la fuerza superior del mercado, poco dice, poco aporta, poco piensa, y la academia igual.
El desarrollo del siglo XXI, con sus incertidumbres globales, parece que aún no se entiende suficientemente, y por tanto parecen negados para asumir sin vacilación el cambio productivo y tecnológico. La política nacional de reindustrialización es la mejor política para la elevar la productividad, generar empleo de calidad y duradero a partir de la reforma laboral, ampliar la base de personas a pensionar, y desarrollar las industrias de salud, que hacen parte de la reforma. El Ejecutivo y el Legislativo poco o nada hablan de esta política para darle piso, claridad y perspectiva a las reformas. Es la primera vez que en treinta años Colombia tiene una política productiva tan clara, aterrizada y transformadora.
El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT) ha diseñado el marco de la política de reindustrialización. Es un excelente documento, fácil de leer, fácil de entender, agradable, inspirador, y con gran rigor conceptual y teórico. Sugiere con claridad la articulación intersectorial que incluye a muchos de los ministerios sectoriales de una ruralidad en paz y sostenible. El MCIT es el articulador y responsable de muchas de las estrategias y programas, nuevos y existentes, que se suma a los ministerios sectoriales de la producción y el conocimiento: agricultura, energía, salud, defensa, transporte, ciencia, tecnología y educación.
Si esta política, a cuyo texto conocido le faltan los recursos que se invertirán y las metas a alcanzar, es porque la están preparando para un Conpes, a no ser que en el plan nacional de desarrollo aparezcan algunos detalles presupuestales y de metas, lo cual no sería suficiente.
El nuevo ministro de Hacienda entiende de la importancia de la reindustrialización, lo ha reiterado en sus declaraciones. Ocampo también, pero no sé por qué se apagó. Pero es el presidente el que debe a estas alturas poner esta política al frente de las políticas económicas. Los avisos y fotos de algunas empresas extranjeras que quieren instalar plantas de producción en Colombia, no son suficiente. Eso está bien para los noticieros, porque así como esas inversiones miran a Colombia, otras iguales se están desplegando en otros lugares del globo. Airbus va a invertir en una planta para producir partes, pero también creará plantas para producir aviones y componentes en otros países.
Cuarto, los medios de comunicación del Estado. El gobierno debe impulsar la más ambiciosa estrategia de comunicaciones. Se demoró demasiado el presidente en nombrar a la directora de RTVC. Sugiero que la gente vaya a la página de Infopresidencia, y a las páginas digitales del presidente y de los ministros y ministras, para que conozcan la otra cara de la noticia de los medios enemigos. El Gobierno informa, debería ser la estrategia contra la mentira y la desinformación.