Autosuficiencia del petróleo no se logrará por más exploración o fracking

A pocos días de la toma de posesión del nuevo Gobierno aún existe la expectativa negativa que se pare la exploración petrolera y el país entre en una senda de desabastecimiento en los años subsiguientes con fuertes alertas de la devastación de la economía nacional y las finanzas públicas, que también fue duramente repudiado por muchos políticos y economistas durante la campaña. Lo que muestran los datos del sector es que no tenían el conocimiento necesario sobre el tema como para vociferar como lo hicieron.

Lo que no se ha dicho es que la exploración en Colombia desde hace más de 30 años no ha sido la principal vía por la cual hemos tenido petróleo. El éxito de esas exploraciones ha representado menos del 10% de las adiciones de reservas probadas de petróleo y gas; por ejemplo, para 2021 fue tan solo el 6% y 13% respectivamente, según cifras oficiales de la ANH. La gran mayoría de la producción (entre el 80% y el 90%) en las últimas tres décadas ha provenido de reservas descubiertas antes, en 1970´s, 1980´s y 1990´s, y principalmente lograda mediante sistemas productivos que llaman los ingenieros de petróleos recuperación primaria y algo de recuperación secundaria en campos “viejos”; también se explica por una de esas vueltas de la rueda de la fortuna debido a que el régimen Venezolano bajó la producción de crudos pesados, permitiendo que nuestros crudos pesados tuvieran mercado. Es decir, pareciera que toda la histeria que generó el tema en campaña era inocua.

Tampoco se ha dicho que el Fracking, que es un tipo de estimulación hidráulica a los yacimientos como la que se hace desde hace años en la recuperación primaria y secundaria, solo que a formaciones más duras y generalmente mediante pozos horizontales,  y por ello más costosa, puede ser una alternativa siempre y cuando los precios internacionales lo permitan. Pero no pareciera la más lógica porque primero, por ser más viable, rentable y sostenible para el país y para Ecopetrol,  estarían la recuperación secundaria y terciaria de las reservas ya descubiertas en los campos “viejos”.

Ecopetrol ha emprendido el aprendizaje del Fracking asociándose en algunos campos en USA y el discutido piloto en el país; pero por increíble que parezca, sabe poco de recuperación secundaria y terciaria cuando es su principal fuente y su mayor potencial. Solo hasta hace pocos años ha venido cambiando su estrategia de explotación, la cual ha debido hacer al menos hace tres décadas cuando empezaba a recibir campos con grandes reservas ya descubiertas, producto de la reversión de contratos petroleros; campos donde de hecho era socio desde antes de las reversiones.

También hay que decirlo, toda la histeria que genera el Fracking debe moderarse y de lo que debe hablar Ecopetrol, con prioridad, es de recuperación secundaria. A hoy hemos extraído del subsuelo menos del 20% de las reservas ya descubiertas de petróleo, de las llamadas reservas in situ: esto es lo que se conoce como el factor de recobro. En el mundo este factor supera el 30%. Estamos lejos de raspar la olla con lo que ya tenemos descubierto, podemos hacer mucho más en recobro mejorado en campos viejos donde, además, podríamos usar la misma infraestructura de superficie que ya tenemos y tener un menor impacto ambiental y menores costos.

Con las recomendaciones de la OCDE para “evitar” una mala influencia gubernamental sobre una empresa industrial del Estado, se eliminó la participación de los ministros en su junta directiva, en especial del de economía. Esto tiene un error estructural en la concepción de la relación de la empresa con la economía nacional, dado que ésta depende en una importante proporción de aquella, y por lo tanto no se podía seguir a rajatabla la recomendación de la OCDE, bien intencionada, pero que aplica a casos genéricos de Empresas de Propiedad del Estado y no a una como Ecopetrol que hace parte íntima del manejo económico y fiscal del país. Y es que estamos acostumbrados a ser “el vagón de la cola” y no hemos desarrollado el criterio suficiente para revisar las “mejores prácticas” que fueron desarrolladas en otros contextos para localizarlas debidamente al nuestro.

Y en cambio sí se dio paso al manejo politiquero y amiguero que le han dado, con exactitud lo contrario a lo que intenta proteger la recomendación de la OCDE. Se supone que el Gobierno que representa al mayor accionista presenta y elige para su junta directiva a prohombres con enormes conocimientos en el negocio y a toda prueba. La realidad que hemos visto es al revés, lamentablemente: ni conocimiento del negocio ni de economía (Fonseca, 2021). El petrolero es un negocio de mucho cuidado, no solo por las complejidades tecnológicas y de los mercados, sino porque es de grandes números, y cualquier riesgo materializado va contra los recursos públicos. Cuando el riesgo asumido no ha sido razonable comparativamente con otras empresas del sector, privadas, termina siendo un error, y ya le hemos visto varios a esta administración (Perú, Brasil, USA, ver Suárez, 2022).

Y no se trata solamente de la conformación de la Junta como bien resalta el profesor Cuéllar (Uniandes, 2022). Pero hay que ir más allá, con una comprensión más estratégica de las dos funciones que deberían estar encadenadas: una, la del manejo económico y fiscal del país, y dos, la función empresarial de Ecopetrol, en ese orden. Las decisiones estratégicas de política económica y energética del país deben tomarse en el Gobierno y delimitar así la cancha de juego en que la empresa debe moverse y desarrollar su negocio. Y no al revés, porque no solo queda como una rueda suelta en el manejo económico y fiscal, sino que puede representar una contravía a las políticas económicas del Gobierno. Es decir, no solo no es una herramienta sino que puede volverse un arma en su contra, y de reflejo, en contra de los colombianos. Por su parte, la función empresarial no tiene por qué ser interferida por el Gobierno una vez definida la política económica y energética, y la debe desarrollar la empresa autónomamente siguiendo los lineamientos de la OCDE.

Un ejemplo monumental que ilustra esto claramente es el de la gestión de la demanda. Los análisis de la UPME muestran que el consumo energético de los automóviles en el país es demasiado ineficiente, menos de un 23% (de toda la energía consumida a través de la combustión en los motores, tan solo 23% termina siendo energía útil en el movimiento de los vehículos).

La mayor parte de esto ocurre porque el parque automotor es viejo y mal mantenido, con tecnología de muchos años atrás, que no solo impacta al medio ambiente de manera grave (razón suficiente para ser retirados del mercado) y afecta de manera negativa a la seguridad vial, sino que en términos económicos es un pésimo negocio para el país. Si el parque automotor, que tiene en promedio una vejez de 17.5 años, fuera actualizado, se tendría un potencial de ahorro entre 38 y 50% por ciento, según las estimaciones de la UPME.

Una reducción de consumo nacional de petróleo del 50%, significa en términos relativos haber aumentado las reservas al doble en forma equivalente, sin discusiones de exploración ni de fracking siquiera. O liberando capacidad para exportar más si se requiriera como lo explica el próximo ministro Ocampo (Semana, 2022). Si Ecopetrol se maneja como empresa independiente del manejo económico del país y de la política energética, está solamente encaminada a generar utilidades, así esas utilidades se vuelvan humo tóxico en la ineficiencia del parque automotor, lo cual no es su problema. Es decir, torpemente encaminada a generar utilidades empresariales, sin tener en cuenta los efectos económicos, sociales y ambientales negativos para sus propios dueños, los colombianos.

Por lo que es imprescindible tomar decisiones estratégicas de país, antes que decisiones estratégicas de empresa. La reducción de la demanda de esta manera ahorraría al país en exploración, divisas para compra de combustibles, y el efecto en el medio ambiente. Es decir, que se podría invertir una parte importante de ese ahorro anual en generarlo ya, a través de incentivos y programas de ayuda al servicio público por tecnologías ultra-modernas incluida la electrificación del parque automotor público y privado. Podría hacerse hasta un monto tal que la tasa interna de retorno iguale la mejor de una inversión en exploración (teniendo el % de éxito anotado). No sorprenda que podrían ser montos enormes: como comparación hipotética, es posible que se obtenga una rentabilidad superior a la de Reficar invirtiendo los mismos 8.000 millones de dólares en reducir la demanda.

Estaríamos gerenciando el país como se debe, siguiendo el bienestar de la gente como único derrotero válido y el mayor beneficio económico, social y ambiental de los colombianos como objetivos supremos, y no dejando que se gerencie la empresa solamente, que aunque se hiciera muy bien terminaría en resultados negativos netos comparados. Mucho que reaprender y aplicar en el nuevo Gobierno, en la OCDE y en Ecopetrol.

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Este articulo ha sido escrito con base en las enseñanzas de los análisis estratégicos del sector energético del ingeniero Julián Garcia, compañero de comisión técnica en la Sociedad Colombiana de Ingenieros y profesor universitario. Mi gratitud con el ingeniero García por su profundidad.

* @refonsecaz

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