Aviones y engaños

Tan equivocada como malbaratar entre 16 y 25 billones de pesos en aviones de guerra internacional que Colombia no necesita, es la voltereta de Gustavo Petro, quien pasó de oponerse a esa compra a respaldarla, resguardado por los engaños con los que intenta justificarla.

Porque hace año y medio, en plena campaña electoral, Petro y los petristas, con razón, coincidieron con quienes nos opusimos a que Duque comprara esos aviones, en los que se despilfarraría parte de la reforma tributaria de Carrasquilla, aeronaves que además no le servían para nada a Colombia, según enseñan los Kfir, útiles solo para adornar los desfiles del 20 de julio. Y se opusieron también los actuales congresistas del Pacto Histórico, entre los que solo uno ha rechazado la voltereta de su jefe.
El Gustavo Petro faltón no puede explicar por qué lo que era malo con Duque se volvió bueno con él, a pesar de que nada principal ha cambiado, dado que este negocio rechimbo no debe hacerse ni por razones económicas y sociales ni por razones de utilidad militar.

Porque Colombia está en una crisis económica profunda, sobreendeudada, desempleada y empobrecida y no puede darse el lujo de despilfarrar una suma tan alta, verdades que no cambian porque Petro intente engañar con falacias como la de que los aeroplanos se pagarán a crédito y que “no se gastará un solo peso de la reforma tributaria ni de la inversión social en aviones de combate”.

Pues se sabe –y él lo sabe– que todo gasto público, en lo que sea, sale del presupuesto nacional y se financia con los impuestos que pagamos los colombianos por las reformas tributarias que nos gravan, incluida la que Petro acaba de imponer. Y porque todo gasto militar obliga a recortar el gasto social por la simple razón de que en este país la plata no sobra y lo que se gaste en unas cosas obliga a recortar en otras. Además, los créditos al Estado hay que pagarlos, y con los intereses que se pacten, lo que también obliga a recortar el gasto público en otras necesidades, incluidas las sociales. Que Petro no nos trate como a idiotas, porque los colombianos no somos idiotas.

Durante el trámite de su reforma tributaria, además, Petro le ocultó al país que parte del aumento de los impuestos –incluidos los que golpean a los pobres y a la clase media– iría a comprar los aviones que no pudo comprar Duque, pues es obvio que él tenía que saber lo que haría como Presidente, así no lo hubiera escrito en su programa de gobierno, otra forma de engañar.

Cada vez se entiende mejor que no hay razones militares que justifiquen comprar ese tipo de aviones, diseñados para guerras internacionales y con armas poderosas de gran impacto, cuando Colombia carece de amenazas como esas. Ya le oímos decir al exministro de defensa Gabriel Silva que esos son instrumentos de guerra que el país no necesita. Y un especialista norteamericano en asuntos militares le explicó a la W Radio que era un “despropósito” y “una estupidez” combatir las avionetas del narcotráfico con aeronaves y armas tan poderosas, cuando ello debía hacerse con radares y helicópteros artillados a costos bastante inferiores, especialista que además refutó la falacia de Petro de que esa compra incluye transferencia de tecnología a Colombia (Ver enlace).

Los colombianos debemos unirnos en la exigencia a Petro de que no despilfarre una suma tan alta y que en cambio respalde que la FAC pueda atender, a costos bastante inferiores, las verdaderas necesidades del país.
Por:  Jorge Enrique Robledo

Ex senador de la República.

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