Bolívar, el re conquistador

No estoy matriculado con ninguna figura, partido, movimiento o ideología política. Esto porque criticar u opinar sobre un gobernante o político ante su qué hacer rutinario como funcionario público implica señalamientos de pretrista o uribista, siendo estos en los últimos años, los más tendenciosos en estas crueles ‘guerras’ de la opinión pública criolla. La verdad, no es fácil enjuiciar en Colombia.

Afortunadamente para los vientos democráticos un ciudadano, sin calcular su raza, color, religión, estrato, género o cualquier clasificación social, se puede expresar, eso sí, bajo las normas del respeto en una nación en la que por esas calenturas emocionales pulula una división extrema por tener afinidad derecha o zurda, partidista, central o neutral.

Precisamente, ese valor democrático bogotano me invita a observar cómo se está moviendo la partida por la Alcaldía de Bogotá, teniendo presente las grandes problemáticas coyunturales que van desde la cotidiana y rampante inseguridad, pasa por el caos en la movilidad durante todo el día y se estanca con la falta de experiencia de la Alcaldesa, Claudia López, para administrar y gerenciar una ciudad con más de 10 millones de habitantes. En otros frentes proliferan las debilidades.

Veo emerger posibles aspirantes para administrar la golpeada capital. Uno por un Movimiento Independiente, Juan Daniel Oviedo, ex director del Dane (Departamento Nacional de Estadística) recolectando firmas por todas las localidades (20 para ser más precisos) para alcanzar su candidatura oficial, que debe ser avalada por la Registraduría Nacional tras la autenticación de más de 50 mil rubricas. Su particular estilo y seriedad con cifras, datos y hechos, vienen generando una positiva respuesta.Otro, Diego Molano, ex Ministro de Defensa, con más tintes de derecha por ser del gobierno pasado y pertenecer al Centro Democrático, realiza su tarea también con el proceso de recaudo de firmas. Su bagaje como concejal y un carácter serio para la toma de decisiones desde un ministerio tan sensible, le perfilan una campaña con una agenda tradicional rígida para buscar estrategias que le entreguen una mediana tranquilidad a los capitalinos en medio de este desorden público.

El alfil del Presidente

Por Otro lado, Gustavo Bolívar ex senador de la República por el Pacto Histórico (Partido del Presidente) rompió su silencio en Caracol Radio, el pasado 10 de febrero afirmando su posible candidatura, según él, ‘si las cuentas le cuadran’ para meterse en ese ‘chicharrón’, como lo calificó en otra entrevista sobre el mismo menester a Revista Semana.

Bolívar tras un periplo por tierras europeas y estadounidenses donde, de acuerdo con sus palabras, tuvo experiencias con especialistas del urbanismo aterrizó en Bogotá, que vale la pena recordar está atrasada en varios frentes por los casos de corrupción, entre ellos, el ‘carrusel de la contratación’ (Incumplimiento de unos 50 contratos de obras públicas por todos los rincones de Colombia, incluido el de la calle 26 de Bogotá, y 400 millones de dólares desaparecidos), entramado por Samuel Moreno, ex alcalde, condenado por corrupto y eslabón del Polo Democrático Alternativo, línea ideológica izquierdista, que en esencia le ha dejado muchos tragos amargos a la capital y los bogotanos en tres periodos (12 años).

El fututo candidato (si no se arrepiente) de la izquierda petrista llega con ínfulas de re conquistador afirmando que: ‘conozco más de 25 líneas de metro en todo el mundo’, por lo que, según su propuesta, ‘es necesario construir líneas de metro del siglo XXI, no del XIX’. Es decir, los avances en un 18 por ciento de las obras de la primera línea deben ser echados al traste, lo mismo que estudios y miles de millones invertidos.

Su argumentación continua con: “atravesé el Canal de La Mancha en un tren que se sumerge hasta 115 metros, 39 kilómetros de recorrido y se hizo en seis años (…)”. Siendo realistas, una cosa es vivir en Dinamarca y otra es en Cundinamarca. Proyectar una imagen de urbanista, arquitecto y experto en temas de movilidad de la noche a la mañana es ‘la propagación de propuestas populistas (…)’, dice Diego Santos en su última columna de El Tiempo. Y una estrategia programática de un tema coyuntural, sensible y necesario para los usuarios del sistema y los futuros electores. Esta cantado que el ‘caballo de batalla’ propositivo para atraer a los votantes serán las líneas del metro como si la gente comiera cemento, rieles y vagones.

Señores candidatos, una de cada tres personas está en situación de pobreza en la capital (Dane), la tasa de desempleo bordea dos dígitos 9,8%, (CCB), la informalidad es del 36% (Dane), ‘hay siete millones de personas que viven con 145.000 pesos mensuales’ (Infobae), mientras un funcionario público se aplica desde 30 millones para arriba, entre otras problemáticas más tendenciosas en las redes y la prensa. Es en los verdaderos problemas que atacan al ciudadano de a pie, al futuro elector, a donde deben apuntar las agendas programáticas. Si no hay trabajo; no hay plata; si no hay plata, no hay para comer y si no para comer, no hay calidad de vida…

Cada candidato debe ponerse las dos manos en su cabeza para madurar a conciencia un plan programático enfocado en las urgentes necesidades sociales, económicas, urbanísticas, culturales y coyunturales. Es hora de abandonar las pasiones partidistas, las retoricas revanchistas, los egos personales y pasar a las acciones para emocionar al elector. Mientras Bogotá esté en problemas, la idea es opinar, opinar y opinar…

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