Tenía muchos años de no estar en un evento que aglutinara a decenas de líderes y lideresas de diferentes sectores de la sociedad en el departamento de Arauca. Gracias al encuentro departamental “ARAUCA LE HABLA A COLOMBIA”, organizado por Luis Eduardo Celis de la Fundación PARES el pasado 26 de abril y respaldado, entre otras organizaciones, por REDEPAZ, pude nuevamente refrescar la memoria de lo importante que ha sido y que es este departamento y sus gentes, para Colombia y para Venezuela.
Antes de que nacieran el Ejercito de Liberación Nacional – ELN y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC-Ep, y antes de que descubrieran los yacimientos de petróleo, ya existían los movimientos campesinos, cooperativos, étnicos, sociales y comunitarios en la hermosa región de Arauca. Movimientos que hoy, exigen del Estado y de los Gobiernos Nacional, Departamental y Municipales, el cumplimiento de múltiples acuerdos firmados y la inversión que nunca llegó, para el fortalecimiento de los proyectos y programas propuestos por las comunidades.
Arauca no es un departamento petrolero, para la ciudadanía su verdadera vocación es la agricultura y la ganadería, la riqueza ambiental, la belleza de su cultura y sus gentes. El petróleo principalmente ha servido para enriquecer a una clase política corrupta y unos pocos socios de la empresa privada, para la acumulación de capital de los dueños de las empresas extractivistas extranjeras, para empobrecer a la gente, para romper las tradiciones culturales y para llenar de falsas esperanzas a miles de trabajadores y trabajadoras que hoy ven amenazada su subsistencia, ante los anuncios del fin de la bonanza de los hidrocarburos.
No hay oferta educativa pertinente pública profesional, técnica o tecnológica propia de un departamento que tanta riqueza ha visto saquear, no hay cubrimiento adecuado de salud, todavía los y las araucanas enfermos de gravedad deben padecer horas de ambulancia terrestres, cuando los traslados son autorizados, para ser atendidos en hospitales o clínicas adecuadas en Cúcuta, Bucaramanga o Tunja. Lo que si hay es “Elefantes Blancos” que, si fueran seres vivos, no habría como alimentarlos. La corrupción local ha campeado desde hace décadas, con la complicidad o la manguala de los socios nacionales.
Cómo no esperar que floreciera la violencia armada, en un departamento en el cual la respuesta a las peticiones sociales desde la década de los 70 ha sido la mentira, la represión, el bombardeo o las falsas promesas. Pretender culpar de todos los males que hoy padecen las gentes del departamento de Arauca, a la presencia del ELN, de las cuestionadas Estado Mayor-FARC, o a los paramilitares, es un sofisma de distracción, que busca ocultar las verdaderas raíces de la violencia. Un Estado débil, cooptado por la corrupción y el clientelismo, el empobrecimiento de sus habitantes, la falta de programas y proyectos que respalden la pujanza de su gente, la privatización de los servicios públicos y de salud, entre otros, son la verdadera razón, el resto son productos de esta situación, que hoy clama por pactos, cumplimientos y soluciones.
Los Araucanos son los primeros productores de plátano del país, reconocido no solo por su sabor sino también por la calidad del fruto, de cáscara delgada y con pocas sustancias agro tóxicas, son segundos en la producción de Cacao y los primeros por su calidad y sabor, son excelentes productores de arroz en calidad y cantidad, producen piña, papaya, maíz y por supuesto ganado vacuno de exportación, Arauca no tiene una sola mata de coca sembrada con fines de uso ilícito, pero adolecen de plantas procesadoras para agregar valor a sus productos y de vías adecuadas que los conecten con el resto de país, por donde puedan comercializar de forma justa. Otras de las muchas promesas incumplidas por el Estado, y sufren los graves impactos ambientales producidos por la industria petrolera, el mal manejo de sus cuencas y la deforestación de las cabeceras de ríos y quebradas en el parque del Cocuy, patrocinada o permitida por las corporaciones ambientales.
En Arauca hay pueblos indígenas que reclaman territorios ancestrales, autonomía y gobierno propio, hay afrodescendientes que llegaron a la región esclavizados para las haciendas de los jesuitas en época de la colonia que también reclaman mayor reconocimiento para sus consejos comunitarios, territorio, autonomía y autogobierno. Pueblos que reclaman ser excluidos de la confrontación, que exigen a los actores armados que cese el confinamiento, el desplazamiento forzado, el reclutamiento de sus niños, niñas y adolescentes, y la suspensión inmediata de la instalación de minas y artefactos explosivos antipersona. Reclaman acuerdos humanitarios y cese al fuego bilateral y multilateral.
Hoy Arauca está más madura para la paz integral que muchas regiones del país. Las organizaciones sociales, comunales, presentes en el evento, en tono de reclamo y sin ocultar su capacidad de resistencia propositiva, manifiestan su voluntad de paz, pero también lo hicieron las organizaciones gremiales de ganaderos, plataneros, cacaoteros y arroceros, los y las ambientalistas, las organizaciones juveniles, las organizaciones de mujeres, las organizaciones de personas con discapacidad, las cámaras de comercio, lo gobiernos municipales y departamental, están unidos en un solo coro que claman paz.
Por eso la importancia de fortalecer y ampliar la coordinación de todos los sectores de la sociedad, instalar mesas de diálogo temáticas y territoriales, para generar una gran deliberación departamental, identificar desacuerdos, construir acuerdos y avanzar hacia un Gran Pacto Departamental por la Paz, la Democracia, la Justicia Social y la Reconciliación. Un acuerdo que sea cumplido por todas las partes, que logre el respaldo y compromiso financiero y político del Gobierno Nacional, Departamental y Municipales y de todo el Estado.
Un Pacto para poner al centro la vida con dignidad, que sea acatado, respetado y acogido en el marco de los diálogos y acuerdos que el Gobierno Nacional pacte con el ELN y demás grupos armados presentes en el departamento. Un pacto para erradicar la corrupción, el clientelismo, las violencias, la pobreza y sembrar de prosperidad y amor, sus ríos, llanuras y montañas. La paz es posible, si se dialoga sin exclusiones y se pacta para avanzar.
Luis Emil Sanabria D.