Solo importan los votos

Cuando será el día en que la política electoral en Colombia se haga pensando en las calidades de quienes la ejercen, por encima de los votos y el dinero con que se cuenta para ello.

Precisamente por no pensar en las calidades de quienes presentan su nombre a consideración del pueblo para elegir mandatarios locales o nacionales, es que los partidos políticos se ven sometidos a escándalos públicos, porque está visto que poco les importa quién sea la persona que avalan, ni que ha hecho en la vida, ni mucho menos de donde obtiene sus recursos para llevar a cabo actividades de campaña, bastante costosas de por sí. Ni siquiera el Consejo Nacional Electoral (CNE), que es el órgano que debe vigilar estas actividades se interesa por conocer al último punto mencionado.

Con que autoridad moral se crítica entonces a Ernesto Samper por ejemplo, por la financiación de su campaña en 1994 con recursos del narcotráfico, si el mismo modelo que él siguió, es decir, de “permitir que todo se haga a sus espaldas”, siguen actualmente los directores de los partidos políticos.

Ni siquiera el Polo Democrático puede tirar la primera piedra, porque los votos de la Anapo le llevaron a escoger a Samuel Moreno Rojas como candidato a la Alcaldía Mayor de Bogotá, y hoy podemos decir sin ninguna duda, que este señor no se hizo elegir para gobernar bien a la capital del país, sino para robarla.

Resulta bastante doloroso ver que hechos como el Proceso 8.000, la Parapolítica y El Carrusel de la Contratación en Bogotá, no hayan servido a los Partidos Políticos, como lección para escoger mejor a sus candidatos. Por el contrario hoy vemos que prefieren sacrificar a sus líderes, en lugar de negar avales a quienes desde la opinión pública se les hace ver con prueba en mano, que no son precisamente monjitas de la caridad.

Es lamentable que Cambio Radical por ejemplo, prefiera no tener a una persona con excelentes calidades como Carlos Fernando Galán en su dirección, con tal de mantener el respaldo político a Oneida Pinto, candidata a la gobernación de la Guajira, a quien desde la opinión pública se le ha señalado con prueba en mano, de ser la ficha del exgobernador de la Guajira Kiko Gómez.

Ni hablar del Partido Liberal, quien no solo reintegra a sus filas al político de la Guajira Antenor Durán, quien al parecer estaría vinculado al grupo de Kiko Gómez, razón por la que fue expulsado de las listas a Cámara por Simón Gaviria, para entonces director único del liberalismo, sino que además en compañía de Cambio Radical, resulta avalando a Luis Pérez para la alcaldía de Medellín, personaje al que hace cuatro años le había negado el respaldo por supuestamente estar mal relacionado.

Bajo la misma lógica de los votos por encima de las calidades, actúa el Partido de la U en el caso del Valle del Cauca con la aspiración de Dilian Francisca Toro, investigada por Lavado de Activos y Parapolítica.

Me pregunto si serán estos personajes quienes se van a encargar de implementar los acuerdos que se logren en la Habana en el caso de que se llegue a firmar la paz con las Farc. No veo a Dilian Francisca en ese plan y mucho menos a Kiko Gómez desde la cárcel, dándole instrucciones Oneida Pinto de acelerar la territorialización del posconflicto en la Guajira.

Lo que más sorprende de esto, es que son justamente los Partidos de la Unidad Nacional. Se supone es el uribismo agrupado en el Centro Democrático quien acostumbra a rodearse mal, con tal de ganar mayorías. Ahora no va a resultar que es justamente esta corriente la que va a salir a promulgar en las elecciones las buenas prácticas en la política.

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