Democracia en rojo

“El Registrador debe renunciar. Fico es un uribista vergonzante. La abstención es la protesta de los jóvenes”: Jaime Acosta Puertas

Elecciones del 13 de marzo: errores de una estrategia que pretendía un fraude

A las maquinarias del clientelismo y de la corrupción les gusta el Registrador Alexander Vega. Ellos, desde la casa del desprestigiado presidente, lo impusieron como impusieron a la procuradora, al fiscal, al contralor, al defensor del pueblo, y a magistrados de la Corte Constitucional.

La estrategia de torcer los resultados estaba cantada hace meses, cuando el Pacto Histórico de Petro tomó nítida ventaja en las encuestas y llenaba plazas.

Uribe pidió el cambio de jurados, porque no le gustaban los maestros como jurados de votación, lo cual han sido por años. Entonces, los reemplazaron por jóvenes inexpertos a los que deliberadamente no entrenaron con rigor y responsabilidad. Más bien les enseñaron mañas como dejar espacios en blanco en los casilleros de los formularios donde se consignan los votos de cada mesa para acomodar votos a favor del Centro Democrático, Cambio Radical, Partido Conservador, Partido Liberal y Partido de la U, y restarle al Pacto Histórico y a otros partidos o movimientos de oposición.

Tampoco les dijeron que las listas abiertas se contabilizaban como un solo sufragio si marcaban el número de su candidato y el partido o coalición a la que pertenecían. Por eso, muchas veces los contabilizaron como si fueran dos votos. Es decir, los entrenaron para que hubiera fraude y en caso de que fueran descubiertos, dirían que fueron “errores”.

Asimismo, pocas semanas atrás decidió el terrible registrador cambiar los registradores departamentales. Entonces, ya tenía nuevos jurados y nuevos registradores. A esto le sumaron un formulario E14 muy mal diseñado donde al PACTO Histórico era fácil restarle votos porque aparecía como si fuera un pie de página lo cual facilitaba que los jurados “no vieran” su votación, de esa manera se podría desconocer sus votos y no incluirlos en el total de la respectiva mesa. Por eso a Petro le iban tumbando más de 400.000 votos, sin tener en cuenta los votos que también le quitaron por “fallas humanas” al Nuevo Liberalismo, a la Alianza Verde y a la Fuerza Ciudadana. El Pacto sospechaba que un intento de fraude estaba en camino motivo por el cual tomó precauciones con el fin de develar de inmediato los “errores” del registrador, mandadero de Duque y de Uribe.

Sume las sucesivas caídas de la página de la Registraduría con el cuento de que estaba siendo objeto de un ataque cibernético.

Este registrador es un virus crónico en el sistema electoral: fue magistrado y presidente del Consejo Nacional Electoral, por tanto, los “errores” no fueron fruto del desconocimiento, por el contrario, consecuencia de su conocimiento. Cínicamente dice que no ha pasado nada, pues es “imposible” hacer fraude electoral en Colombia, y que los “errores” se están enmendando.

Por estos “errores” está aplazada la inscripción de los candidatos a presidente y vicepresidente.

Uribe, acorralado por la justicia y poco querido, puesto que Fico solo logró el 50% de los votos que alcanzó Duque en la consulta interna de hace cuatro años, pide no aceptar los resultados de las elecciones cuando lo correcto es acoger lo que indique el Consejo Nacional Electoral, siempre y cuando estén presentes los partidos y organismos internacionales de supervisión.  El proceder de Uribe es el mismo del fraude procesal y de falsos testigos que usa para atacar opositores: primero fue al ex magistrado Iván Velásquez, luego al senador Iván Cepeda, y ahora a las elecciones en las cuales fue derrotado. Su agonía política se ha convertido en un asunto  de alto riesgo para las instituciones.

Fico, un coloquial vergonzante y populista de derecha

Este candidato aupado por todos los partidos del clientelismo y de la corrupción, donde también se mimetiza la ilegalidad, dice ser el “candidato de la gente” cuando responde a la pregunta de si es o no el elegido de Uribe y de Duque. Oscar Iván, el tristemente Zuluaga títere de Uribe, declinó sus aspiraciones para sumar a Gutiérrez. Como al uribismo – en caída libre a un abismo sin fondo -, pocos lo quieren como antes, su adhesión se aplaza para que al vergonzante candidato no le reste simpatizantes, aunque dice que aceptaría el apoyo del uribismo y de otras maquinarias electorales. Esa es su fragilidad ética, ideológica y programática.

Su discurso es la versión 2022 del discurso de Uribe en 2002. Son los mismos tres huevitos con otro nombre, pero con igual énfasis en idénticos temas: cohesión social (ampliando familias en acción); confianza inversionista (defensa a ultranza del mercado sin elementos estructurales para aumentar la productividad, la competitividad, el empleo y la equidad); y seguridad democrática (fuerza antes que diálogo, reconciliación y oportunidades).

En el supuesto de que no sea un candidato abrazado al uribismo, su discurso si es uribista. Entonces, por acción o por omisión representa los intereses del imputado y de otros partidos afines.

En el reciente debate de El Colombiano y de Red+Noticias, a más de gastar tiempo atacando a Petro, en lo cual le va muy mal cuando éste está presente, si tiene facilidad, como la tenía Uribe, de comunicar ideas así no tengan fondo. Es el típico populista de ultraderecha. Una ciudadanía con escasa cultura política, de conocimientos y desencantada de la clase política, cae fácilmente en su demagogia y vende su conciencia por tamales y cien mil pesos.

A más de lo anterior, sume su falta de talante, la manera como se expresa, y la forma en que agrede con mentiras a sus rivales, sobre todo a Petro. Y se lo imaginan diciendo en los foros internacionales: “ve vos, Biden, no seas mentiroso, porque vos si lo dijiste……”. Si Duque es una vergüenza internacional, Gutiérrez sería peor, porque su única agenda internacional es la misma agenda de Uribe y de Duque: el castrochavismo y Maduro porque para ellos no existe el resto del mundo.

La juventud no votó y pasó la cuenta de cobro a la clase política

A pesar del registrador, que suma y resta votos como le da la gana, la verdad es que la abstención es cada vez mayor. En medio del desorden por la dispersión de partidos, movimientos y candidatos, los jóvenes no fueron a las urnas porque están desilusionados por décadas de promesas incumplidas, exclusión, violencia y corrupción.

La razón de fondo desde la protesta de finales del 2019 y de mediados del 2021, fue que los partidos políticos dejaron solos a los jóvenes en manos del Esmad, de los vándalos fabricados por el Estado, y de la “gente bien” que los atacó a bala con el silencio de Duque y de la policía.

La oposición se limitó a decir que la protesta se resolvería en las urnas, que ese era el espacio para materializar la protesta. Así dejaron solos a los jóvenes y a los pobres en la protesta social del 2021. Los políticos pensaron que un movimiento social en alza les quitaría espacio, y no entendieron que se debía construir un nuevo espacio político con los jóvenes para llegar con fuerza incontenible a las elecciones del 2022: se equivocaron porque terminaron dándole la espalda a la juventud.

Por eso, de la protesta salieron muy pocos candidatos para el Congreso, ni fuerza política para tener candidato propio o candidato al que apoyar en las elecciones por  la presidencia. Los jóvenes no votaron en el momento más crítico de la historia reciente de Colombia, y de mayor incertidumbre global. Esa ausencia y falta de confianza, es una expresión de protesta. Si no hubiera sido por el Pacto Histórico, las elecciones del 13 de marzo hubieran sido las más ilegitimas de la historia de este país: once millones de votantes para el Congreso, y seis millones en la consulta de las coaliciones en un país de cincuenta millones. Por eso Colombia es una “democracia” en rojo.

Nadie debe votar en mayo si el registrador no renuncia, porque está ahí para que el uribismo y afines ganen. Por eso, el Centro Esperanza y el Pacto Histórico, otras fuerzas democráticas y los jóvenes, deben unirse para pedir garantías electorales, la renuncia del registrador, y supervisar la operación electoral por la presidencia.

Si a la dirigencia le queda un dedo de frente y no insiste en defender a ultranza lo que ganaron en estos últimos treinta años destruyendo vidas, estancando el desarrollo de la economía con el extractivismo la ilegalidad y la informalidad,, hiper concentrando la riqueza, capturando las arcas del estado, y desbaratando instituciones, la segunda vuelta debe ser entre Fajardo y Petro.

Es la hora para que la dirigencia cambie de rumbo, entienda que otro desarrollo es posible y necesario. El futuro no es con los ganaderos y latifundistas que a sangre y fuego despojaron a los campesinos, ni tampoco con los banqueros especuladores que administran recursos públicos que luego distribuyen entre sus gigantescos conglomerados empresariales, por eso se oponen a reformar el sistema de pensiones que le transfiere billones que no se vuelven a ver.

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