Desde Europa del este a Puerto Resistencia en Cali

Van 19 días de protestas en Colombia y las calles siguen ardiendo. Son manifestaciones masivas contra el gobierno y dolidas por la represión. Al frente marcha una juventud diagnosticada de tristeza, con la confianza rota en las instituciones y empobrecida por la pandemia. (France24, 17 de mayo de 2021)

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, advirtió este viernes (26.11.2021) que existe el riesgo de una guerra con Rusia, país al que acusó de lanzar señales «peligrosas” con el despliegue de tropas cerca de las fronteras ucranianas. A juicio del mandatario, la «retórica” utilizada por Moscú es una señal «de que una escalada es posible” y de que «puede haber una guerra mañana”. (26 de noviembre de 2021)

Es imposible analizar en un artículo todas las crisis económicas en el mundo, las perspectivas del nuevo gabinete de Boric en Chile o los ataques de los rebeldes hutíes a los Emiratos Árabes Unidos. Muchas cosas han pasado esta semana en todo el planeta, por eso, este articulo va a estar dividido en dos temas. Me centraré en un tema de interés en Colombia, y en la amenaza de guerra en Ucrania.

  1. ¿Y los jóvenes que?

Desde esta semana arrancaron los debates presidenciales en Colombia. Algunos han tenido a casi todos los precandidatos de las respectivas coaliciones (El Tiempo – Semana) y se han escuchado en debate a quienes lideran las encuestas de opinión (Prisa Media). En todos se han tratado temas claves como la corrupción, la seguridad, el empleo, el desarrollo rural, educación, etc., pero ninguno ha tratado un tema clave que tiene menos de un año de vigencia: los jóvenes.

Es de recordar que las manifestaciones populares más grandes que Colombia ha experimentado en toda su historia sucedieron durante el 2021 y fueron lideradas por ¡los jóvenes! Ellos/ellas bloquearon partes del país, hicieron que el gobierno reversara la reforma tributaria, tumbaron un ministro, y pusieron en jaque a la economía.

La discusión no es si hubo delincuencia o no, si fueron violentas o no, no es asunto de ese artículo, y se ha escrito bastante sobre este tema. Es más, tristemente, este ha sido el único aspecto que algunos precandidatos presidenciales han nombrado sobre los jóvenes y aquellas manifestaciones.

Lo importante que ha sucedido durante los debates presidenciales, es que esas manifestaciones, la dura situación de los jóvenes, que muchos ni estudian ni trabajan, y sus pobres esperanzas en el futuro, no han sido nombradas ni por error en estos encuentros.

Esto no es un tema de si los periodistas preguntan o no. Si lo moderadores no preguntan sobre el futuro de la juventud en Colombia, son los candidatos quienes deben nombrarlo, deben presentar sus planes y reconocer la importancia de esta población. Candidatos, al ser preguntados sobre ciertos temas, que seguro son muy importantes para Colombia, deben llevarlos también a la realidad de los jóvenes.

Según datos del Censo Nacional de Población y Vivienda, para 2020, los jóvenes entre 14 y 28 años representan el 25% de la población total del país, lo que equivale a 12,5 millones de personas. Candidatos, sigamos su lógica electoral (que no debiera ser así), son 12.5 millones de votos en potencia, que se van a sentir identificados si ustedes se dirigen a ellos.

Si no lo quieren mirar así, piensen en que cuando alguno de ustedes llegue a la Casa de Nariño, ese malestar de los jóvenes no se habrá ido, sigue y seguirá después del 7 de agosto de 2022. Si ustedes no los hacen participes de sus campañas, y posteriormente de sus planes de gobierno, estos mismos jóvenes saldrán a las calles, y los pueden poner en una situación complicada, justo como pasó en 2021.

El malestar de la juventud no ha desaparecido, sigue y probablemente, ha incrementado, porque las condiciones para ellos empeoran día a día.

  1. De Rusia con amor (y no es James Bond)

Después de la crisis de Crimea en 2014, las alarmas se volvieron a prender el pasado diciembre cuando uniformados rusos iniciaron ejercicios militares en seis regiones diferentes. El Gobierno de Ucrania calculó que más de 114.000 soldados rusos fueron desplegados en las zonas limítrofes en el noreste, este y sur del país, incluidos alrededor de 92.000 soldados de infantería y fuerzas aéreas y marítimas.

El despliegue ha sido tan grande, que distintos gobiernos de Occidente han alertado sobre una probable y próxima invasión de Rusia a Ucrania. Aunque el Gobierno de Putin niega esas intenciones, lanza advertencias frontales a la OTAN, Washington y Bruselas. Además, el líder ruso, el jueves 20 de enero, anunció maniobras navales en el Océano con Irán y China, fuertes adversarios de EE. UU., “para fortalecer la seguridad en la región”.

El gobierno de Estados Unidos afirmó el miércoles 28 de enero, que había establecido una vía diplomática para manejar las amplias demandas rusas en el este de Europa, al mismo tiempo que el gobierno de Putin mantenía conversaciones sobre seguridad con los países occidentales e intensificaba su despliegue militar cerca de Ucrania con nuevas maniobras.

En una respuesta escrita a las demandas de Rusia entregada en persona por el embajador de EE. UU. en Moscú, el secretario de Estado Antony Blinken, reiteró su compromiso de mantener una política de “puertas abiertas” de la OTAN al tiempo que ofrecía una “evaluación pragmática y de principios” de las preocupaciones del Kremlin.

Este, como todos los conflictos hay que mirarlo en contexto. Es obvio que es una disputa más entre Occidente y Rusia, pero existen “condimentos” que no existían en la guerra fría, como lo son China e lrán (más allá de sus ejercicios militares), o Alemania como principal receptor del gas ruso y su gran inversión en el gasoducto Nord Stream 2 (sobre el cual escribí en esta misma columna).

El país teutón es clave para entender esta crisis. Alemania necesita del gas ruso y se ha comprometido con Putin a construir (que está a punto de entrar en funcionamiento), el gasoducto Nord Stream 2, que pasa por el Mar del Norte, evitando países y zonas con inestabilidad política para garantizar el suministro. Es una inversión muy importante, que garantiza un ingreso de recursos aun mayor al mandatario ruso. Como es un acuerdo entre dos partes, los alemanes también garantizan cierta estabilidad, y tratan de equilibrar la balanza al no seguir el ejemplo de Biden, que enviará armas y está contemplando el envío de tropas.

Por otro lado (y pensando con el deseo de normalización de relaciones con Irán), Occidente podría explorar una última alternativa para el suministro de gas con una potencial normalización de las relaciones con Irán, e insisto, es un escenario demasiado optimista. Sin embargo, no hay que olvidar que en años recientes cuando las sanciones no eran tan fuertes, Alemania, Italia y Francia tenían inversiones en el sector minero-energético en ese país.

Además, no solo es Ucrania, hay que pensar en los países del Mar Báltico, Letonia, Lituania y Estonia, quienes tienen población étnicamente rusa en sus territorios; Polonia que actualmente vive la crisis de los inmigrantes en su frontera con Bielorrusia, quien es aliado de Rusia; y la siempre complicada región de los Balcanes. Un conflicto en Ucrania puede desatar consecuencias inesperadas en esas zonas, donde históricamente se han desarrollado grandes guerras.

Tanto los jóvenes en Colombia como la crisis en Ucrania esta mostrando lo “miopes” que pueden ser nuestros políticos, por un lado, al desconocer una bomba de tiempo como la juventud en Colombia y por el otro, al mostrarse fuertes pero lo único que ponen en riesgo es la recuperación económica después de esta pandemia, que es una necesidad mundial.

Para estos momentos, se necesitan lideres del XXI, y no personas que sian encasilladas en ideas del S. XX. El mundo ha cambiado, nosotros hemos cambiado y ellos deben hacerlo.

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