El sector de la construcción se cae a pedazos en Colombia

La vivienda en Colombia frenó en seco perjudicando a miles de familias. El descalabro está afectando al sector de la construcción que, de acuerdo con el Dane, fue el único que decreció en términos de producto interno, para el primer trimestre del año. De hecho, mientras la economía creció 3%, el sector constructor se hundió con -3,1%.

Y lo realmente grave es que esa caída está empezando a destruir empleo: sólo en las 13 grandes ciudades se destruyeron 9 mil puestos de trabajo en construcciones, frente al primer trimestre del 2022. El gobierno nacional es culpable directo por varias razones que vamos a analizar en esta columna.

En primer lugar, y para resolver una discusión técnica rápidamente, sí, es cierto que en la caída de la construcción aún no se ha visto el impacto de las medidas del sector vivienda. La reducción en producto interno que hoy vive el sector constructor está explicada por el segundo de sus componentes, después de las edificaciones: las obras civiles. Puentes, vías, puertos, inversiones en infraestructura petrolera y militar, entre muchos otros, componen esa rama de actividad que, a marzo de 2023, ¡
¡se contrajo 15%!. Es la caída más profunda desde la pandemia, y en una magnitud similar. ¿El culpable directo? Pues un presidente que cuando fue alcalde, sacaba pecho por no hacer obras y por odiar al “cemento”.

La incertidumbre que ha vertido sobre Ecopetrol ha hecho que esta empresa aplace inversiones en infraestructura. El acuerdo de Escazú, al que le corrió en los primeros días de gobierno, está dificultando la concreción y continuación de las obras. Y la falta de gerencia, en últimas, ha dilatado procesos que el gobierno Duque había dejado listos y financiados.

Pero ahora sí, la vivienda. ¿Qué ocurre y qué puede esperarse de esta actividad en lo que resta del año? Lo primero es que, aunque el crecimiento de la actividad edificadora, que incluye vivienda y otros usos, no estuvo lejos del que tuvo la economía (2,6%), las demás cifras sí son muy preocupantes.

Según datos de Coordenada Urbana, las ventas de vivienda se desplomaron 66% en el primer trimestre. Por más que la pandemia sea muy reciente, nadie está acostumbrado a esta clase de datos, por lo que es fácil minimizarlos. Para que se haga una idea clara, es como si una tienda pasara de vender $10 millones al mes, a solo $3 millones mensuales en menos de un año.

La quiebra es inminente, sobre todo si sus costos aumentan como está ocurriendo, para seguir en el ejemplo de la tienda en el 2022 gastos por $5 millones mensuales, ahora debe pagar $6 millones mensuales: porque subieron los impuestos, subió 13% el salario del ayudante, subieron las tasas de interés del crédito en el que se metió, y sigue subiendo la gasolina que necesita para traer su mercancía.

Y por si fuera poco, la ayuda pública de la que gozaba la actividad edificadora desde hace ya casi 14 años, se frenó en seco por un cálculo politiquero e irresponsable. Para dar un contexto, resulta que en Colombia los hogares más pobres no tienen para algo que se llama en la jerga especializada un “cierre financiero”. Para comprar casa esos hogares requieren que les cuadre el ahorrito, el crédito hipotecario, y el subsidio que les dan las cajas de compensación, los municipios, entre otros.

Si alguna de las tres cosas no alcanza, no hay vivienda, así de simple. Por eso el gobierno había creado desde el 2009 un subsidio a tasa de interés, que ayudaba justamente a ese cierre financiero, y lo fue extendiendo a familias no pobres, a quienes tampoco les alcanzaba. El gobierno Duque fue aún más allá y permitió lo que era lógico: que se pudieran sumar subsidios. Y allí la explosión de la vivienda, que llegó a niveles nunca vistos.

Pues la Ministra Velasco, de la que poco se habla, porque poco hace también, decidió que eso no le servía. Que tenía que poner barreras, que le permitieran, entre otras cosas, privilegiar los gobiernos locales afines al gobierno. Ya los ingresos no van a determinar el acceso al subsidio a la tasa, sino el SISBEN. Y si no está de acuerdo con su puntaje y se queda sin casa, pues nada qué hacer. Todo un caos, que debe servirle al menos a la gente para, en este octubre de 2023, votar bien.

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