El sueldo a un congresista no le alcanza, es cierto

Se equivocaron los colombianos que votaron por aquellos candidatos al Senado y a la Cámara que durante la campaña prometieron que harían todo lo que estuviese en sus manos para reducir el salario de quienes hoy ocupan una curul en el Congreso de la República, es decir, de ellos mismos.

Ningún político que tiene la posibilidad de darse lujos y ostentar una vida de millonario así no lo sea va a renunciar a ella, seamos sinceros, por tanto, no es posible que existan personas en nuestro país que crean esta promesa, que sí se llegase a convertir en realidad, no se implementará de manera inmediata porque se dará sobre los congresistas que llegarán a partir de 2026.

Es de ingenuos pensar que un congresista en ejercicio va a votar para que le reduzcan una asignación mensual de $ 43.418.152, especialmente si se tiene en cuenta que muchos de ellos al tomar posesión de su curul, olvidan lo que significa la palabra sencillez y en adelante comienzan a ejercer una vida ostentosa, llena de extravagancias.

Es así como se les ve entrar y salir con escoltas a lado y lado junto con un sequito de asistentes que los siguen a todas partes cargándoles incluso los maletines y las chaquetas. A partir del momento en que se sientan en la silla del legislativo difícilmente ingresan a un restaurante donde se consume comida casera y excusas para no hacerlo hay muchas, la primera de ella, el de la seguridad y también, que les puede hacer daño la sazón porque el nuevo estatus les vuelve delicado el estómago.

Por supuesto, ellos quieren vivir en un lugar seguro y nada mejor que los barrios exclusivos de Bogotá donde no llega cualquiera y el que lo logra necesita un buen pase de ingreso. En estas zonas de la capital del país un apartamento o una casa no baja de los mil millones de pesos, lo que además impone unos valores en los servicios bastante altos y una vida de gastos con altísimos valores que convierte el sueldo de un congresista en el equivalente al salario mínimo que devenga gran parte de la población colombiana.

Pero a ellos poco les importa esto, y no sería extraño que para esto deban vivir como bien lo describe Rubén Blades, “ahogados en deudas para mantener su estatus social en boda o coctel”.

Es cierto y a la vez triste, que para un congresista en Colombia una curul en el Senado o la Cámara les represente una especie de Baloto que les hace olvidar que su llegada al Capitolio tiene un único objetivo y es el de representar a los colombianos del común de las diferentes regiones del país.

Por lo anterior, no es extraño que las senadoras Isabel Cristina Zuleta y Karina Espinosa protesten porque cursa un proyecto que amenaza con reducirles el estatus social. Lo extraño es que ellas sean sinceras y lo expresen, cosa que no hace el resto de sus colegas.

Óscar Sevillano

@sevillanoscar