El voto útil

En reciente columna de opinión en El Tiempo, de fecha marzo 20 de 2022, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras (1962) aludió a la figura del voto útil y su necesidad en el actual proceso electoral colombiano, lo cual ha quedado en evidencia, una vez más, luego de la primera ronda de elección presidencial. El voto útil o sufragio pragmático es el voto motivado por la necesidad del elector de hacer contrapeso a un potencial candidato ganador, sufragando por el candidato con más opciones de derrotarlo, y no motivado por la convicción del elector sobre un programa ideológico o sobre las bondades de la persona por quien ejercita el sufragio. En otras palabras, el voto útil consiste en votar por quien el elector considera menos incompetente como candidato, o en términos utilitaristas, por el mal menor. Justamente, eso es lo que devela los resultados electorales de días pasados, calificó a la segunda ronda de elecciones presidenciales un candidato, cuya fortaleza estuvo en hacer todo lo contrario de lo que hicieron sus contendores.

El voto útil tiene en el trasfondo una ética utilitarista, porque apuesta por el candidato que tiene mejores opciones para vencer al candidato que no se quiere que sea el elegido. La ética utilitarista abreva en las obras de los británicos Jeremy Bentham (1748-1832), James Mill (1773-1836) y John Stuart Mill (1806-1873), centrada en el resultado de los actos humanos; siendo preferible optar por un mal menor frente al mal mayor. Los electores votan contra un candidato por considerarlo un mal mayor frente a otro candidato que pese a no ser de su agrado, es preferible por considerarle un mal menor.

Dentro de los casos de voto útil en los países latinoamericanos, destaca en México a comienzos del presente milenio, la elección de Vicente Fox (1942), candidato del Partido Alianza por el Cambio PAN, que venció a Francisco Labastida (1942), candidato del Partido Revolucionario Institucional PRI, partido en el poder desde 1929. Fox obtuvo el 42,52% de la votación frente al 36,11% de Labastida. El caso mexicano constituye uno de los primeros casos del voto útil, mediante el cual, los agobiados mexicanos pusieron fin a 71 años de hegemonía del PRI. Muchos de los electores realmente no estaban convencidos sobre las bondades del candidato Fox, que a la postre terminaría su mandato presidencial con serios cuestionamientos éticos.

La práctica del voto útil se ha vuelto recurrente en muchos países del mundo. Una constante en la Colombia de los últimos veinte años: Votar sin convicción por un candidato con el fin de impedir que triunfe el candidato con mejores opciones de llegar al poder. Verbo y gracia, la reciente elección presidencial que eligió a un incompetente candidato para atajar al candidato que causaba pánico y aún hoy lo produce. Las cifras del voto útil engañan porque los votos no son todos patrimonio del candidato ganador, sino que son una especie de “contravoto” en detrimento del candidato derrotado. Situación que se acabó de ver en la primera ronda de elección presidencial donde el candidato de las mayores votaciones encontró que su contundencia electoral no era tal, y un “outsider” que hasta hace unos meses no pesaba en las encuestas obtuvo el segundo lugar en los resultados.

Pareciera que el voto útil del 2018 se repetirá en 2022, particularmente en la segunda ronda de la elección presidencial, con los dos candidatos que obtuvieron los más altos índices de votación. Los colombianos tendrán que elegir entre dos candidatos que encarnan altísimas dosis de populismo, uno político de oficio con un pasado borrascoso, avalado por el progresismo y portaestandarte de las tesis propias del neomarxismo en un contexto de batalla cultural, y el otro, un empresario trabajador en la cumbre de su vida profesional y familiar, que luego de amasar una pequeña fortuna personal, ve en la política una oportunidad para devolverle a los colombianos un poco de lo mucho que le han dado. Al final, pesará el voto útil porque gran porcentaje de electores no harán uso de su derecho al sufragio por el candidato que les identifica, si no contra el candidato que detestan o no desean por presidente. Es voto útil es indeseable pero resulta conveniente, ¡Qué paradoja!

Ojalá el voto útil desapareciese de todo proceso electoral colombiano. Curiosamente, candidatos competentes, decentes e idóneos con magníficas propuestas de Gobierno obtuvieron menos de doscientos mil votos, siendo derrotados numéricamente, incluso, por el voto en blanco. El sufragio debe emitirse con convicción, razonamiento, conocimiento e identidad ideológica por quien se vota, y no simplemente votar contra quien no se desea elegir. Es imperioso construir cultura política a partir de la educación para la libertad, el librepensamiento y la responsabilidad ajenos de todo sesgo ideológico o adoctrinamiento y revisar el papel de los partidos políticos que perdieron su norte hace mucho rato. Sólo un pueblo políticamente culto puede elegir buenos gobernantes de entre candidatos idóneos; de no ser así, el País seguirá abocado a elegir presidente al menos mediocre o al que represente el mal menor para los intereses del ciudadano. Es deber ciudadano votar con conocimiento y a conciencia, empero, conocerse a sí mismo. Aunque todos los ciudadanos tengan el derecho para presidir un País, no cualquier ciudadano puede ser presidente.

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