¡No parimos hijos para la guerra, parimos hijos para la paz!

Esta fue la exigencia   que escuché  , de parte de   las mujeres,  a lo largo y ancho de la Colombia profunda cuando en mi condición de Co-presidenta de la Comisión  de paz de la Cámara de Representantes con el apoyo del Programa de Naciones Unidas en Colombia  , universidades y organizaciones sociales recorrimos muchos lugares de nuestro país , con el propósito de escuchar  las propuestas que desde las regiones , diferentes actores sociales tenían sobre el Acuerdo de paz que se negociaba en la Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc-EP, hoy partido de los Comunes.

Estas propuestas fueron discutidas, sistematizadas y enviadas a la Habana en lo que llamamos “Una enciclopedia para la paz “. Se pretendía promover un proceso participativo en un país roto por la guerra, y que este proceso participativo y propuestas presentaran permitieran tejer vínculos entre estas distintas “Colombias” que hemos habitado por décadas. También se buscaba enriquecer el contenido de 4 de los seis puntos del Acuerdo de paz: Reforma rural integral, participación política, programa de sustitución de cultivos lícitos y atención a las víctimas. Realizamos 9 mesas regionales, incluyendo a Bogotá las cuales contaron con la presencia de 2990 personas. Destaco de manera especial la amplia y activa participación de las mujeres.

Las mesas las realizamos durante el año 2012. Una de las propuestas que se presentaron en algunas de las mesas, hacía referencia   a la desmilitarización de la sociedad, el respeto a los derechos humanos y a la protesta social. Dicha propuesta incluía “reemplazar el servicio militar obligatorio por un servicio social para la paz en las zonas afectadas por la guerra”.  Se buscaba que la juventud colombiana pudiera convertirse en una juventud para la construcción de la paz y de esta manera se lograría que la relación de estos jóvenes mayores de 18 años para contribuir al avance del país   , no tuviera que pasar por portar obligatoriamente  un fusil .

Con el senador Iván Cepeda, iniciamos desde el 2011 en la Cámara de Representantes   un retador trabajo con los movimientos de jóvenes objetores de conciencia quienes sentían que el servicio militar obligatorio, violentaba su propósito de ciudadanía plena y de querer aportar a la paz.  A través de las   audiencias realizadas en el Congreso de la República y en algunas universidades, recogimos aportes para presentar el proyecto que hiciera realidad tanto la aspiración de estos jóvenes, como las propuestas que habíamos escuchado en las mesas regionales por la paz.

Nunca pudimos lograr que el proyecto avanzara durante los dos períodos de gobierno de Juan Manuel Santos. El compromiso del presidente de no tocar la fuerza pública, como parte del Acuerdo, pasaba por dejar intacta la obligatoriedad del servicio militar. Esta era una de las grandes frustraciones   de los jóvenes en Colombia, que en un gobierno que buscó hacer la paz como el de Santos mantuvo esa dolorosa obligación. Obligación que como lo muestran muchos estudios, cumplen en especial los jóvenes pobres de Colombia.

Por todas estas razones, cuando hace algunos días literalmente se salvó el artículo 10 del proyecto de ley sobre la paz total, sentí una enorme alegría. Dicho artículo invoca como fundamento el artículo 11 de la Constitución que establece el derecho y el deber de vivir en paz. De igual manera presenta el servicio social para la paz como complementario al servicio militar.  Establece 12 meses de duración y 11 modalidades para ser asumido por los jóvenes. Entre algunas de las   modalidades están: promover la alfabetización en zonas rurales y urbanas, promover la política pública de paz, convivencia y no estigmatización, trabajar por protección de la naturaleza y la biodiversidad, trabajar en la reforma rural integral, ser vigía del patrimonio cultural, ser cuidador de personas en condición de vulnerabilidad. Este servicio social será reconocido como experiencia para el primer empleo y se pretende sea remunerado.

Increíble este sueño hecho realidad. Millones de mujeres de la Colombia profunda, estarán celebrando una lucha que por décadas han librado ellas y sus hijos: parar esta guerra atroz y crear oportunidades para que estos hijos de la guerra , sean por fin las y  los gestores de la paz.

Como siempre habrá quienes nos quieran “aguar “esta celebración. Las aves de mal agüero, los guerreros de siempre.  No lograrán hacerlo.   No pasarán.

Buscar

Anuncios