Petro, la política monetaria y Venezuela

La hiperinflación en Venezuela es considerada la peor inflación en la historia americana. Comenzó en Noviembre de 2017, cuando se registró una inflación mensual de 56,7% e interanual de 1370 %.

En 2018, Venezuela cerró con una inflación de 65.374,08 %, (en 2019 con una inflación de 19.906,02%), lo que nos da una medida del fracaso ideológico de la política monetaria del régimen de Maduro.

El objetivo de la política monetaria de un país es mantener el entorno macroeconómico estable para que la actividad económica se pueda desarrollar con normalidad.

En 2015, año en el que se produjo una importante caída del precio del petróleo, incluso algunos economistas favorables al régimen de Maduro argumentaban que la economía venezolana estaba muy monetizada, y que mientras se mantuviera esta situación sería imposible estabilizar los precios.

Una de las soluciones sugeridas era la de contraer la demanda interna mediante el recorte del presupuesto nacional. Sin embargo, el régimen de Maduro tildaba esa solución como de derechas, y que, siendo correcta en la lógica capitalista, la revolución venezolana no la transitaría.

Así, se argumentaba que había que profundizar en el proceso revolucionario, aumentando el gasto público y, por ejemplo, pasando al control del Estado la mayor parte del comercio importador.

Petro, candidato a las elecciones presidenciales colombianas, ha pedido en varias ocasiones imprimir billetes para financiar el déficit. Su argumento es que en épocas de crisis es una política lícita para conseguir objetivos económicos.

Esta política ha sido sugerida, por ejemplo, durante la pandemia del Covid-19, como herramienta para favorecer a los más necesitados.

Frente a esta posición, hay que argumentar que en momentos de crisis es cuando es más conveniente tener una política monetaria ortodoxa, pues es cuando existe el mayor riesgo de que se descontrole, por ejemplo, la inflación, y que aquellos a los que se pretendía proteger, sean los más perjudicados, como ocurrió en el caso de Venezuela.

Cuando se creó el euro en Europa, una de las cuestiones sobre las que se hizo hincapié fue que el banco central fuera lo más independiente posible. De esta manera el BCE hace su política sin dejarse influir por los gobiernos de turno de los distintos países europeos.

LA FED, en EE.UU. tiene también un alto grado de independencia, de tal manera que, por ejemplo, Jerome Powell, ha ejercido su mandato con dos presidentes de EE.UU. diferentes.

La política monetaria debe crear las condiciones para poder ejercer la actividad económica en el marco adecuado. Así el BCE tiene como mandato mantener la inflación en el 2%, por encima de cualquier otra consideración.

Socavar la independencia del banco central puede llevar a una situación de “pan para hoy, y hambre para mañana”. Imprimir billetes para financiar el déficit, puede crear una sensación de riqueza en el corto plazo, que llevaría necesariamente a la inflación y a la inestabilidad monetaria en el medio y largo plazo.

Si Petro llegase a la presidencia y aplicase una política monetaria similar a la utilizada en Venezuela, la inestabilidad económica podría apoderarse de Colombia, No debemos olvidar que finalmente más de dos millones y medio de venezolanos han tenido que abandonar su país, y que la hiperinflación tuvo mucho que ver en ello.

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