Polémica sobre el GAS, sólo parcialmente cierta

Debido a las declaraciones de la nueva ministra de Minas y Energía en una emisora (Blu Radio, 2022) se desató una polémica por la importación de gas desde Venezuela. Corrijo, la desataron todos los que quisieron hacer pasar por polémicas sus declaraciones empezando por el mismo “periodista”, siguiendo con el exsenador Robledo (en un video que circula en las redes), en las ya conocidas sesgadas “noticias” de la revista Semana y en un artículo del exsenador Lara (Cambio, 2022).

La ministra explicó tres veces durante la entrevista que esa posibilidad se daría si después de la planeación responsable de la transición y si no se encontraran nuevas reservas de gas en los 180 contratos vigentes (la tasa de éxito es del 13%, ConfidencialColombia, 2022), y solo si sucedían esos condicionantes entonces, en últimas, se tendría que importar gas. No dijo que se importaría gas inminentemente. Todos parcialmente ciertos o parcialmente errados al interpretar a la ministra, pero se les notaba desconocimiento del tema (eso sí creyéndose con el derecho de hablar duro) sumado al afán de contradecir a la ministra con lo que fuera: que “con la importación del gas se duplicaría, triplicaría y hasta podría multiplicar por cuatro la tarifa de gas”, que si “no temen que la eliminación de esos nuevos contratos de exploración derrumbe por ejemplo la acción de Ecopetrol”, “eso no es como un sinsentido,… con todo respeto”, “se triplicaría la factura”, “con todo respeto pero veo una cantidad de contradicciones”, “al final del camino termine perjudicando a los más pobres y a la gente que hoy utiliza como utilizamos millones de colombianos el gas como una alternativa enorme de energía”, “una de las cosas más absurdas e irresponsables que yo he oído en mi vida”, “resulta que el gas es el combustible de la cocina de los pobres y no hay combustible más barato”, “además esa energía solar es carísima, carísima”, “no resiste un minuto de análisis, es falta de seriedad”, “En la actualidad el 69 por ciento de los hogares colombianos usan gas para cocinar, de los cuales 9 millones son hogares de estratos 1, 2 y 3. Por efecto de la crisis energética global, los precios de este combustible han subido mucho”. La ministra también dejó ver desconocimiento en algunas de las respuestas en las que se metió en la trampa del “periodista”; para que su “parte de tranquilidad” sea creíble, tiene obligatoriamente que rodearse bien con técnicos de todas las tendencias económicas, no solo de ambientalistas.

No es cierto que el gas sea el combustible de más bajo precio para cocinar o calentar el agua; depende de la zona del país en que se mire. En Cali, por ejemplo, es más costoso que con energía eléctrica. Pero no así en Bucaramanga.

El gas debería haber sido barato pero no es así. Hubiera podido serlo si no fuera por una serie de torpezas en la estrategia que aplicó el país desde hace dos décadas a través de los gobiernos de turno. Además injustas, con un calificativo que aquí sí podrían tildarse de irresponsabilidades por parte de los encargados de la política energética del país, porque tomaron medidas desde sus escritorios en las que ni siquiera tuvieron que justificar los recursos para realizarlas porque todas ellas iban contra los bolsillos de los colombianos a través de mayores tarifas. Para dejarlo muy claro, tomaron medidas que hemos pagado todos a través de tarifas altas. Este procedimiento de toma de decisiones hay que revisarlo de fondo, ya que genera situaciones como las que vamos a explicar.

  • Hace 20 años el gas sí era la mejor opción y por eso se hizo muy bien en masificarlo. Los atributos del gas eran: “1. Abundante 2. Muy barato y 3. El menos contaminante de los combustibles fósiles” (1).
  • Pero la situación ha venido cambiando y los tres atributos se han debilitado: 1. hay sensación de escases a la vista, 2. políticas erradas de últimos gobiernos que han resultado en tarifas altas debido al abuso del oligopolio productor y el costo del transporte, y 3. contaminar hoy (pues es combustible fósil así sea el que menos contamina) se castiga más que hace unos años. Ya no tiene los tres atributos a su favor.
  • Además, “la errada política en que las tarifas de transporte por gasoducto son nominadas en dólares en vez de pesos (a diferencia de la transmisión de electricidad), lo cual expone al usuario, sin necesidad, a un alto costo por la devaluación del peso; la obsoleta política de tarifas de transporte por distancia en vez de tarifa única o estampilla, que hace que el precio varie mucho entre regiones y que valga más en las pequeñas poblaciones y en el sector rural”(1) no ayudando al cierre de brechas de desigualdad.
  • La demanda no es creciente. De los 600,000 vehículos que se convirtieron en el plan de masificación, una porción muy importante ya regresó a gasolina; en el último quinquenio la demanda de GNV ha bajado en un 40%. Parte de la industria convertida se devolvió al carbón por la subida del precio del gas con los respectivos impactos negativos en su competitividad y en la contaminación ambiental; el consumo de gas en la industria bajó el 30%. “Si bien llegamos a 10 millones de usuarios en hogares y comercio con este energético, el consumo per cápita viene bajando”(1). Este relato corresponde al de una buena política fracasada; implementada y malograda en los últimos 20 años.
  • Como se ve, la “demanda creciente” que el “periodista” usa como argumento para apelar a las emocionalidades que genera la emergencia, no es cierta, estaba equivocado. La ministra calificó como “muy buena pregunta” este error del “periodista”. La demanda viene cayendo en varios mercados, precisamente por la subida de precio que ha experimentado de al menos 4 veces en las últimas 2 décadas, que lo deja fuera de competitividad en varias zonas y en varios sectores.
  • Tanto así, que con los precios actuales en algunas partes del país es más costoso cocinar con gas que con energía eléctrica, como en el Valle. Esto merece un replanteamiento, no solo en la sustitución por energías alternativas, sino en la formación de la competitividad del precio del gas en la geografía nacional. Una transición energética en la que compiten las nuevas energías contra una cuyo precio está inflado por los errores de política no tendrá los buenos resultados para el país que debería tener.
  • Por su parte, es cierto que hay que incentivar la transición a energías competitivas. Todo el mundo sabe que las tecnologías de generación eólica y solar vienen ganando competitividad con una clara tendencia a la reducción de costos. No parece estar bien documentado el exsenador Robledo.
  • El poco interés que tuvo Ecopetrol en la recuperación secundaria y terciaria en toda su historia, que hasta ahora está mostrando como lo explicamos en el artículo “Autosuficiencia del petróleo no se logrará por más exploración o fracking” (Fonseca, ConfidencialColombia, 2022) pone una duda sistémica sobre el impulso que se le ha querido dar al fracking ya que hay alternativas a mano que son menos costosas y que por supuesto deben ser la prioridad.

Por todo esto, los comentarios del “periodista”, de la mencionada revista y de los exsenadores estaban cargados de errores y aunque ciertos en algunas cosas no eran ciento por ciento correctos.

Es claro que es un tema complejo, con muchas aristas, en las que las decisiones no pueden solo salir del extremo ambientalista, por lo que hay que insistir que la ministra Vélez debe rodearse de expertos confiables y necesariamente contrastar las conclusiones entre ellos para lograr filtrar aquellas que tengan sesgos. Para nadie puede resultar un secreto que en este sector (petróleo, gas, electricidad) se mueven unos negocios inmensos que por supuesto “juegan sus fichas” de acuerdo con sus intereses sin importarles el bien común.

Y allí es donde el alto gobierno tiene que mostrar su alto profesionalismo (representado en unas cualidades académicas altísimas de sus ministros) logrando decisiones sensatas y equilibradas de acuerdo con el contexto colombiano, sus efectos reales y relativos en el mundo, la situación de pobreza y de coyuntura económica (especialmente inflación) frente a las promesas de campaña.

Por el lado de los que ahora están advirtiendo en tonos agudos sobre la “irresponsabilidad” de lo dicho por la ministra Vélez hay que llamarlos también a la reflexión. No se quejaron estos exsenadores cuando podían, y sobre todo cuando debían, mientras estaban sucediendo las malas decisiones. Cuando el exsenador Lara dice “sin gas a precios justos no se puede vivir sabroso” se refiere solamente a lo que podría sobrevenirnos con las decisiones del nuevo gobierno pero omite o no sabe que las decisiones de los últimos gobiernos nos han tenido con precios NO justos del gas desde entonces, tiempo en el cual él sí ha debido salir a hablar duro desde su posición de senador, a defender a la ciudadanía de las injustas determinaciones de los encargados. Que bueno que hubiera levantado su voz siendo senador para advertir que un gas barato eran clave para la industrialización del país.

Un problema serio fácil de observar es que ni los congresistas y menos los periodistas estudian bien el sector, seguramente por su complejidad, pero salen con facilidad a desinformar y a tratar de obtener popularidad y rating a expensas de la ignorancia generalizada.

Ya que citan tanto la palabra “irresponsabilidad” en sus declaraciones o publicaciones hay que reclamarles a unos y a otros que primero vayan a hacer la tarea que les corresponde y sean verdaderamente responsables con el encargo que la sociedad les ha hecho, en el caso de los congresistas, o que les ha permitido, en el caso de los periodistas.

(1) Recomendaciones de Política Energética para el nuevo Gobierno, Sociedad Colombiana de Ingenieros, Agosto de 2022 (en proceso de publicación) con la participación del ingeniero y profesor Julián García, experto en el tema.

* @refonsecaz

 

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