Políticos de medio pelo, de tres al cuarto, de chichinabo

De niños soñábamos con ser mayores lo antes posible para tomar nuestras propias decisiones: pensábamos que así podíamos hacer lo que nos diera la gana… Bendita inocencia. A esa edad todavía no se es consciente de que cuando uno crece existe una cosa que se llama ‘Estado’, que toma la mayoría de decisiones por uno, que pasa a ser un número.

La política vive momentos convulsos en general, con patrones muy similares en casi todos los países: degradación de la calidad de la democracia, división social, distanciamiento de posiciones y ruptura de puentes de diálogo entre los partidos políticos. Y da igual si usted vive en EE.UU, Francia, Canadá, Inglaterra, España o Colombia, por citar algunas democracias occidentales. La radiografía es muy similar en todos ellos.

La democracia está en crisis, en buena parte, por la degradación del sistema, y en otra buena parte, por la ausencia de liderazgos que cohesionen en lugar de políticas que dividan. De eso se trata la famosa polarización. Elegimos a líderes mediocres, polarizantes, que le han dado la espalda a la ciudadanía, y sólo saben gobernar en base a decretazos e imponiendo un control social cada vez más duro, empezando por el control de nuestros bolsillos.

Liderazgo ausente

No crean que Biden, Macron, Trudeau, Rishi Sunak, Pedro Sánchez o Petro son muy distintos entre sí, ni que son mucho mejores que su presidente, si usted vive en otro país distinto a estos. Biden es el presidente más invisible y poco carismático de la historia de EE.UU; Macron ha destrozado el país más bonito del mundo en seis años, a Trudeau se le recordará por sus llamativos calcetines de colores y por poco más; el Premier británico ni siquiera se explica él mismo cómo llegó a Downing Street (pasaba por allí tras el despropósito de los conservadores desde David Cameron); Por su parte, el presidente español, Pedro Sánchez, lleva años sin pisar la calle porque, literalmente, no puede salir sin 20 guardaespaldas y sin que la gente le abuchee. Y Petro… Petro pues más de lo anterior, pero en versión latinoamericana, con las connotaciones negativas populistas que eso tiene. Con estos bueyes, el mundo tiene que arar.

En Colombia, por ejemplo, las cosas se están tornando de complejas a complicadas. La reciente ruptura total del arco político es la excusa perfecta para que pierda el país (la gente) y sólo gane el presidente Petro. Sí o sí ganará. Ganará si le salen las cosas a su manera, a su estilo autárquico (cosa que casi nadie cree que pase); y también ganará si todo le sale mal, como muchos vaticinan. Tendrá la coartada perfecta para el discurso de la victimización. Y la manoseada lucha de clases. Podrá justificar una inacción de gobierno y llevar su estrategia política al terreno donde se siente más cómodo: la división de clases y la crispación en las calles y en las redes sociales.

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Presidente con límites

Petro no debe confundir sus atribuciones como presidente con una carta blanca para hacer lo que quiera. Existen unas instituciones por encima de su figura. Constitución, Congreso y leyes. La pataleta de no sacar adelante sus reformas no tiene justificación. Que asuma las consecuencias de no ser capaz de pactar con otros partidos debido a su minoría en el Congreso. Tiene el apoyo que los colombianos le dieron, ni más ni menos. Que negocie mejor. Son las normas del juego para sacar adelante las leyes. Lo que no puede pretender el presidente es que todo el mundo le apoye porque sí.

Debe entender el presidente que no tiene todos los poderes en su mano. Esa es la diferencia entre una democracia liberal, con separación de poderes, y una democracia ‘popular’ que tantos sueñan. Un caramelo envenenado en el que la ciudadanía no debe caer. Las democracias populares son dictaduras más temprano que tarde. No todo vale en nombre del pueblo.

También le convendría a Petro dejar de mirar con recelo lo que pasó hace más de 500 años y preocuparse por los problemas de hoy de los colombianos, que no son pocos ni pequeños. Y es para eso por lo que le eligieron. Echar la culpa a los que gobernaron antes que uno es políticamente habitual y lo hacen todos. Ahora bien, hacer partícipe de tu desgobierno a la corona de España, más de 200 años después de la independencia, no se lo traga nadie, ni el más petrista de los petristas.

Enemigos de los números

Normalmente, los líderes de tres al cuarto, desde Macron hasta el mismo Petro (da igual) suplen su ausencia de liderazgo con imposiciones y amenazas con ademanes dictatoriales. Y eso genera una desconfianza en el sistema y hacia los que tendrían que llevar las riendas del mundo.

Estos líderes de chichinabo se caracterizan por su escasa capacidad de gestión en políticas orientadas al crecimiento… y por cosechar, normalmente, cero resultados reales. Su gestión queda en grandes discursos retóricos, palabras bonitas que se las lleva el viento, y poco más. Al acabar su gestión, se irán de sus cargos dejando peores países de los que se encontraron. En lo social, y por supuesto, en lo económico. La inflación ha subido el precio de los alimentos, las tasas bancarias han subido, los combustibles han subido, el índice de desempleo también… sube todo menos los salarios. Ergo la gente cada vez es más pobre, y los más vulnerables a los que dicen defender, lo son aún más.

La búsqueda del bienestar de la gente debería ser lo esencialmente importante, y eso no está en sus agendas de gobierno. No les importan los ciudadanos. Llevan sus políticas al terreno de lo emocional: leyes ideológicas que dividen, penalización de la riqueza, persecución al campo siempre con el cambio climático como oráculo y dogma incuestionable. Hablan de la necesidad del “decrecimiento económico”, reniegan de la “cultura del esfuerzo” para igualar por lo bajo. Fomentan sociedades de individuos poco ambiciosos, intelectualmente pobres y con la moral aplastada; en resumen, fácilmente manipulables.

Control social

El sistema educativo actual es el mejor aliado de este sistema, pues no pretende la transmisión de conocimientos, sino deconstruir ciudadanos, modular conciencias y comportamientos. Que pena que nos hayamos alejado de las buenas intenciones: educar en lugar adoctrinar; ‘promover el libre pensamiento’, en vez de obedecer. Pero claro, es más sencillo controlar y mantenerse en el poder con una población iletrada, distraída, carente de esfuerzo y dependiente del poder. En definitiva, parece que se han marcado como objetivo la reducción de la desigualdad a toda costa, sin entender que el objetivo tendría que ser aumentar la riqueza, no aumentar la base de la pobreza.

Un dato para terminar. En 2009, una persona con estudios superiores en España tenía una renta un 42% superior a quien tan sólo tenía educación básica o no tenía estudios; hoy, esa distancia es sólo de un 14% en promedio. ¿Qué mensaje mandan a la sociedad? No hagas nada, no estudies, trabaja poco, no te esfuerces. No-pagues-hipoteca-okupa-una-casa. Da igual. Ciudad sin Ley. O peor aún, enfréntate como puedas con leyes que vician la sociedad y perjudican a la mayoría silenciosa.

No creo que sea casualidad, es un plan perfectamente elaborado y hasta el momento, magistralmente ejecutado. Hasta el momento… Porque cada vez más gente está despertando de ese sueño de inocentes niños y se está dando cuenta de que con políticos de medio pelo, de tres al cuarto, o de chichinabo, no se llega a ningún sitio.

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