Por fin Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (I)


  • La opinión de Jaime Acosta Puertas

En Colombia, la investigación científica y el desarrollo tecnológico (CyT) siempre han deambulado de un lado a otro. Poco sirvió tener a Colciencias adscrita al Ministerio de Educación, a Planeación Nacional, y a la Casa de Nariño. La razón es sencilla, en la buena teoría la investigación y el desarrollo (I+D) son determinantes en la productividad y por ende en la competitividad, por tanto, es un componente clave en la explicación del crecimiento si la inversión en CyT es alta, inteligente, creciente y sostenida. En consecuencia, la investigación no podía ser un apéndice de ningún sector. Por eso desde finales del siglo pasado algunos insistíamos en la necesidad de crear el Ministerio.

Sin embargo, fue la misma comunidad científica, en su mayoría, la que decía que un ministerio sería para crear burocracia, y que lo importante era la voluntad política para que le dieran más recursos. Nunca Colciencias tuvo recursos suficientes y sostenidos, salvo los momentos en que recibió apoyo del BID, para que Colombia tuviera una ciencia fuerte, con una organización institucional vigorosa y descentralizada que evitara la proliferación de pequeños sistemas sectoriales de investigación. Es decir, siempre se ha tenido una ciencia pobre y fraccionada. Sume al error estratégico y a la ingenuidad de los investigadores, la deficiencia mental de los políticos, y el encantamiento de los empresarios por la tecnología extranjera y los subsidios, y su poco entusiasmo y esfuerzo para generar capacidades y ventajas de conocimiento propias.  

Equivocados estaban los de bata blanca, porque Colciencias también terminó al servicio del clientelismo, y por sus magros presupuestos, afortunadamente no fue botín para la corrupción.     

Ya se tiene Ministerio ¿ahora qué?

Primero, un buen arranque depende de la consistencia del Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022, en materia de políticas, estrategias y programas para elevar la productividad y desatar el emprendimiento. Es decir, depende de los focos estratégicos sectoriales de la política de desarrollo productivo en el orden nacional (no solo regional), y de las áreas tecnológicas igualmente estratégicas de la política de CyT, para que suceda una verdadera interrelación entre producción e investigación, y de esa manera generar condiciones para impulsar el emprendimiento de alto impacto y disruptivo.

Se debe corregir en la versión final del plan estos temas, porque solo con naranjas digitales e industrias 4.0, sin decir en qué tipo de sectores y aéreas tecnológicas van a tener mayor impacto, es un error, porque las 4.0 emergieron para consolidar y proyectar las industrias y los servicios avanzados. En otras palabras, se tiene que evitar que las 4.0 se conviertan en industrias de aire. Para ello, las políticas de desarrollo productivo, de CyT, de educación y de emprendimiento, deben reposicionar y relanzar la industria y en particular la electrónica porque esta es la base de las 4.0. En otras palabras, el futuro es más hardware que software.

Segundo, se debe fortalecer la investigación básica en todos los campos para que pueda existir buena innovación en todos ellos. Sin embargo, la investigación básica en ciencias sociales es clave por varias razones, aunque las principales son dos:

una, dar un revolcón a la formación y a la investigación en economía para pasar de las teorías del crecimiento a las teorías del desarrollo. Hay un sesgo perverso, mediante el cual, la economía de la innovación está relegada a cualquier rincón, cuando es el fundamento de las acciones para explicar y elevar la productividad. Este problema es mayor en las universidades privadas, aunque en las públicas de alto nivel, con una visión más amplia, esa mayor riqueza intelectual desaparece cuando los egresados entran al mundo laboral. La baja productividad y las fallas estructurales en las políticas, es consecuencia de deficiencias en el aprendizaje para la construcción de teorías del desarrollo cuyo fin sea un crecimiento alto y sostenido de la productividad con efectos positivos en la equidad, en la sostenibilidad, en la autonomía regional, y en la construcción de instituciones;

y dos, en otras áreas de las ciencias sociales también se necesita de un esfuerzo sostenido en investigación básica, para construir los marcos institucionales y jurídicos propios, y así dar explicaciones y respuestas inéditas al desmadre cognitivo de una sociedad corta de objetivos, y en gran parte, violenta, inequitativa, discriminadora y corrupta. La debacle del sistema de justicia pasa por una mala copia de escuelas de otros países. Por eso todas las interpretaciones caben para que los bandidos siempre ganen. Es un problema no resuelto desde la investigación para la construcción de instituciones.  El espantoso caso con el fiscal general, es producto de estas deficiencias.  En el mundo, todo el pensamiento y el desarrollo de los países avanzados y del planeta, emerge de la investigación básica, o si no ¿de dónde salen los premios Nobel?

Tercero, un fuerte impulso a la investigación básica en las ciencias y las ingenierías para que suceda un verdadero desarrollo tecnológico. Para que sea posible, se necesitan focos estratégicos en las políticas de desarrollo productivo y de CyT.  A partir de una correcta y potente relación entre ciencia y tecnología, resulta una buena innovación y un mayor potencial de emprendimientos innovadores y disruptivos. Es el ambiente donde surgen fuertes relaciones entre universidad – empresa – estado – sociedad.  Entonces, tanta agitación y proselitismo fanático que se constata con la innovación, desconoce que esta surge de un buen desarrollo de la ciencia, de la tecnología y de la innovación (CTI). Es la verdadera I+D+i de la CTI.

Cuarto, con unas potentes bases conceptuales y de política como las esbozadas, crear los Consejos Nacionales y Regionales de Productividad y de Innovación, que reemplace los de competitividad y de CyT. Esto significa pasar a segundo plano la competitividad, que poco dejó en 30 años de agitación compulsiva y de innumerables recursos invertidos. Se requiere acabar con la fallida y simplificada relación con la investigación, pues esta se la redujo a la innovación (i minúscula) con poca I+D. Mucha pendejada se ha escuchado con la sobreventa de la competitividad  y de la innovación, pues se hizo daño al concepto robusto de la I+D+i, y de paso al emprendimiento de alto impacto, a la posibilidad de crear parques tecnológicos, y ciudades del conocimiento y de la innovación.

Quinto, si se logra un marco más potente y correcto entre las políticas, y se fortalece la investigación, será posible atraer plantas de producción y centros de I+D+i de otros países. Ahora se constata es la presencia de multinacionales con oficinas de comercialización y distribución, y cero unidades de generación de conocimiento. Su presencia corresponde más a franquicias y ventas, que a desarrollo, producción, investigación, innovación y emprendimiento, que contribuya a incrementar las exportaciones de alta tecnología para abatir la dependencia de las exportaciones minero energéticas.

Sexto, ordenados los jugadores y sus posiciones, será posible la otra obsesión imposible: la coordinación institucional, la cual sin objetivos grandes y complejos, por culpa de las políticas transversales donde todos los actores y sectores están en la misma cama, es imposible. Son los focos estratégicos los que permiten la coordinación y la construcción de sistemas.   

Séptimo, ordenada la cabeza y la casa, se necesitan más recursos públicos y privados en CyT, y estos resultarán si entre estado, empresas, universidades y sociedad, existe sinergia en procesos y en políticas de largo plazo. Con políticas tan blandas como las que tiene Colombia, es imposible el largo plazo, suscitar el entusiasmo de los capitales para hacer y participar en las redes de una ciencia, de una producción, de una planeación, y de una sociedad inteligente.

Entonces, esperar buenas cosas del PND, porque bastante se ha dicho y escrito, para que la tecnocracia hagan una buena y correcta versión final del plan de desarrollo, para que éste país construya paz y desarrollo.

La siguiente columna: El parque de ciencia y tecnología de Bogotá (II)     



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