Por una paz total

Colombia tendrá hoy una nueva oportunidad para decidir el horizonte político de la nación durante los próximos años. Como lo expuse por este medio hace 8 días, la propuesta que encarna Rodolfo Hernández, basada en el desconocimiento del Estado de Derecho y en el rechazo al equilibrio de poderes, es un salto al vacío.

Señalé, entre otras cosas, que este candidato representa un enorme peligro para la democracia por su visión reduccionista de la compleja realidad política, social y económica que vive el país.
Esta ligereza se expresa en que un tema tan sensible como el proceso de paz con el ELN, ha dicho que basta con firmar un otrosí del Acuerdo de Paz que se pactó con la extinta guerrilla de las FARC.

Desconoce el candidato que se trata de dos guerrillas distintas, con agendas políticas disímiles y con una estructura político militar diferente, que le implicaría un proceso de negociación distinto que supone mucho más que un simple ‘otrosí’.

Diferente a la lectura simplista de Rodolfo Hernández, la propuesta del Pacto Histórico es profundamente más amplia y consistente con la compleja realidad del país y de los grupos armados ilegales que conviven en él.

El Pacto Histórico propone construir una ‘Paz Total’, una respuesta histórica a la violencia política que ha vivido Colombia, la cual consistiría en buscar un diálogo social con todos los actores armados del país.

Por un lado, cumpliría a cabalidad el Acuerdo de Paz firmado con las FARC, profundizaría la democracia y reanudaría el proceso de negociaciones con el ELN, con una amplia participación de la sociedad civil como garante y dinamizador del proceso.

Por otro lado, buscaría el sometimiento colectivo a la justicia de las estructuras armadas multicrimen sucesoras al paramilitarismo y ligadas al narcotráfico. Una tarea nada fácil, pero fundamental para la paz integral que requiere el país.

Para desatar los espacios de negociación judicial de estas estructuras y su desmantelamiento el Pacto Histórico propone atacar las condiciones estructurales que posibilitan el narcotráfico: darles a los campesinos alternativas sostenibles a la producción de cultivos de uso ilícito, desmantelar los grandes capitales financiadores del narcotráfico y desvincularlos del aparato estatal.
Además, para que la paz sea un proceso integral, no solo debe haber un pacto con grupos armados ilegales, sino un pacto con la ciudadanía, ese sería el verdadero acuerdo de paz, una sociedad en la cual se garanticen los derechos fundamentales. Eso es lo que lo hace realmente sostenible.

En síntesis, la propuesta que encarnan Francia Márquez y Gustavo Petro es transitar de una era de violencia y guerra a una era de paz. Un camino nada fácil, como señalé, pero fundamental para lograr un cambio real.

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