Reforma a la Salud: la reveladora voltereta

En mi programa a la Presidencia no propuse acabar con las EPS. Pero sí reducir sus costos por la vía de no tolerar las prácticas abusivas y corruptas que dañan la calidad del servicio de salud, las condiciones laborales y la operación de las IPS públicas y privadas. Y planteé que hubiera EPS sin ánimo de lucro, también para favorecer al sector. No fueron pocos los ataques de los petristas porque ellos hicieron la campaña sobre las promesas de Petro y Corcho de acabar con las EPS.

Cuando a Petro lo respaldaron varios jefes de los mismos con las mismas, advertí: no creo que lo apoyen sin que les den mermelada, como ha ocurrido, y sin que Petro les acepte sus posiciones sobre cómo debe ser Colombia, incluido el sistema de salud que ellos han defendido desde la aprobación de la Ley 100, fruto del Consenso de Washington.

Ante la insistencia de la ministra Carolina Corcho de “acabar con las EPS”, incluido su aviso de que las “Las EPS no curan, las EPS facturan”, los aliados de Petro que han gobernado a Colombia la descalificaron duro. Tanto, que lo resumí en un trino: “Avanza descarado Toconcor petrista (#TodosContraCorcho) por la Reforma a la Salud. Unidos César Gaviria, Santos, A. Gaviria, Dilian y Roy. Y @petrogustavo agazapado, en silencio. Toconcor a la dirigente y a los votos de la salud de Petro. ¿La someterán?”.

Y a Petro ya lo sometieron, si es que no se les había sometido antes. ¿Y este sí de ahora a las EPS no fue uno de los acuerdos de Petro con los mismos con las mismas para que lo respaldaran, componendas secretas urdidas entre ellos pero que ignoramos los colombianos, incluidos sus electores?

Lo que sí es seguro es que se entiende más la frase de Alejandro Gaviria en el Financial Times, el día en que traicionó a Sergio Fajardo y respaldó a Gustavo Petro: “Podría ser mejor tener una explosión controlada con Petro que embotellar el volcán”, una forma astuta de decir que Petro era el más indicado para engatusar a los millones de colombianos en actitud de rebeldía y que reclamaban verdaderos cambios.

La fotografía de lo que pasa en la Colombia de Petro queda incompleta si no se mencionan sus tres muy cordiales reuniones con Álvaro Uribe, con dos que incluyeron a José Félix Lafaurie, favorecido por altos cargos en la estructura del poder petrista. Y en la tercera con el refuerzo del Contralor General, que maneja cuatro mil puestos, sin contar a los contratistas, y un presupuesto de 1,1 billones de pesos, y cuya elección capitaneó Petro en persona y con tanta manzanilla que hasta le votaron los congresistas del Centro Democrático. Pero eso sí, ¡ay de aquel que se atreva a decir que este no es el gobierno del cambio que necesita Colombia!

La última vez que se vieron fue en una comida en la casa de Héctor Carvajal, conocido por sus habilidades en los estrados judiciales y quien fuera abogado de Petro y de los hijos de Álvaro Uribe. ¿El tema? Aunque parezca mentira, por lo escandaloso, ver cómo entre Petro, Uribe y el Contralor colocan a Carvajal de Fiscal amigo, combo que seguramente servirá después para escoger al nuevo Procurador. Recordar la pesadilla del 2008, cuando el presidente Uribe y el senador Petro coincidieron en elegir como Procurador a Alejandro Ordóñez.

Si Petro hubiera anunciado su voltereta en salud y estas componendas antes de las elecciones del 2022, ¿sí sería Presidente? No creo. Porque ya son muchos los arrepentidos, y creciendo.

 

 

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