Retirar cánticos de los entrenamientos militares que agreden a la mujer, una obligación moral

Fernando Mendoza

Hace poco vi dos noticias que me llamaron la atención: una hablaba del sargento segundo que habría abandonado sus funciones en Huila para presuntamente asesinar a su expareja en Bogotá y seguida vi otra que daba cuenta de un cántico militar que a la letra decía: “Un minuto antes de morir, escuche la voz de mi novia que con voz de perra me decía: si te mueres se lo doy al policía”. Esta última hacía referencia a las arengas que cantan militares del batallón de infantería 22 de Manizales en medio de sus entrenamientos.

Me pregunté entonces: qué tanto pueden saber o conocer de psicología las Fuerzas Militares y si estos procesos están evaluados por algún profesional en realidad competente y diseñados no solo para la disciplina militar, sino además para la sociedad civil que debe escuchar este tipo de letras.

Me cuesta creer que al interior de un batallón militar se enseñen letras que ponen a la mujer como un trofeo entre militares y policías y que además le degradan y acaban con su dignidad. No sé si para quien se lo inventó suene gracioso. Si es así, es mejor que busque la ayuda de un especialista, porque lo cierto es que no es para nada chistoso. Estoy seguro de que es mejor diseñar unas frases que den reconocimiento y valor a la mujer colombiana y que llenen a los soldados de amor por la patria.

Por otro lado, fue muy triste ver la noticia que hablaba del asesinato de Leidy Julieth Marín Dávila, de 30 años de edad, pareja sentimental del sargento segundo del Ejército Nacional, y ahí surge la pregunta, de qué tanto valor le dan los militares a la mujer y qué tanto separan de su mente la condición de hombres de acero, de su vida en familia, especialmente de su vida sentimental.

Las investigaciones hablan de violencia intrafamiliar de parte del militar. Si revisamos hacia atrás, nos damos cuenta de que no es el primer caso, porque en julio de 2017, Colombia supo del asesinato de Yireth Ramírez, una humilde vendedora de comidas rápidas del municipio de Guadalupe en el departamento del Huila a manos del sargento vice-primero del Ejército, Jaime Chalope Pérez, quien luego de quitarle la vida a su esposa, se suicidó.

No sé qué tanto tengan que ver la enseñanza de estos cantos con la violencia intrafamiliar que algunos militares estarían ejerciendo al interior de sus hogares. Posiblemente sea yo el equivocado y no exista relación alguna. Sin embargo, no está bien que en una sociedad bastante violenta, sean precisamente las Fuerzas Militares a quienes se les escuche entonar estas letras que degradan a la mujer e incitan a la agresión en su contra.

Retirar estos versos de lo que recitan los soldados mientras realizan sus entrenamientos físicos, es una obligación moral y mucho mejor, si se pide disculpas a la mujer colombiana.

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