La paternidad es una de las experiencias más significativas y transformadoras en la vida de una persona que decide aceptar ser la figura paterna de un niño o niña. La presencia de un padre amoroso y comprometido puede tener un impacto profundo en el desarrollo emocional y conductual de los hijos e hijas. Sin embargo, cuando un padre está ausente física o emocionalmente, se presentan una serie de desafíos que afectan la vida de los niños y niñas de manera significativa.
“Papá siempre está ocupado, mamá dice que no lo moleste”
La paternidad ausente puede darse por diferentes razones. Algunos padres están físicamente ausentes debido a compromisos laborales, separaciones o divorcios, mientras que otros pueden estar emocionalmente desconectados debido a la ruptura amorosa con la madre, falta de conexión con los hijos(as), inmadurez social, falta de habilidades parentales y la más recurrente, abandono por irresponsabilidad. Independientemente de las circunstancias, la ausencia de un padre es uno de los factores emocionales más comunes que inciden en el desarrollo de los niños y niñas.
La sensación de abandono y rechazo. Los niños y niñas pueden experimentar una profunda tristeza y confusión al no tener a su padre presente en su vida cotidiana. Pueden sentirse incompletos y desarrollar baja autoestima, ya que pueden interpretar la ausencia paterna como una señal de que no son lo suficientemente valiosos o amados. Esta falta de afecto y conexión puede generar dificultades en el establecimiento de relaciones saludables en el futuro.
“Mi mamá ha sido mi papá y mamá”
Además, los hijos(as) de padres ausentes a menudo enfrentan desafíos en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales. La figura paterna desempeña un papel fundamental en el modelado de comportamientos y en la enseñanza de habilidades de interacción social. Sin un padre presente, los niños y niñas pueden aceptar que merecen un trato inferior, continuamente están en modo de supervivencia y eligen resolver los conflictos por sí mismos para evitar que mamá tenga mayores preocupaciones.
La falta de una figura paterna también puede influir en el rendimiento académico de los niños y niñas. Los estudios han demostrado que los hijos(as) de padres ausentes tienen mayores probabilidades de tener dificultades de atención y bajo rendimiento escolar. La falta de apoyo emocional y el escaso involucramiento en la educación pueden afectar negativamente la motivación y el interés por aprender. Además, la ausencia de un padre puede limitar las oportunidades de desarrollo personal y académico, hablamos de padres que se fueron para siempre, pero también, de aquellos padres que están en casa y su rol se limita a ser proveedores y visitantes sociales del hogar.
“Lo veía en casa pero jamás hablamos ni compartimos, es como si no estuviera”
En términos de conducta, los hijos(as) de padres ausentes también pueden presentar una mayor propensión a involucrarse en comportamientos de riesgo. La falta de supervisión y orientación paterna por el trabajo, los viajes, el cansancio o simplemente el desinterés en los hijos(as), puede dejar a los niños y niñas más expuestos a influencias negativas o a buscar la atención que les falta de manera inapropiada y riesgosa. Estos comportamientos pueden incluir el consumo de televisión en exceso, videojuegos para interacción con extraños peligrosos, consumo de sustancias como el alcohol o el vaper y la participación en relaciones tóxicas, todo esto, como una forma de llenar el vacío emocional que sienten.
Sin embargo, es importante destacar que no todos los hijos(as) de padres ausentes experimentan los mismos desafíos. Cada persona es única y puede desarrollar diferentes estrategias de afrontamiento para lidiar con esta situación. Algunos pueden encontrar apoyo en figuras cercanas, como otros familiares, profesores o figuras públicas, que desempeñan un papel importante en su desarrollo emocional y les brindan el apoyo que necesitan.
“Me gustaría tener un papá como el de la película”
A pesar de los desafíos emocionales y conductuales asociados con la paternidad ausente, es fundamental reconocer que estos efectos no son inevitables pero sí compensables. Existen contenciones de apoyo que pueden ayudar a los niños y niñas a superar estos obstáculos y desarrollar resiliencia. En ejemplo: Una madre interesada en las emociones de sus hijos(as), compartir de forma frecuente con otros integrantes de la familia, la presencia plena de los maestros y maestras, participar de actividades en las que se fomente la autoestima y el desarrollo de habilidades sociales.
Además, es esencial promover la importancia de la paternidad activa y comprometida en casa. Los padres deben ser alentados a involucrarse en la vida de sus hijos e hijas, tanto física como emocionalmente, proporcionando un entorno seguro y amoroso en el que puedan aportar a su día a día.
Si los padres tuvieron una separación, está fue de la pareja no para los hijos(as), es necesario que las visitas y el tiempo compartido entre los hijos(as) con su padre continúe sin interrupciones. Los hijos(as) no son trofeos, botines de guerra o armas de presión para ajustar cuentas con la pareja.
“Los hijos(as) no se separan, lo hace la pareja”
Es fundamental que los padres, aquellos que viven en el hogar, reconozcan la importancia de su papel y se comprometan activamente en la crianza y el cuidado de sus hijos(as). Las madres deben dejar de excusar a los esposos, los padres deben dejar de evadir y participar en la construcción de la crianza conjunta, esto implica estar disponible para hacer actividades, mostrar interés genuino en las vidas de sus hijos(as), brindar apoyo emocional y ser accesibles para solucionar las dudas, orientar los errores y acudir a las entregas de notas en la escuela.
Si un padre no muestra interés o compromiso hacia sus hijos(as), es fundamental volver a revisar los acuerdos del hogar, buscar apoyo externo para conciliar los roles y trabajar en el fortalecimiento de la relación padre-hijo(a) sin la intervención de la madre.
“La crianza de los hijos(as) es una responsabilidad compartida, va mucho más allá de brindar comida, techo y ropa”
Alexandra Parra
Neuropsicóloga