La seguridad en Bogotá no va bien. La revista Semana calificó de “alarmante” la situación, revelando un incremento del 12,2% en los homicidios ocurridos en la ciudad para el periodo que va de enero a abril, frente al mismo cuatrimestre de 2022. ¡340 personas asesinadas en 4 meses!.
Esto borra de un plumazo el tan cacareado éxito en reducción de asesinatos que se registró a finales del año pasado. Volvimos a como estábamos en esa época muy dura de crimen y delincuencia que se vivió tan pronto se acabó la pandemia, cuando el petrismo se desató en las calles provocando caos, y cuando los delincuentes se ponían al día, tras casi dos años de violencia silenciosa gracias al covid.
Pero es que, además, lo del supuesto éxito de 2022 en reducción de homicidios, revertido ahora, no fue tal. Como Concejal de Bogotá he tenido acceso a informes muy detallados de la situación de seguridad en la ciudad para el cierre del año pasado. En esta columna me propongo revelarles algunas de las cifras más angustiantes y contarles mi percepción sobre lo que creo, es una bomba a punto de estallar si no se desactiva rápido.
Lo primero que alarma es que de las 22 metas trazadoras del sector seguridad, nos fue muy mal en 17 durante todo el año pasado. Las llamadas “metas trazadoras” son con las que se mide estratégicamente la acción de la administración en cuanto a la prevención del delito, e incluyen temas como la tasa de homicidios, el hurto a personas, las atenciones a mujeres en casas de justicia, los delitos informáticos, entre otras.
En todas estas el problema no fue tanto que no hayan reducido, pues algunas lo hicieron, sino que las metas se incumplieron. El homicidio en 2022 se ubicó en 12,7 por cada 100 mil, pero la meta eran 10,9. La tasa de hurto a personas, con 137 mil personas robadas durante el año, se ubicó en 1.730 por cada 100 mil, pero la meta eran 1.566. Los delitos sexuales, en cuyo caso la administración se había fijado una meta de 4.063, totalizaron al final a 5.908, un 45% por encima.
Caso aparte, por cierto, el de los delitos informáticos, que mientras que la administración se había fijado la meta de que totalizaran algo menos de 5.000 anuales, el año cerro con la impactante cifra de 19.290, es decir 286% por encima de lo planeado. No se está haciendo prácticamente nada efectivo en ese delicado frente, que incluye desde fraudes, hurto y suplantación hasta ciberterrorismo.
El tema es crítico, porque según análisis de la Personería, que se valida en cada conversación que tengo a diario con las comunidades de todos los barrios como Concejal de Bogotá, es que los responsables de esta explosión de inseguridad, son las bandas delincuenciales organizadas multicrimen.
Las mismas que, por cierto, con la expectativa de la paz total del gobierno Petro, están aprovechando para fortalecerse y consolidar su poder territorial.
Entre tanto, el Ministerio de Defensa ha ido negando el problema, en una puja vergonzosa, con una administración distrital que, hay que reconocerlo, al menos ha ido cambiando de posición, y alertando que el tema es grave.
“En Bogotá no existe la presencia permanente y con ánimo de control por parte de grupos armados organizados (…) se han identificado nueve estructuras del crimen en torno al narcotráfico que pueden tener vinculación con las estructuras de tipo rural (…)”, dice el Ministerio, mientras el Secretario reconoce que claro que hay instrumentalización de bandas más pequeñas (llamas tipo C) por parte otras más grandes (tipo A y B, entre las que están las FARC y el ELN).
El tema es crítico, el gobierno nacional debe ponerse serio con este tema, y colaborarle a una administración que, por ahora, va a cerrar con muy malos resultados en seguridad.