Píldoras para la memoria de Andrés Pastrana

En Colombia hay un solo expresidente moralmente impedido para hablar, quejarse o dar recomendaciones sobre mal manejo del orden público nacional, y se llama Andrés Pastrana Arango.

Cuando Andrés Pastrana Arango llegó a la Presidencia de la República afirmó de manera bastante ingenua que se podía firmar la paz con la guerrilla de las Farc en seis meses, y no sé si creyendo que el grupo ilegal, se dejaría seducir fácilmente, instaló las primeras reuniones sin tener prestablecido una agenda y unos puntos a tratar.

Ya cuando todo estaba listo y con una agenda construida por el gobierno en la que además participaron miembros de la oposición de ese momento encabezada por Horacio Serpa Uribe, María Emma Mejía, Antonio Navarro,  Noemí Sanín, etc.,  vino entonces la inauguración del proceso de paz con 42 mil kilómetros despejados para que las Farc hicieran lo que a bien les pareciera, pero con un detalle que los colombianos no olvidan, la silla en la que sentaría Manuel Marulanda ‘Tirofijo’, quedó vacía porque su ocupante nunca llegó. Aún así, el proceso de paz no se cerró.

Este episodio sucedió el 7 de enero de 1999, y doce días después las Farc congelaron los diálogos, exigiendo acciones contundentes en la lucha contra el paramilitarismo. Aún así, el proceso de paz no se cerró.

El 4 de febrero las Farc pidieron el cambio de alcalde encargado de La Macarena en el departamento de Meta, Simeón Sánchez por Jorge Pérez, un individuo recomendado por la misma guerrilla y el 25 de ese mes de febrero, las FARC-EP expulsaron a un fiscal que atendía denuncias contra el grupo subversivo en San Vicente del Caguán, y el proceso, continuó.

Un mes más tarde, se encuentran los cadáveres de los indigenistas estadounidenses Ingrid Washinawatok, Laheenae Gae y Terence Freitas, secuestrados desde el 25 de febrero y asesinados por orden de Grannobles, pero el proceso de paz no se cerró.

Se incrementaron las pescas milagrosas, las tomas a poblaciones y los asesinatos. Se presenta los secuestros de Luis Eladio Pérez, Óscar Tulio Lizcano, el asesinato de la Familia Turbay Cote, y nada de lo anterior hizo que el proceso de paz se detuviera.

Junto a esto algo más sucedía, las acciones violentas de los paramilitares comandados por Carlos Castaño se hacían más frecuentes, sembrando una ola de terror a donde quiera que llegaban.

A este escenario de caos, y miedo se une el ELN, quien secuestró un Fokker 50 de Avianca que llevaba 41 pasajeros y cinco tripulantes. El vuelo 9463 de Avianca cubría la ruta aérea entre las ciudades de Bucaramanga y Bogotá.

Este panorama caótico, de miedo y desesperanza se vivió durante el gobierno de Andrés Pastrana, cuatro años donde no hubo autoridad y si en cambio tuvimos un presidente dedicado a viajar con su familia por diferentes países mientras Colombia estaba incendiada por una guerrilla de las Farc que aprovechó los 42 mil kilómetros cedidos por el entonces primer mandatario para hacer lo que se diera la gana, junto a  un paramilitarismo que se imponía a punta de bala y violaciones a los derechos humanos y un ELN tratando de demostrar que tenía fuerza y podía causar males si así lo deseaba.

Este fue el país que Andrés Pastrana dejó, un país donde reinaba el caos, el miedo y la desesperanza por un orden público mal manejado y un proceso de paz que no supo conducir, como para que ahora redacte cartas al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, quejándose por la situación que viven los territorios en Colombia por los enfrentamientos armados entre grupos ilegales.

Es cierto que con los años se pierde la memoria, pero tranquilo doctor Pastrana, aquí estamos los colombianos para refrescársela.

@sevillanoscar