CRÓNICA: El FEP, como C. Tangana, nos transformó de ateos a creyentes

El FEP (Festival Estéreo Picnic) se merece el aplauso más efusivo del año por cumplirle a la gente trabajando contra viento y marea con al menos dos eventualidades de último minuto que supieron sortear de la mejor manera posible. Pero más allá de eso, merece las felicitaciones de todo su público por creer y perseverar en ese mundo distinto que prometen y que no se quedó corto a las expectativas.

Ante la noticia del fallecimiento de Taylor Hawkins, el FEP estuvo a la altura con la situación y supo redimir a los fanáticos de Foo Fighters con un día extra –que si bien no consuelan del todo el luto- al menos ofrecieron una manera de disipar la tristeza de esas personas con otro día más del festival para quienes exclusivamente compraron boleta para ese viernes nocturno que pasó del júbilo al luto en un par de minutos.

El segundo inconveniente se tuvo con Marina, que no pudo llegar a tiempo para presentarse el día en que le tocaba, y de nuevo el FEP compensó a los seguidores de la británica dándoles ingreso el domingo para que pudieran verla. La premisa es clara: antes que el negocio, la experiencia de la gente, y eso los hace especiales como uno de los festivales más importantes de Latinoamérica.

En 2022 el FEP tuvo una edición de muchísimas primeras veces en distintos ítems. Cuando se culminó un viernes con el cielo despejado y con tímidos atisbos de lluvia, y un sábado también despejado, era seguro pensar que el día de la lluvia era el domingo y más cuando en varias zonas de Bogotá sí alcanzó a llover. Pero no. Ni la lluvia pudo empañar el regreso del FEP por el bien de la ropa y las zapatillas de quienes asistieron.

De lo que sí no hubo salvación fue del frío sabanero de Cundinamarca en las tres noches y madrugadas. El domingo fue quizá el día más frío de los tres, pero lo maravilloso del FEP es que el mejor abrigo está en los escenarios, en los que sí o sí hay que darla toda para que el cuerpo no se congele.

A parte de la novedad climática, otra de las primeras veces fue ver el reguetón cerrando en el Escenario Principal con J Balvin, que aunque dijo estar afectado por la altura, creó un set de sus éxitos para poner a perrear la multitud más grande que noté en todo el festival. A su set –con muchas colaboraciones- añadió la participación de Eladio Carrión, que un par de horas antes se presentó a la misma hora de Crudo Means Raw, hecho que llevó a una decisión difícil para ver a alguno de los dos, aunque hubo quienes vieron amplios fragmentos de cada presentación.

Entrando a hablar de Crudo Means Raw el sábado, él – junto a Doja Cat y Black Pumas– tuvieron los mejores homenajes a Taylor Hawkins. Este homenaje estuvo a cargo de La Legión, un grupo de percusionistas bogotanos a los que el rapero antioqueño les ofreció parte de su tiempo en tarima para poner a repicar los tambores al son de la cumbia.

Otra de las primeras veces más bellas del FEP, precisamente estuvo a cargo de la cumbia y sus derivados, pues el vallenato no pasó para nada desapercibido y el Binomio de Oro de América logró un show apoteósico y legendario, al punto que el Escenario Páramo se quedó corto para la cantidad de amor que el público le ofreció a la agrupación vallenata.

También fue grato ver cómo la gente no fue indiferente a Los Gaiteros de San Jacinto con su presentación en el Escenario Principal. Bejuco también puso la otra cuota de folclor del FEP. Los artistas locales también hicieron lo suyo en tarima. De lo que pude ver, Duplat y Armenia fueron de los más sólidos con sus presentaciones. Además del pop de Duplat y el rock de Armenia, hubo psicodelia con Mala Bengala, afrobeat con Flavor Colectivo, Shoegaze con Lucille Dupin, electropop con Pavlo, más cumbia con Los Cotopla Boys y más apuestas que de seguro muchos seguirán de ahora en adelante.

En cuanto a las presentaciones, debo aceptar que los ‘headliners’ que se presentaron fueron opacados por algunos shows previos a ellos. Se destaca la impecable propuesta de Nile Rodgers & Chic, uno de los mejores del viernes con Black Pumas. También se rescata lo hecho por Doja Cat en tarima y la energía que acobijó a los que estaban en el Escenario Adidas, al igual que A$AP Rocky, que nos puso como feligreses –precisamente un domingo- a cantar a todo pulmón Praise The Lord.

Wos, Ashnikko, Bruses, Idles y Kaytranada fueron las sorpresas más gratas que tuve. The Libertines fue esa banda de la que poco sabía y logró atraparme con su espectáculo.

El mejor -casi que de manera indiscutida- fue C. Tangana. El madrileño le regaló la mejor experiencia posible a quienes fueron a verlo. Con su propuesta, extendió su concepto más allá de lo musical con una escenografía saturada de elementos simbólicos que definen sus raíces. Con la puesta en escena teatral, y los invitados que tuvo en el escenario (Ed Maverick siendo el más destacado), supo interactuar con el público durante la hora mágica en la que tocó. No contento con la experiencia teatral y musical, acabó su show de manera cinematográfica celebrando con champaña el acontecimiento de presentarse en el FEP.

El FEP tiene oportunidades para mejorar, sobre todo con la logística del ‘cashless’ y quizá la organización con los buses. Por lo demás fue fantástica la atención de los guías de logística para ubicar a la gente con cada requerimiento.

A las decenas de miles de personas que pudieron ir al FEP la experiencia les quedará tatuada por mucho en su recuerdo. Además, quedará como una edición especial por lo difícil que fue llevarla a cabo. A todo esto no queda mucho más que agradecer a quienes hicieron posible el evento tras 1083 días de este mundo distinto. Ahora queda afrontar la tusa y el despecho hasta el 2023 dándonos consuelo con los registros que pudimos captar en los celulares.

Ahora tocará aplicar la máxima de C. Tangana en Ateo, pero con el FEP, porque después de ser incrédulo no queda de otra que esperar la etapa de Creyentes para la siguiente edición.

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