David David: “‘La Frontera’ es la dualidad de lo real y lo onírico”

Abriendo diciembre se estrenó en las principales salas de cine del país La Frontera, la ópera prima del director David David. El filme cuenta con la participación de Alejandro Aguilar, Daylin Vega, Nelson Camayo y Sheila Monterola.

El filme sigue a Diana Ipuana, una joven wayuu embarazada que le hace frente a su destino pese a las dificultades que la frontera de Colombia y Venezuela en La Guajira le presenta. Ella vive esta lucha con una serie de ensoñaciones que le van despejando su devenir a medida que la historia avanza.

La película ha sido laureada en el Festival de Gramado (Brasil) y en el Festival de Málaga (España). También ha sido parte de la selección oficial de una decena de festivales a lo largo del mundo y ahora aterriza en las salas nacionales.

Confidencial Colombia se contactó con David David, director barranquillero de 37 años que con este estreno muestra al mundo su primer largometraje, tras haber participado en una serie de cortometrajes. A continuación lo que nos dijo.

Confidencial Colombia: La Frontera como un concepto puede verse desde de dualidad entre la belleza del paisaje y el drama de los personajes; lo onírico y lo real y demás ¿Cómo se construyó la historia a partir de ello?

David David: Has dicho una palabra que pudo ser un título más conceptual que es la dualidad. La frontera no es solamente el espacio geográfico que separa dos países, que es una visión muy política. Dentro de la historia hay un contraste interesante que logré entender después de conocer a la cultura wayuu más a fondo: para ellos no existen fronteras, ellos habitan La Guajira de Colombia y Venezuela sin entender que hay una frontera en medio. Es complejo cerrar o abrir una frontera que alguien no ve, porque los presidentes de Colombia y Venezuela durante una época estuvieron en pugna, cerraban y abrían las fronteras, pero no tenían en cuenta cómo funcionaba la dinámica local de estos espacios o cómo lo percibe la gente. Desde allí, comencé a construir la historia buscando algunos elementos como la dualidad entre el mundo real –que es cruel y crudo- con ese mundo onírico que parte más de la imaginación de la protagonista. Ella también tiene la oportunidad de expresar sus frustraciones, miedos y deseos que no podía expresar en su realidad.

¿Cuáles fueron esas fronteras o dificultades que tuvieron que trasgredir para que la película llegara a los cines?

El cine nacional tiene que trascender muchas fronteras, muchas dificultades. Una vez tuvimos la noción de que queríamos contar la historia y que podíamos hacerlo manejando los pocos recursos que había al alcance, nos dimos a la tarea de lograrlo. Había cosas que más que fronteras las vi como retos; por ejemplo, plasmar una cultura a la que no perteneces como los wayuu y poner a hablar en wayuunaiki a personas que no lo hablan da un poco de temor, pero descubrí cosas que me hicieron querer hacerlo más. Cuando estaba haciendo el casting de la protagonista me fui a hablar con mujeres wayuu y me di cuenta que muchas no saben hablarlo porque la lengua se está perdiendo. Hacer la película es una forma de decir que existe esta lengua y hay que mantenerla viva. Eso hacía que trascendiera cualquier otro inconveniente en el camino.

Daylin Vega y Sheila Monterola, actrices

Daylin Vega y Sheila Monterola (Proimágenes)

¿Cómo fue el proceso de investigación sobre la cultura wayuu para representarlos en pantalla de una manera adecuada?

Soy de ascendencia guajira, mis papás son del sur de La Guajira. Yo nací en Barranquilla, pero todas las vacaciones de mi vida las he pasado allá. Ahora estoy en Cesar que queda a tres horas y me he sentido inmerso en ese espacio. Fue más un proceso de profundización, no sentí que tuve que acercarme a algo desde cero, sino que era como cualquier otra historia donde debes entender cómo es la cosmovisión de ellos -sobre todo la de las mujeres- o la noción de la familia y para eso me apoyé de personas locales. En el set había una ‘coach’ de diálogo que se encargaba de cerciorarse que estuvieran bien pronunciados los textos de wayu naiki y desde allí uno minimizaba riesgos.

Chalis es un personaje que le da luz y chispa a la historia y que sirve para ver otro semblante de la protagonista ¿Por qué era necesario el personaje?

Era necesario porque para mí todo parte de una búsqueda del equilibrio ¿Qué noción tenemos de una frontera?: tú estás de un lado, otra persona de otro y a la mitad hay algo que nos separa; ¿qué pasa al abrir ese bloqueo?, pues nos aprovechamos de lo bueno que hay del otro lado y ese personaje venía a manifestar eso. También es una exaltación de los contrastes, entonces este personaje debía ser muy distinto de Diana para que no tuvieran afinidad y que la historia fuese revelando qué cosas las reúne. En un aspecto más específico, Chalis se llamó una tía que quise mucho, tenía este desparpajo al hablar y quería verla reflejada en una pantalla por su manera de ser. Cuando entendí la necesidad de construir ese personaje le di visos de personas que conocía y cuando llegó Sheyla Monterola que es la actriz, vino la revelación final. Te soy sincero, cuando pensaba en cómo debía ser Chalis y en el contraste pensé que debía ser una mujer blanca, porque los wayuu le tienen un nombre que son alijunas. Para establecer esta frontera entre las dos creía que el personaje debía ser todo lo opuesto a la protagonista, pero Sheyla trascendió la idea que tenía, fue más allá de la raza y lo interpretó de la manera que necesitaba.

El filme abre con un audio de Nicolás Maduro y es inevitable abstraerse de lo político. Ahora hay un proceso de reapertura de la frontera entre Colombia y Venezuela ¿Cómo ves este cambio después de haber hecho una película que toca este tema?

Eso me ha mantenido tranquilo con la distribución de la película. Este filme la rodamos en 2018, en la pandemia todo se dilató y ahora llega a salas. Cuando grabamos la película creíamos que era pertinente porque en esos momentos había roces entre los presidentes de Colombia y Venezuela. Cuando la estaba terminando la creí pertinente porque empezó la polarización tras la firma del acuerdo; después vino la pandemia que nos habla de otra manera de establecer fronteras, donde la ciencia te decía que tuvieras cuidado porque el de al lado te podía hacer morir con un virus; y ahora se está reabriendo la frontera. Independiente del momento en el que la historia le llegue a cada persona, le va a decir algo.

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*Foto: Proimágenes

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