Por: Pedro Baracutao
En primer lugar agradecer al Gobierno Nacional por nombrarme como delegado oficial en el “Espacio de Conversación Sociojurídica” con bandas de Chocó. Soy chocoano de nacimiento y conozco, amo y defiendo este territorio como un espacio para la reconciliación y la construcción de la paz desde sus territorios y comunidades.
El pasado 3 de diciembre, a instancias de la Comisión de Paz, realizamos en Quibdó una Audiencia Pública por la vida y la paz de Chocó, con la participación mayoritaria de la juventud quibdoseña. Allí dejamos clara la vocación de servicio por la paz total en este territorio que viene siendo desangrado por la muerte criminal de su juventud.
La muerte criminal nos ha arrebatado más de 600 jóvenes en los últimos 6 años y esto no lo podíamos dejar en silencio. Realizamos constancias, diálogos territoriales y la mencionada Audiencia Pública para tratar esta problemática. Sentarnos a dialogar con las bandas es abrir la posibilidad de encontrar soluciones estructurales al empobrecimiento y la desigualdad que son el caldo de cultivo de las guerras. La guerra con las bandas criminales ha generado desplazamientos intraurbanos (o de barrio a barrio) y también fuera de la capital. Según cifras de la ACNUR, 101.536 personas se han desplazado internamente en Chocó tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016.
Nosotros como firmantes de paz dejamos las armas como un primer paso para construir una paz estable y duradera, lo cual no es un mero eslogan. En este gobierno el propósito es hacer del Chocó una potencia mundial de la vida, donde la muerte criminal no sea el camino para las juventudes.
Las bandas con las que se instaló la mesa se autodenominan Los Mexicanos, Locos Yam y RPS. Manifiestan la voluntad de superar una guerra absurda que han vivido desde niños, siendo víctimas y victimarios. En Quibdó operan además Los Zetas y el Clan del Golfo o AGC. Esperamos que este inicio sea una semilla para conquistar las paces que vendrán.