Espantosa arremetida contra las reformas del gobierno por parte de los poderes económicos y políticos que conforman el sistema de captura de dineros públicos. Poderes que arremeten contra unas reformas que pretenden una mejor nación, diría que distinta, en la cual hay que reconstruir más que construir sobre lo construido porque lo construido está carcomido de la tierra al cielo.
Con instituciones colapsadas por corrupción, inequidad, atraso, violencia, dolor y lágrimas, hay que reconstruir, reindustrializar y repensar los esquemas mentales de poder, democracia, economía, paz y sociedad.
El neoliberalismo de Gaviria no es liberalismo
Error de los hijos de Galán haber entregado las banderas de su padre a una persona que haría todo lo contrario a lo que él hubiera hecho como presidente de Colombia. Seguramente hubiera reformado el sistema de salud, pero jamás habría creado un gigante sin control.
Galán no le hubiera entregado a Uribe la Ley 100 para que la hiciera a imagen y semejanza de una visión errada de un sistema negocio de unos pocos con dineros públicos. Ni siquiera fue un negocio con dinero de ellos, fue con nuestros impuestos y el aporte de los contribuyentes al sistema. Ellos no pusieron nada. Solo dieron los números de sus cuentas bancarias. Diseñaron el sistema para capturar billones a través de un sistema donde el Estado giraba sin control derivando en una perfecta máquina de acumulación y corrupción, mediante el cual se destruyó gran parte de las IPS públicas, las cuales desaparecieron por malversación o porque no les pagaban las facturas. Por eso la atención primaria es tan mala y escasa, y por eso tampoco hay salud preventiva.
Gaviria, impuso una nueva constitución, que hoy vuela en pedazos, porque en seis meses no se podía construir una carta de navegación para los siguientes cincuenta a cien años. Por eso, esa constitución, 32 años después, está vuelta añicos. El derrumbe institucional es peor que el derrumbe de Rosas, pues no se han creado principios, valores y reglas de juego transparentes y duraderas para un cambio cultural y global hacia un desarrollo sostenible inteligente, transparente y humano. El neoliberalismo gavirista fue funcional a toda la economía ilegal, informal, de exclusión y corrupción que atraviesa la economía, los poderes y las instituciones.
Los grandes liberales de Colombia: López Pumarejo, Gaitán, Gabriel Turbay, Echandía, Lleras Camargo y Lleras Restrepo, jamás hubieran pensado un sistema de salud como el de Gaviria ideado para sustraer sin vergüenza los dineros públicos. Por eso, con el apoyo de los godos y de esa rara fuerza que es la U de Dilian Francisca, Gaviria defiende a ultranza el sistema tal cual se ha degradado a lo largo de 30 años. Lamentable que un Gaviria desueto, marginal, rechazado e ignorado por la ciudadanía, sigue siendo el dueño del Partido (Neo) Liberal, porque entre sus congresistas no hay con quien hacer el relevo, los que servían, se fueron, lo mismo sucede en Cambio Radical, en los ultrauribistas y demás retazos de partidos, incluido el descaracterizado centro aglutinado en la nada de Dignidad y Compromiso. Si no fuera porque Petro ganó la presidencia, hoy Colombia tendría el peor presidente de la historia real y de la historia imaginada.
Si los dineros de la salud hubieran tenido control, auditoria, seguimiento, es decir, trazabilidad, la reforma sería otra y no sería necesaria una profunda reestructuración.
La ley 100, ley de Gaviria y de Uribe, confeccionada a medida de los hermanos Vargas Lleras, no hizo nada para desarrollar una industria de salud. Las EPS no hacen investigación. La autonomía del sistema no existe porque la dependencia tecnológica es absoluta. Tecnológicamente el sistema está en manos de importadoras afiliadas a la ANDI y Fenalco. Y los medicamentos e insumos los compran directamente las EPS. Otra caja negra sin fondo.
La reforma a la salud y su articulación con la política nacional de reindustrialización, impulsarán el desarrollo de una industria nacional de salud. Si Gaviria, Vargas Lleras, la señora rubia del Valle, los ultra conservadores del Caribe y el uribismo, tumban la reforma, el proyecto de una industria nacional de salud tampoco será realidad y la ciudadanía pagará las consecuencias.
Lo anterior y más corrige la reforma, pero esto y más es lo que no quieren Gaviria y demás opositores al cambio. No les importa mandar al carajo el país, con tal de atravesarse al progresismo.
Los gremios desvarían
La cabeza de la Andi dijo que de aprobarse la reforma laboral el emprendimiento y las pymes desaparecerían. Parte de supuestos equivocados, igual que Fenalco y otros. La flexibilidad laboral, modelo de trabajo vigente, implementado por Gaviria y profundizado por Uribe, no ha servido, porque el empresariado nunca ha cumplido dado que las políticas de competitividad, productividad, emprendimiento e innovación, no lograron los objetivos que se propusieron. Tuvieron 30 años y poco hicieron por Colombia, pero sí mucho para ellos.
El empresariado promete demasiado cuando de sacar un beneficio se trata: promete generar más y mejor empleo, aumentar la competitividad y la productividad, diversificar y sofisticar la oferta productiva, tecnológica y exportadora. Nada ha cumplido. Treinta años de flexibilidad laboral y la productividad es baja, la economía ha sufrido una retracción estructural espantosa, por lo cual tiene una rezagada estructura productiva que no se inscribe en el cambio tecnológico y productivo mundial de los últimos treinta años.
La informalidad es culpa de las malas políticas de competitividad y de productividad, de una débil cultura empresarial, emprendedora e innovadora por falta de una mejor educación y de un potente sistema de investigación y desarrollo. Un régimen laboral que no incentiva la formalización, por el contrario, lo desestimula porque la economía no genera suficientes oportunidades de trabajo, emprendimiento y condiciones para consolidar las pymes, y estimular el surgimiento y atracción de nuevas grandes industrias de alta tecnología.
Un puñado de grandes empresas empujan al aparato productivo nacional. Sin embargo, ninguna está en la vanguardia del cambio estructural a escala mundial: Colombia no tiene una sola gran industria del sector de la electrónica; ni del sistema de salud; ni del sistema de movilidad; ni de defensa; ni aeroespacial ni naval, salvo Cotecmar una importante empresa fabricante de pequeños barcos y lanchas de combate; ni de bienes de capital; ni de bienes intermedios. Los vehículos particulares y buses son ensamblados o importados, toda la electrónica de base y de consumo es importada. Todos los bienes de capital para la industria, agroindustria, minería, el campo y los servicios, son importados.
Cuando Gaviria llegó con sus mascotas, Colombia tenía más industria y agricultura que serían la base para transformar la economía. Tal vez en esas condiciones la flexibilidad laboral hubiera funcionado mejor, aunque jamás de manera óptima mientras la dependencia y la inequidad estén al frente de las ideas de crecimiento. Abatida la posibilidad de disponer de un innovador sistema productivo nacional, la flexibilidad laboral era una trampa dada la regresividad productiva que impusieron Gaviria y sus mocosos.
Entonces, las empresas formales (40% de la economía) que no pudieron con la productividad, vía la ANDI, Fenalco y otros, amenazan con un alza de los costos laborales que llevaría a la quiebra a muchos emprendedores y pymes. Esa plata que se ahorraron con la flexibilidad laboral, les sirvió para acumular, pero no para innovar y desarrollar la producción.
Fallaron el mercado y el estado, porque el neoliberalismo se convirtió en una mentira, pues tenía entre manos el negocio como principio y fin a todo precio, pero nunca el desarrollo de un capitalismo para el desarrollo de la nación y la paz total. Como no pudieron con la economía, ahora tampoco pueden con un régimen laboral y pensional, más justo, estable y duradero.
Las reformas laboral y de pensiones deben articularse con las políticas productivas sectoriales (agricultura – agroindustria, turismo sostenible, energía, salud, defensa, movilidad…) de la política nacional de reindustrialización. En ella está la fuente de inspiración, sustento y proyección real de las reformas. A donde vaya la producción van el futuro de las pensiones y de las reglas laborales. Por eso sigo sin entender porque la política de reindustrialización sigue guardada. Si están esperando que Schumpeter resucite, que La Silla Vacía permita que venga la profesora Mazzucato, o que suceda un Conpes celestial como si fuera una casa de cristal, las reformas se pueden debilitar porque la producción aún no sabe a dónde ir y cómo ir, entonces el piso y el techo pensional y laboral, tampoco. La política nacional de reindustrialización podría llegar tarde. Cuando no haya eco. Cuando Gaviria y demás hayan golpeado las reformas que necesita la nnación. La reindustrialización llevará aguas arriba al sistema productivo y de innovación, y a los territorios. Las oportunidades para los emprendedores y el fortalecimiento de mipymes y grandes empresas, serán importantes, permanentes, progresivas y sostenidas, y serán empresas más inteligentes, emprendedoras, disruptivas e innovadoras. De esta manera, la reforma laboral debe tener gradualidad en ciertas circunstancias, porque tomará tiempo desatrofiar el sistema laboral, mientras la economía informal sea más grande que la formal.
De otro lado, la reforma pensional, garantizará pensión a los que trabajen, emprendan e innoven, lo cual solo será posible si la reindustrialización sucede. Ahora solo reciben pensión el 25% de las personas en edad de jubilación debido a fallas en el sistema de pensiones y a descomunales fallas de concepción y ética en el modelo económico.
Ecopetrol, desfigurada por la camarilla que se fue, debe reestructurarse. No necesita de 100 vicepresidentes y gerentes de 120 millones de pesos mensuales. Primero debe conformarse como una empresa mundial de producción, investigación, desarrollo, innovación social, en energías y tecnologías alternativas, y luego pensar en salarios estrambóticos.
Bienvenidas las reformas, el equipo de ministros y ministras es impecable, comprometido e inteligente, y el presidente merece el respeto de los opositores y de los grandes medios que se han convertido en enemigos simplemente porque les pagan para que ataquen al presidente y sus políticas.
El presidente tiene la razón y es más inteligente que la jauría que lo acecha, incluidos el fiscal general y la Procuradora, porque no tiene rabo de paja y tiene el país en la cabeza y en el corazón. Por eso a nivel internacional lo respetan y apoyan sus reformas pues observan que Colombia es un país que se desfonda lleno de cocaína, violencia, corrupción y múltiples fundamentalismos fertilizados entre ellos.
Petro, sus ministras y ministros con sus reformas son la esperanza para un capitalismo humano y sostenible.