Al mejor estilo de “Juanito Alimaña”, canción del célebre cantautor puertorriqueño, más conocido como Héctor Lavoe, manifestamos con seguridad, o mejor, con inseguridad, que la capital de los colombianos se ha convertido en “una selva de cemento…donde quiera te espera lo peor”.
Con base en cifras de la Secretaría de Seguridad, en la capital, en lo corrido del año se han reportado más de 16.000 robos a personas, lo cual representa un aumento del 28,1% frente a 2022. Sin hablar de la omisión de denuncia que eleva los datos del subregistro que, según expertos y veedores como Matías Turbay, en más del 50% de los casos, los bogotanos no denuncian.
Es innegable, el detrimento de la seguridad en las 20 localidades. No obstante, con el ánimo de no contribuir al deterioro de la imagen del sur de la ciudad, teniendo en cuenta que el 75% de las personas que viven en Bogotá con Necesidades Básicas Insatisfechas NBI se concentran en seis localidades: Ciudad Bolívar, Kennedy, Bosa, Usme, Rafael Uribe Uribe y San Cristóbal; tomamos como referente a Engativá (815.000 habitantes), en el noroccidente, en la cual, según cifras oficiales de hurto, allí aumentaron en un 25%.
Ni qué hablar de localidades como Usaquén o Chapinero, en el norte de la ciudad, en las que se encuentran distribuidos los barrios más costosos para vivir en Colombia y, donde hay una oferta inmobiliaria entre 4 y 10 mil millones de pesos. Allí, la supuesta clase más favorecida dada su contribución en el pago de impuestos, también vive con temor, pues ya ni la seguridad privada, puede contra los índices de inseguridad que mes a mes se elevan.
Cabe recordar, los múltiples asaltos con arma de fuego que se vive en sectores como el Parque de la 93 o en inmediaciones de reconocidos centros comerciales que terminan con víctimas fatales. Bogotá, durante el primer semestre reportó 529 asesinatos, 670 extorsiones, 1.904 casos de hurto a automotores y cada 24 horas 21 casas son asaltadas.
Esto, sumado a la cantidad de cámaras de vigilancia que están inservibles por toda la ciudad, abren paso a que hechos como el ocurrido sobre la Carrera Séptima, cuando dos malandros de manera descarada robaron a quienes se movilizaban por esa vía, se conviertan en un efecto paisaje que a diario reporten los medios de comunicación.
Así las cosas, ya no es percepción, es indudable que los bandidos no le temen a la “justicia” y, por el contrario, gozan de inmunidad en un gobierno que pone como ejemplo premiar al terrorista o delincuente, bajo la bandera de una Paz Total que lo único que pone en evidencia es que ser bandido paga.
Instamos a Gustavo Petro y a su gobierno, para que tome medidas urgentes que devuelvan a los capitalinos, la tranquilidad que le roban los bandidos que tanto defiende.
Que este sea un llamado para que en las próximas elecciones, seamos realistas, ya no más Claudia ni Petristas.