Una vez más, vuelve y juega

MONUSCO y el ejército congolés quieren contrarrestar lo antes posible los movimientos de los rebeldes del M23 en la región de Kivu Norte, mientras Ruanda sigue negando su apoyo al grupo. (Deutsche Welle, 3 de enero, 2023)

Durante el 2022 se ha visto un resurgimiento de los combates en el este de la República Democrática del Congo – RDC, una región que ha estado plagada de violencia por parte de una gran cantidad de grupos armados no estatales por una variedad de razones durante las últimas tres décadas. El descontento con los gobiernos locales, el hambre, las luchas por la tierra y las disputas de identidad/étnicas son parte de las razones.

Algunos de los grupos rebeldes son originarios de estados vecinos y utilizan el territorio congolés como refugio desde el que planean ataques en la región y en sus propios países, como inicialmente el grupo rebelde ugandés ADF, el burundés RED-Tabara, o las FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda – un grupo rebelde armado), que originalmente estaba compuesto por genocidas ruandeses que huyeron de Ruanda en 1994. Otros son rebeldes congoleses que reciben apoyo extranjero de Ruanda, como el M23. Casi todos se benefician de la extracción ilegal de recursos naturales en la región que alberga grandes reservas de oro, casiterita, coltán, wolframio y aproximadamente el 8% de las reservas mundiales de tantalio.

Con esto, se presenta un escenario parecido al de la primera y segunda guerra de África. La era post- Mobutu (Mobutu Sese Seko Kuku Ngbendu Wa Za Banga, dictador congolés entre 1965 – 1997), no se puede entender sin tener en cuenta los países vecinos, y el genocidio de Ruanda de 1994, que fue la chispa que encendió el fuego regional. En el genocidio de Ruanda, los grupos de poder hutu (llamados Interahamwe e Impuzamugambi) llevaron a cabo matanzas masivas de tutsis y hutus pro-paz, asesinando a 800.000 personas en aproximadamente 100 días.

En respuesta, el Frente Patriótico de Ruanda, o RPF, liderado por tutsis, derrocó al gobierno hutu de Ruanda. Durante y después del genocidio, aproximadamente 2 millones de refugiados, en su mayoría hutu, cruzaron la frontera occidental de Ruanda hacia el Congo.

Los campos de refugiados en el este del Congo sirvieron como bases militares de facto para los genocidas exiliados, Interhamwe y el Ejército para la Liberación de Ruanda. Aterrorizaron y robaron a la población local con impunidad hasta octubre de 1996, cuando los banyamulenge (tutsi) congoleses del este, encabezaron un levantamiento para expulsar a los ruandeses del Congo, lo que provocó la Primera Guerra del Congo.

En respuesta, los ejércitos de Ruanda y Uganda que respaldaban a Laurent-Désiré Kabila invadieron el Congo. El esfuerzo combinado se denominó Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire, o AFDL. En diciembre controlaban el este del Congo y en mayo de 1997 marcharon sobre Kinshasa y derrocaron al gobierno de Mobutu. El país pasó a llamarse República Democrática del Congo y Kabila asumió la presidencia en septiembre de 1997.

En cuando a la Segunda Guerra del Congo/la Gran Guerra de África, ocurrió entre agosto de 1998 y julio de 2003. A pesar del nuevo gobierno, el este del Congo siguió siendo una zona de guerra inestable. Kabila se volvió contra sus antiguos patrocinadores (Ruanda y Uganda) y permitió que los ejércitos hutu se reagruparan en el este del Congo.

Esto resultó en una invasión conjunta de Ruanda y Uganda en 1998. Los países vecinos acudieron al rescate de Kabila y detuvieron temporalmente a las tropas de Ruanda y Uganda. El conflicto de cinco años enfrentó a las fuerzas gubernamentales congolesas, apoyadas por Angola, Namibia y Zimbabue, contra rebeldes y soldados respaldados por Uganda y Ruanda.

En julio de 1999, los siete países involucrados firmaron el Acuerdo de Paz de Lusaka y se enviaron 5.000 cascos azules de la ONU (la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, hoy MONUSCO) para monitorear la situación. En enero de 2001, el presidente Kabila fue asesinado por su guardaespaldas y su hijo, Joseph Kabila, asumió el cargo.

Joseph Kabila demostró ser un hábil negociador y en 2002 completó acuerdos de paz exitosos que finalmente vieron la retirada de Ruanda y Uganda del Congo. En diciembre de 2002, Kabila negoció un acuerdo de paz con grupos rebeldes internos, prometiéndoles un gobierno interino de poder compartido. Este acuerdo se hizo oficial cuando Kabila firmó una constitución de transición en abril de 2003.

Actualmente, con el fin de promover una mayor colaboración regional y estabilizar el entorno de seguridad, el presidente de la RDC, Felix Tshisekedi, ha estrechado la colaboración con algunos actores regionales. Sin embargo, su acercamiento a Uganda durante los últimos dos años se señala como el detonante de la renovada crisis regional.

En primer lugar, en noviembre de 2020 se llegó a un acuerdo entre la empresa minera estatal de la República Democrática del Congo, Sakima, y ​​Dott Services, una empresa supuestamente cercana a la familia presidencial de Uganda, para la explotación de depósitos de recursos minerales en el este del Congo. En segundo lugar, una invitación para que Uganda luche contra las fuerzas rebeldes de la ADF en territorio congolés.

La invitación fue seguida por la aprobación tácita congolesa de las tropas de Burundi para hacer lo mismo con RED-Tabara (también rebeldes) solo un mes después. Al mismo tiempo, no se hizo ninguna oferta a Ruanda, lo que alteró el frágil equilibrio de poder regional y socavó implícitamente la oportunidad de Ruanda de extraer recursos de la región.

Estas decisiones son claves. Invitar tropas extranjeras podría agitar la ya inestable región del este del Congo, al desencadenar una guerra de poder o animar a los rebeldes congoleses. Durante años, las rivalidades entre los vecinos de la República Democrática del Congo han generado varios grupos de insurgencia, que podrían llevar a enfrentamientos entre sí. La campaña militar de Uganda ha irritado particularmente a Ruanda.

¿Estamos preparados para sumar a la tragedia ucraniana, un nuevo capítulo en la guerra de África Central? La ONU y el mundo deberían seguir mas de cerca estos hechos, y hacer algo para evitarlo. Ya conocemos cuan sangrientos son estos conflictos en esa región del mundo, y la tragedia humanitaria que causan.

Sabemos lo que pasa en esa zona del mundo, con la violación a los derechos humanos en los campos de refugiados, en la minería, donde la legalidad e ilegalidad se funden en las ganancias para las grandes empresas europeas, chinas y de Norteamérica, y las paupérrimas instituciones democráticas que sirven como paraguas para toda la actividad ilegal imaginable.

Si a esa situación, sumamos otro conflicto africano, las consecuencias serán catastróficas, pero serán aún peores, si pasa al mismo tiempo que la guerra en Ucrania, las tensiones en Taiwán, la polarización en Estados Unidos, con la Unión Europea debilitada, y una crisis económica global, que afectará los mas pobres, como África.

Una vez más, vuelve y juega, los estamos dejando solos.