Cuando se vuelven a recorrer los corregimientos y caseríos de la Antioquia profunda, colindante con Chocó, queda la sensación de que la gente no puede vivir en un paraíso natural, lleno de riquezas y biodiversidad, sin condiciones de vida digna. Este es el caso de Vigía del Fuerte, que sigue reclamando por la implementación del Acuerdo de Paz y especialmente del Capítulo Étnico
Cuando el gobierno desmonta el espacio territorial “Héroes de Murrí”, en Vidrí (Vigía del Fuerte), los cerca de 450 firmantes de paz del Frente 34 y del frente Aurelio Rodríguez de FARC-EP allí concentrados se esparcen en 4 departamentos del noroccidente colombiano (Antioquia, Chocó, Caldas y Risaralda) y se desactiva la posibilidad de una reincorporación colectiva e integral con arraigo territorial. Cabe recordar que este espacio territorial fue desmontado de manera unilateral por el anterior gobierno.
Actualmente en Vigía del Fuerte han estallado conflictos relacionados con la ausencia del Estado y la falta de inversión social, en un municipio priorizado como PDET, con comunidades indígenas y Consejos Comunitarios Afro a la espera de que se implemente el Capitulo Étnico del Acuerdo de Paz.
Desde el Capitolio hasta el territorio
Salimos desde Quibdó, y Atrato abajo, a dos horas más adelante, cogimos el río Arquía (Vigía del Fuerte) y en sus riveras visitamos los corregimientos de Vegaéz, Puerto Medellín y Puerto Palacio. Realizamos en Vegaéz una asamblea con cerca de 50 reincorporados con el objetivo de conformar una Nueva Área de Reincorporación (NAR) que permita garantizar los derechos de la población firmante.
A 6 años de la firma del Acuerdo, las comunidades siguen esperando que la paz sea más que un discurso o un mero Acuerdo entre dos partes. La plataforma con la que hacíamos trabajo desde la organización político-militar que eran las FARC-EP decía “por un gobierno de transición y reconciliación nacional”. Ése gobierno es el que tenemos hoy y que apoyamos como una apuesta de cambio histórico y de modernización política.
Aún con 355 firmantes de paz asesinados (entre los que se cuentan 48 afrocolombianos, 11 mujeres y 33 indígenas) tenemos esperanza. No hemos tenido paz ni nosotros los firmantes, porque nos han estado matando la gente, ni la comunidad porque no se ha implementado el Acuerdo de Paz en el territorio: no han llegado las vías de penetración que quedaron contempladas en el Acuerdo, el cambio o mejoramiento en la salud de la población, no ha llegado la inversión del Estado en el territorio. Mientras eso no suceda no nos vamos a ver cobijados en ese Acuerdo de Paz, que por fortuna no se pudo desbaratar en el gobierno que salió. Necesitamos luchar desde los territorios y desde los diferentes liderazgos para que se cumpla ese Acuerdo, de lo contrario no va a cambiar nada.
Encuentro con Consejos Comunitarios de la cuenca del río Arquía
El Arquía nace en el Alto de Pavarandó, perteneciente a Urrao, Antioquia, pasa por Taitá, dos resguardos indígenas, el resguardo de Guaguandó y los Consejos Comunitarios de Puntas de Ocaidó, Isleta, Belén, Vegaéz, Vidrí, Puerto Palacio, Puerto Medellín y Palo Blanco. Estos Consejos expresan que se hace necesario la construcción de una carretera que conecte a Vigía del Fuerte con Murindó y Urrao.
También se hace necesario que a las comunidades llegue la electrificación rural, que ha llegado desde Urrao hasta Puntas de Ocaidó, pero de allí no se ha podido extender hasta Isleta, a solamente 9 km, y poder conectar Puntas de Ocaidó, Isleta, Belén, Vegaéz, Vidrí y de allí en adelante las dos comunidades indígenas Guaguandó, Puerto Palacios, Puerto Medellín y conectarse con Palo Blanco
Si la interconexión eléctrica se hace por Urrao se beneficia el 98% de las comunidades de Vigía del Fuerte ubicadas en le cuenca del río, incluyendo a las comunidades indígenas. Pero se hizo por el norte y todas las comunidades de la cuenca del río mencionadas están sufriendo la falta de un fluido eléctrico eficiente. Como bien lo expresa un líder comunitario: “con la electrificación la mujer podría tener su lavadora, que la mujer no tenga que cansarse y sufrir de la espalda y de la columna. Con el fluido eléctrico se mejoraría la parte social, cada familia es digna de hacer cualquier emprendimiento…”
Para las comunidades indígenas y afro del territorio sería un alivio que se convierta en realidad el Acuerdo de Paz que tanto anhelaba el pueblo después de 50 años de conflicto. Así lo expresan: “se consolidó la paz, pero apenas se dio un pañito de agua, no lo tenemos en vivo, el conflicto, esas circunstancias, pero sí tenemos el conflicto del hambre, de necesidades como salud, educación, transporte y electrificación”.
La paz o las paces, pasa entonces por la dignificación de estas comunidades: alimento, vías, salud, electrificación. Un reclamo mínimo de la modernidad que da cuenta del estado de atraso, precarización y vulnerabilidad de las comunidades rurales, que viven como en el siglo XIX en pleno XXI.
Representante a la Cámara