Esta columna, más que una opinión, es un llamado urgente a quienes hoy se presentan como ‘candidatos de oposición’ para que dejen de perder tiempo atacando a Petro con críticas superficiales y lugares comunes. Mientras ustedes se distraen, él —sí, el presidente— les da sopa y seco con un discurso basado en la bandera del cambio… a pesar de ser gobierno.
Antes era sencillo dividir el panorama político entre los que representaban el continuismo (oficialismo) y los que impulsaban el cambio (oposición). Pero en la elección que se avecina, esa lógica se ha invertido. Hoy es el gobierno el que propone transformaciones en salud, trabajo y pensiones, mientras que muchos en la oposición parecen aferrarse a la idea de que todo siga igual.
Parece absurdo, pero es real: Petro, desde la Casa de Nariño, ha logrado apropiarse del discurso del cambio, el mismo que tradicionalmente pertenecía a quienes no estaban en el poder. Hoy, el presidente encarna la narrativa de transformación, mientras que sus críticos defienden el statu quo.
Y no se trata aquí de debatir si una u otra posición tiene la razón —ese es otro análisis—, sino de entender que, en el escenario actual, el relato del cambio lo lidera el gobierno.
Petro, quien en cualquier otro contexto representaría el continuismo por ser el jefe de Estado, hoy ondea con fuerza las banderas de la renovación.
¿Qué le queda entonces a la oposición? Tiene dos caminos: uno, plegarse al discurso del cambio del gobierno, lo cual no solo la desdibuja sino que además fortalece el proyecto político del presidente. O dos, construir una agenda propia, una alternativa real y creíble, que no se limite a decir que “las cosas estaban mejor antes”, sino que conecte con las necesidades del país y proponga una visión distinta de futuro.
Porque si no hay una plataforma clara y diferenciadora, Petro no solo cerrará su gobierno con protagonismo, sino que dejará a su sucesor bien encaminado desde ya.
Esta campaña no se ganará con asesores costosos ni estrategias vacías. Se ganará con contenido. Con ideas. Con propuestas que ilusionen.
En resumen: ya no basta con decir “nosotros somos la oposición”. Ese libreto se agotó. Hoy es el gobierno el que propone cambios, y es la oposición la que —paradójicamente— defiende la continuidad.
Candidato, falta un año para las elecciones. Después no diga que no le avisaaaaaaaamos!!!
Ricardo Ferro

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