¿A qué se subió Gustavo Petro al Transmilenio?

Ojalá que en adelante cada vez que al alcalde Gustavo Petro se le ocurra la brillante idea de darse vitrina en los medios, montándose al Sistema Transmilenio como un pasajero más, sus asesores cumplan con la difícil tarea de convencerlo de los bemoles que tiene el llevar a cabo tal acción.

No me explico que pensaría el alcalde que podría suceder cuando la gente le viera en el Transmilenio, ¿Qué le felicitarían por darse a la tarea de conocer en vivo y directo los bemoles del transporte masivo?; ¿Qué le iban a agradecer por acompañar a los bogotanos durante los más de 60 minutos de sufrimiento en el articulado?. Si esos eran sus objetivos, tengo que decir con mucha pena, que Petro en su afán por buscar reconocimiento público a su favor, sufrió uno de sus acostumbrados reveses.

No es compañía en los desplazamientos urbanos lo que esperan los bogotanos que deben tomar los articulados para llegar a sus lugares de trabajo, estudio, etc., sino acciones inmediatas que permitan descongestionar las estaciones, mejorar las frecuencias de los buses y sobre todo que se solucione el creciente problema de inseguridad que al interior del sistema existe y que poco se ha hecho para erradicarlo.

Tampoco es mediante promesas con estilo veintijulieros que se han de volver realidad en unos dos años, si es que estamos de buenas y estas se cumplen, lo que quieren los usuarios. Lo menos que esperan quienes se suben a diario a los articulados por ejemplo, es que desde el distrito se trabajen campañas de cultura ciudadana al interior del sistema, para que mejore el comportamiento ciudadano y se ayude a concientizar por ejemplo, que el solo hecho de forzar las puertas, evitando que estas se cierran y así colarse más fácil, destruye el sistema eléctrico con el que estas funcionan.

No creo que sea esa compresión que mostró el alcalde cuando se le preguntó por lo que pensaba luego de la abucheada que le dieron los ciudadanos a los que acompañó durante el viaje, lo que esperan los bogotanos que se ven obligados a utilizar el Transmilenio y deben ir en un articulado totalmente saturado. Lo que esperan estas personas, es que se tome la decisión política de poner a operar al Sistema Transmilenio en su máxima capacidad durante las horas pico, para que este les permita trasladarse de un lugar a otro en condiciones dignas y de respeto.

Mucho menos se espera otro viaje de Petro en otro Transmilenio, que en nada va a ayudar va a solucionar los problemas del Sistema, porque por simple regla elemental de la actividad de gobierno, el alcalde debe conocer los males de la ciudad, y poner a funcionar soluciones inmediatas que ayuden a mitigarles para que este no se salga de las manos.

Ese argumento de que el alcalde Petro toma la decisión de subirse al Transmilenio para conocer de primera mano los problemas que le aquejan, resulta bastante particular, porque quién dijo por ejemplo, que para examinar los temas de inseguridad en las calles, el burgomaestre debe darse un paseo por las localidades de mayor índice de robo y padecerlo en carne propia, cuando para eso cuenta con un equipo de funcionarios a su alrededor, que le informan de todo lo que ocurre en Bogotá.

Aquí lo que se requiere es verdadera decisión que permita mejorar el Sistema Transmilenio, abandonado a su suerte desde la administración de Luis Eduardo Garzón, estado en el que se encuentra hasta el día de hoy, y que ha venido empeorando sin que el distrito se acuerde de prestarle atención.