En septiembre de 2014, el pediatra infectólogo de República Dominicana, José Brea del Castillo, traído por parte del Ministerio de Salud a Colombia, advirtió que la enfermedad conocida como “Virus del Chikunguña”, desbordaría las capacidades del Gobierno nacional para atenderla, y al parecer su pronóstico se está cumpliendo.
Los reportes oficiales hablan de 60 mil casos registrados, y si a esto le sumamos los no registrados, por la desconfianza de los colombianos al sistema de salud y el difícil acceso al mismo para las personas de escasos recursos, seguramente la cifra que reportan las entidades oficiales se triplicaría, porque como es costumbre en nuestro país, los problemas toman al gobierno nacional como se dice vulgarmente, “con los calzones abajo”.
Con toda seguridad se necesitará que alguna persona de clase alta, que ostente poder, como siempre ocurre, deba ser víctima del chikunguña para que el gobierno nacional despierte de su letargo y obligue al sistema de salud a cambiar el modelo de atención que hasta el momento ha brindado al ciudadano de a pie que ha sido contagiado por este virus en varios departamentos del país, donde el mosquito transmisor ha encontrado sus primeras víctimas.
Podrá el gobierno nacional iniciar toda una campaña maravillosa en medios de comunicación, buscando prevenir a la gente en municipios y veredas, pero vuelve y juega, una vez más parece desconocerse la realidad en la que viven esos colombianos a los que se espera lleguen estas medidas para evitar el contagio.
Justamente por esa realidad que viven esas personas, es que estoy seguro que el presidente Santos se pifió el día en que comparó la reacción positiva con la vacuna del Papiloma Humano de su hija María Antonia que vive en medio de lujos y excesos, con la reacción negativa que sobre la misma droga presentaron humildes adolescentes en el Carmen de Bolívar que permanecen descalzas, teniendo que caminar todo el día por caminos de herraduras, en medio de charcos y lodos y que a duras penas si pueden visitar una vez cada quince días al médico en un centro de salud del pueblo, y dormir en habitaciones de casas que no son ni escasamente parecidas al Palacio de Nariño donde vive la familia del primer mandatario.
Esa realidad en la que viven las niñas del Carmen de Bolívar, es la misma en la que viven las personas que están expuestas a la picadura del mosquito transmisor del Chikunguña, que las hace propensas al contagio, y que muy difícilmente podrán evitar, por más campañas de prevención que promueva el ministerio de Salud por radio y televisión.
No entiendo porque al gobierno nacional le encanta perder el tiempo y gastar plata de esta forma tan inútil. Es claro que una campaña de prevención no va a evitar este hecho, y hoy por hoy estamos lamentando que día a día lleguen más enfermos a clínicas y hospitales, y se deba reaccionar con pañitos de agua tibia recetando como es costumbre dolex, ibuprufeno, etc., cuando desde meses atrás el país debía estar preparado de manera estructural y orgánica para atender este caso.
En esto es justamente donde se necesita la ayuda de un Congreso de la República que no esté tan arrodillado ante el gobierno nacional, y que asuma su función principal realizando debates de control de político sobre temas como este pidiéndole cuentas al ministro de Salud por la manera tan improvisada como ha atendido este tema; que la Defensoría del Pueblo emita las alertas necesarias y Procuraduría y Contraloría ejerzan el control a la manera como las entidades públicas atienden este asunto. En pocas palabras, que el Estado en su conjunto, trabaje para evitar una tragedia humana provocada por el Chikunguña.
Hasta el momento lo que se ha hecho es poco, y por lo que demuestran los resultados, se podría concluir que el Chikunguña llegó y el Estado no se dio cuenta.
Cambiando de tema, todas las entidades, privadas y públicas, realizan una fiesta los diciembre para despedir las actividades laborales del año. ¿Luego entonces no entiendo porque se sorprendieron en el 2013 cuando el Senado de la República quiso hacer la propia y ahora el Concejo de Bogotá, hace la suya?; ¿Cuál es la intención que existe al querer levantar un escándalo con este tema?.